Las ganas de pasar fuera unos días y desconectar en verano hace que cientos de ciudadanos, con el fin de disfrutar al máximo de las vacaciones, caigan en la trampa de contratar microcréditos para los gastos de estas jornadas. Estos pequeños préstamos, cuya cuantía oscila entre 50 y 600 euros, se otorgan a través de Internet y, en caso de ser concedidos, se reciben con rapidez en la cuenta corriente de los demandantes. Sin embargo, como se explica en el reportaje, aunque pueden solucionar los problemas de falta de financiación a corto plazo, sus costes son muy altos, por lo que no son muy adecuados para las economías domésticas.
Intereses desorbitados
Los microcréditos rápidos generan unos tipos de interés desproporcionados a las cantidades concedidas, que en buena parte de las propuestas superan el 20% y que, en cualquier caso, aumentan a medida que las cantidades prestadas son superiores. De media, por cada 100 euros concedidos habrá que pagar un mínimo de 20 euros solo en concepto de intereses. Además, si la demora de la amortización crece, los intereses devengados serán aún más elevados. El riesgo de sobreendeudamiento es muy elevado entre quienes se deciden a pedir uno de estos préstamos.
Aunque los microcréditos pueden solucionar los problemas de falta de financiación a corto plazo, sus costes son muy altos
Además, algunas de las empresas que los conceden no presentan ficha bancaria ni, por supuesto, están supervisadas por el Banco de España, lo que resta transparencia a sus ofertas, aunque su actividad sí está aceptada. Lo más problemático es que en algunos casos se accede a financiar a todo tipo de clientes sin importar si estos disponen de una nómina o si tienen ingresos regulares, pero sí se fijan en que el solicitante tenga una propiedad (vivienda, coche…) que será el instrumento que utilicen en el caso de que no se devuelva el préstamo en los plazos convenidos.
Peligros que pueden conllevar
No es conveniente acudir a estas propuestas de financiación, ya que son más las desventajas que las bondades que puedan encontrarse en estos productos de rápida concesión. Entre otras razones, por las que se exponen a continuación:
Son cantidades tan pequeñas que merece la pena buscar otras fuentes menos costosas y que pueden hallarse tanto en el mercado bancario como en el ámbito personal y familiar.
Resultan de fácil acceso, sin apenas requisitos, pero a cambio de pagar unos intereses desproporcionados que pueden elevar de forma sensible el nivel de endeudamiento de sus demandantes.
A medida que las cantidades -a pesar de lo limitadas que son- se agrandan, y también si los plazos para su devolución se estiran, los gastos que ocasionan estos productos serán mayores.
Hay que tener cuidado si se avalan estas operaciones con el piso o el coche, ya que si no se devuelve el préstamo, actuarán sobre estos bienes.
Pueden contemplar una serie de comisiones que no se esperaban en inicio, y que encarecerán aún más la contratación de alguno de estos micropréstamos.
Cuidado con sus ganchos, pues son muy sugestivos y pueden encontrarse en todos sitios, en el buzón de casa, en los anuncios, incluso a través de un correo electrónico.
Buena parte de estas propuestas están generadas ante la urgencia de los usuarios para afrontar un pago inaplazable, y lo mejor será solucionarlo a través de otras vías más satisfactorias.
Hay que mirar todas las cláusulas, incluida la letra pequeña, para comprobar cuál será el importe que hay que abonar en realidad, así como los condicionantes que imponen estas empresas.
Cada vez es más habitual tener en la bandeja de entrada spam que ofrecen créditos con condiciones muy ventajosas para los usuarios. Se debe desconfiar de ellos, ya que ninguna entidad financiera manda este tipo de información bajo el anonimato de un correo electrónico, en especial si así lo indica el cliente. Y es que este puede encontrarse con que tras esta estrategia comercial se esconda algo más grave, como una estafa o un intento de fraude. Por eso, no hay que contestar a estos mensajes bajo ninguna circunstancia, y mucho menos atender a sus peticiones para darles una serie de datos personales o relacionados con las cuentas.
Además, es probable que sea enviado por algún prestamista del que nunca se ha oído hablar, o con el que no se tiene relación ninguna, y que, por medio de métodos poco ortodoxos, quiera ofrecer sus servicios a través de un correo electrónico.
Otra forma para detectar estos casos tan poco estimulantes es que estarán remitidos por correos que no corresponden a ninguna página web, sino que, por el contrario, son correos gratuitos de los operadores. Será la señal de que algo no funciona bien, y de que no es una propuesta formal ni legal.