Los depósitos no solo pueden suscribirse bajo la moneda europea, sino que también están abiertos a otras divisas que dan pie a que el rendimiento de los ahorros se incremente. Pero, de igual forma, los depósitos en divisas conllevan una serie de contingencias que pueden generar el efecto contrario. Los depósitos en divisas se contratan en las principales monedas internacionales, desde el dólar hasta la libra esterlina, y abarcan las principales economías del mundo. Si los ahorradores no quieren asumir excesivos riesgos, en este artículo hallarán las claves para contratar un depósito en divisas, cuándo es conveniente formalizarlo y cuáles son las características de este producto bancario.
Depósitos, ¿en euros o en otras divisas?
Los depósitos a plazo pueden ser contratados en un activo monetario distinto al euro. No hay límites, solo los que impongan las ofertas de los bancos. Cualquier divisa puede ser objeto de estas operaciones, aunque los intermediarios financieros se centran en las de mayor peso específico en la economía: franco suizo, dólar norteamericano, libra esterlina, yen japonés o corona noruega, entre otros. Estas son, por tanto, las alternativas que tienen los ahorradores para obtener un mejor rendimiento a su capital. Pero no será un proceso muy fácil, ya que los riesgos que albergan estos movimientos siempre estarán latentes en la cuenta de sus demandantes.
Esta situación se agravará después de la guerra de divisas que se vislumbra, tras la decisión de las autoridades monetarias chinas de devaluar su moneda (el yuan), y que traerá importantes oscilaciones en la cotización de otros activos financieros. Como consecuencia de ello, quien quiera contratar una imposición en una moneda ajena al euro, podrá generar un rendimiento más óptimo, pero también perder dinero con el cambio.
Hay más variables que deberá tener en cuenta quien desee suscribir este modelo para el ahorro, y no precisamente beneficiosas para los intereses de las familias. No obstante, su contratación será más aconsejable, si los ahorradores se basan en unas sencillas pautas de comportamiento, ante la disyuntiva que se les plantea.
- 1. Elegir el depósito en divisas
Hoy en día, a modo de ejemplo, los bancos ofrecen depósitos a 12 meses que están vinculados al dólar estadounidense, que brinda una rentabilidad media anual del 0,65%, mientras que si el plazo se rebaja a seis meses, desciende hasta el 0,40%. Precisamente una diferencia con respecto a los contratos en euros es que en dólares proporcionan el interés al vencimiento, y no de forma mensual, trimestral o anual, como ocurre con los depósitos en moneda local (euro).
- 2. Gastos en el cambio de divisas
Estas operaciones conllevarán de manera obligatoria unos gastos como consecuencia del cambio de divisa. Puede incidir en recortar la rentabilidad que dan estos productos bancarios, al generar menos interés entre los ahorradores, en especial en lo que se refiere a imposiciones de pequeña cuantía, con menor recorrido antes de su vencimiento.
- 3. Prever los riesgos del depósito
La estrategia para formalizar una imposición en otras divisas puede mejorar los márgenes de rentabilidad. Pero también los riesgos son mayores, sobre todo si se desata una guerra entre las divisas y sus oscilaciones son muy bruscas, incluso en el mismo día, con gran volatilidad. Solo los impositores más expertos podrán reconducir sus ahorros a través de esta modalidad en la renta fija en este escenario.
- 4. Seleccionar las monedas
Los bancos ofrecen este producto en las principales monedas internacionales al plazo que seleccionen los clientes, desde una semana hasta varios años, en una franja de rendimiento que va desde el 0,40% al 0,75%, en función de los plazos y, por supuesto, de la evolución de las mismas.
En caso de inclinarse por otros activos menos habituales en este tipo de operaciones (rand surafricano, pesos mexicanos, etc.), los objetivos serán mucho más difíciles de cumplir. No habrá más solución que consultarlo al banco si admiten estas divisas.
- 5. Asesorarse en la operación
Y si al final el cliente, a pesar de los riesgos que conlleva su contratación, se decanta por este modelo, no le quedará más remedio que demandar asesoramiento a su entidad, para que le indiquen si es el momento oportuno para formalizarlo y cuáles son las divisas más favorables para conseguir sus objetivos. Además, le expondrán los riesgos de esta alternativa al ahorro, antes de firmar el contrato.
En líneas generales, son casi los mismos depósitos que los suscritos en euros, aunque con pequeños matices que es conveniente valorar antes de ser firmados, sobre todo porque no se rigen por el euro, sino por otras monedas.
Sus plazos de permanencia son los mismos, en donde cada cliente puede suscribirlo durante el periodo que considere oportuno. Aunque si desean recibir su remuneración de forma anticipada, será mejor que desistan de la operación, ya que no contemplan esta posibilidad, como ocurre con los depósitos a plazo en euros.
Igualmente incorporan comisiones por su cancelación, total o parcial, que será más gravosa para sus titulares y que, unida al cambio de divisas, se constituirá en un atenuante para minimizar y hasta anular la rentabilidad acumulada.
Las ofertas, por otra parte, son casi inexistentes: nuevos clientes, promociones de bienvenida o vinculadas a otros activos financieros. Tan solo admiten la posibilidad de contratarlos a través de Internet, para mejorar los márgenes en su rendimiento.