El reciente caso de la empresa Gowex ha puesto de manifiesto el peligro de invertir los ahorros en empresas que cotizan en el mercado alternativo. Suponen la oportunidad de generar importantes plusvalías a la inversión, pero no menos importantes son los riesgos para los pequeños y medianos ahorradores. La cotización de sus precios puede subir con una verticalidad excesiva respecto a otro tipo de acciones que cotizan en los índices bursátiles más convencionales, pero sus descensos -al no cumplir con las expectativas de los mercados- son también muy acusados, lo que puede poner en difícil situación el patrimonio de los inversores. ¿Se debe invertir en ellos o no? A lo largo de las siguientes líneas se indican las características de estos mercados, así como sus ventajas e inconvenientes.
Características de los mercados alternativos en Bolsa
Si pequeños y medianos inversores deciden comprar acciones de empresas que cotizan en los mercados alternativos en Bolsa, deberán tener presente una serie de características que las diferencia de las principales compañías que cotizan en el mercado continuo. Las emociones fuertes están aseguradas pues tienen una elevada rentabilidad, pero a costa de asumir un enorme riesgo.
Son valores con muy poca liquidez, algo que hace más difícil entrar y salir en ellos en el momento requerido, en especial respecto a las cantidades más exigentes.
Su volatilidad es explosiva, por encima de lo habitual: tan pronto pueden subir un 20%, como depreciarse en la misma magnitud.
Son valores muy peligrosos para operar en ellos, ya que la información de sus empresas es menos precisa y, en algunos casos, son de reciente creación, por lo que no se dispone de muchos datos sobre ellas.
No es aconsejable, bajo ningún aspecto, realizar inversiones cuantiosas; y, si acaso y para los inversores más agresivos, con una parte mínima del capital destinado para la inversión.
Es poco o nulo el seguimiento que hacen de estas compañías los intermediarios bursátiles, de forma que se hace más difícil cuantificar cuál es el precio objetivo de sus acciones.
Ninguna de sus empresas reparte dividendos, ni por otra parte cuentan las recomendaciones por parte de los operadores bursátiles.
Muchas veces sus compañías se basan, no en el crecimiento real de las mismas, sino en expectativas que crean en el mercado, algo que genera mucha volatilidad a sus precios.
Requieren de un manejo especial entre los inversores, por lo que solo son aptas para los que tienen mayor experiencia en los mercados bursátiles alternativos.
Las empresas proceden de sectores muy especializados, algunos de ellos con nichos de negocio de reciente creación y que son más difíciles de objetivar en su posicionamiento.
Están destinadas para operaciones marcadamente especulativas, en las que mantener la inversión a medio y largo plazo supone un elevado riesgo que tienen que asumir los inversores.
No son aconsejables para un perfil de inversor de carácter conservador o defensivo por las propias características de los valores que integran estos mercados.
La falta de liquidez es uno de los principales inconvenientes que encuentran quienes pretenden comprar acciones que cotizan en los mercados bursátiles alternativos. Esto se agudiza en las operaciones de venta, ya que es probable que su orden no se ejecute en el día requerido, debido a la poca agilidad que tienen estos mercados para desarrollar las órdenes de los clientes.
Otro problema al que se enfrentan los pequeños inversores es que no cotizan continuamente cada jornada, sino que lo hacen en unos cortes diarios en los que la volatilidad es extrema.
Estas son tan solo dos características que definen a los valores integrantes de estos mercados, y que pueden incidir en que los clientes prefieran otros mercados bursátiles con mayores garantías y transparencia para la defensa de sus intereses. No en vano, sus riesgos se incrementan de forma notable en cada una de sus operaciones.