La Bolsa está en un periodo bajista, pero los ahorradores pueden tratar de protegerse de esta situación. Una de las posibles estrategias de los inversores es recurrir a los valores que reparten dividendos entre sus accionistas y que proporcionan una rentabilidad media del 5,5% (entre el 1% y el 13%), por encima de la rentabilidad que aportan los productos de ahorro tradicionales.
Recurrir a los dividendos para evitar perder en Bolsa
En momentos en que la tendencia bajista de la renta variable se ha agudizado, es frecuente caer en el error de hacer compras que en pocos días se han trasladado a números rojos y empiezan el calvario para los pequeños inversores. En las últimas semanas, algunas acciones han perdido más del 15% de su valor, incluso más del 20%, lo que representa un serio problema para los intereses de los ahorradores, que cuentan con fuertes minusvalías en su cartera de valores.
El inversor limitará sus pérdidas, ya que cada trimestre o año recibirá un dividendo estipulado por la empresa
Lo peor es que disponen de pocos mecanismos para limitar estas pérdidas para un periodo de permanencia a medio y largo plazo. Uno de ellos es recurrir a los dividendos con los que compañías que cotizan en Bolsa retribuyen a sus accionistas y que generan una rentabilidad media del 5,5% (entre el 1% y el 13%).
Si el inversor se decanta por un valor que abona este pago, puede limitar sus pérdidas, ya que cada trimestre o año recibirá un dividendo estipulado por la empresa. De esta forma, un ahorrador que se haya decantado por un valor de estas características y se haya quedado «enganchado» (con el precio de la acción muy por debajo de su compra) con una minusvalía en torno al 30%, lo puede solucionar a través de este pago a los accionistas en forma de dividendo.
Si sus pérdidas fuesen de 2.000 euros sobre una inversión de 8.000, para reponerse de esta mala operación, tendría que recibir durante algo más de cuatro años su dividendo (con una rentabilidad del dividendo del 4,2%). De esta forma, recuperaría el importe invertido como consecuencia de la devaluación de su cotización.
Los aspectos negativos del dividendo
Todo lo anterior, no obstante, tiene un componente negativo: el hecho de tener que mantener en cartera las acciones durante varios años para recuperar la inversión en su totalidad.
Otro inconveniente es que no se podría utilizar el dinero invertido para otros fines. Esto es especialmente grave hoy, cuando en ocasiones se está muy necesitado de liquidez para afrontar los principales gastos domésticos.
Si el ahorrador dirige su inversión al medio o al largo plazo, recurrir al dividendo podría solucionar su problema de disminución de capital. Por el contrario, los inversores a corto plazo no tendrían más remedio que estar en posiciones compradas durante mucho tiempo, sin tener opción a realizar más operaciones en renta variable, a no ser que tuviesen más ahorros en su cuenta.
Ventajas del dividendo
Los beneficios de comprar acciones que repartan dividendos a sus accionistas, sobre todo en los casos en que las pérdidas se han instalado en su cartera de valores, son innumerables y pueden paliar una situación angustiosa.
- Los inversores sabrán con toda seguridad que tendrán un abono todos los años, cuya cuantía depende de cada empresa cotizante.
Pueden conjugar sus pérdidas a través de este cobro regular y, para amortizarlas, tendrán que estar varios años sin salir del valor, en función de las minusvalías generadas.
Las compañías que retribuyen al accionista con este pago son empresas de cierta solvencia, que reparten sus beneficios entre los accionistas y casi nunca pertenecen a valores especulativos, con lo cual la recuperación de sus precios se puede lograr más rápido.
Algunas de estas empresas, incluso, conceden un dividendo superior al 10%. De esta manera, la recuperación en las pérdidas exigirá menos tiempo de permanencia.
A pesar de quedar «enganchados» en el valor, su contratación implicaría disponer de una renta fija todos los años, en la mayoría de los casos, con una rentabilidad superior a la de otros productos de ahorro: depósitos, pagarés, deuda pública, etc.
Puede utilizarse como un instrumento para disponer de unos intereses sin tener que renunciar a la renta variable y aprovechar la recuperación de sus precios para deshacer posiciones (vender) en el mercado.
A largo plazo, con esta estrategia siempre se ganará dinero, a no ser que el desplome bursátil sea muy importante. En ese caso, las acciones se pueden perpetuar durante muchos años en la cartera de valores del ahorrador y llegar incluso a ser hereditarias.
No hay una norma general para realizar estos pagos, todo depende de la estrategia empresarial de la compañía que cotiza en Bolsa, aunque es frecuente que las empresas abonen a sus accionistas un dividendo anual repartido en dos plazos. El primero es a cuenta y muchas lo pagan en enero; el otro, denominado complementario, se formaliza a los seis meses del primero.
Otras empresas pagan un único dividendo al año -por lo general en el primer trimestre o semestre del ejercicio- y, por tanto, se recibe en su totalidad, sin fragmentación en sus pagos.
Pero en algunos sectores económicos (bancario y eléctrico, sobre todo) es tónica general hacerlo cuatro veces al año, de forma trimestral. El dividendo anual se deposita en la cuenta corriente del accionista en cuatro pagos.
De cualquier forma, cada empresa concede un dividendo fijo que está estipulado de antemano por ella. Su cuantía puede comprobarse en la propia compañía o en los medios de comunicación especializados. También hay que aclarar que el capital que recibirá en su cuenta el inversor será el importe neto, tras las deducciones realizadas sobre el dividendo bruto. En otras palabras, una empresa que asigne un dividendo por acción de 0,06 euros implicará que el accionista recibirá a cuenta 0,05 euros por acción, tras las oportunas retenciones.