Los créditos impagados aumentaron en junio de 2012 un 9,42%, situándose en los 164.361 millones de euros, según datos del Banco de España. Estas cifras describen el endeudamiento que están padeciendo las familias españolas. Pero además, debido a que los hogares cada vez están más endeudados, el pesimismo se ha extendido entre los españoles. El Indicador de Confianza del Consumidor (ICC) del mes de agosto, elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), evidencia que, para cerca del 60% de los encuestados, la situación económica de su familia es peor que hace seis meses y más del 80% de los entrevistados creen que sus condiciones seguirán empeorando. Sin embargo, es posible modificar esta tendencia. A lo largo del siguiente artículo se exponen pautas para evitar el sobreendeudamiento o hacerle frente lo mejor posible.
Familias cada vez más endeudadas
El Gobierno ha decidido aumentar la ayuda del Programa Prepara de 399 a 450 euros al mes y prorrogarla, a partir del 16 de agosto y por un periodo de seis meses, a los parados que han agotado todas las ayudas públicas, no disponen de otras fuentes de ingresos y tienen a su cargo a su cónyuge y dos personas más. Además, para el resto de desempleados en esa misma situación, pero sin cargas familiares, se mantiene la ayuda de 399 euros durante medio año. Se calcula que serán unas 200.000 personas las que se beneficien de estas subvenciones.
Los créditos rápidos sólo deben solicitarse cuando se han agotado otras alternativas, porque tienen un interés superior al 20%
Sin embargo, a pesar de estas ayudas, el pesimismo sigue instalado en los hogares españoles, que se encuentran cada vez más endeudados. De hecho, el Indicador de Confianza del Consumidor (ICC) de julio de 2012 revela que el 85,4% de los encuestados por el CIS cree que es más difícil encontrar empleo ahora que hace medio año, y que la situación empeorará en los próximos seis meses.
Y es que la prolongada crisis económica que atraviesa España, los recortes en los salarios, el cierre de muchas empresas y el aumento de la tasa de desempleo, que subió hasta el 24,6% en el segundo trimestre del año, han contribuido a que un gran número de personas se retrase en los pagos de la hipoteca, el alquiler, la letra del coche o los suministros básicos. La ruina económica que ya sufren muchas familias contribuye a que los impagos aumenten y se den situaciones de sobreendeudamiento. ¿Cómo tratar de evitarlo o afrontarlo cuando ya se ha llegado a esa situación?
Pautas para evitar el sobreendeudamiento
Los criterios que deben seguirse para evitar llegar a una situación de sobreendeudamiento son sencillos, aunque no siempre fáciles de llevar a cabo.
Ampliar los plazos de la hipoteca
Cuanto mayor es el plazo de devolución del préstamo hipotecario, menor es la cuota mensual que se debe pagar. Sin embargo, el coste total de adquisición de la hipoteca es más elevado, ya que se ha desembolsado más dinero por los intereses. Por ello, el plazo más adecuado es el más breve posible, sin que el abono mensual sobrepase los limites de riesgo de sobreendeudamiento.
Intentar renegociar la hipoteca
Si, a pesar de un descenso del euríbor, la cuota hipotecaria no disminuye, es probable que el contrato incluya una cláusula suelo. La cláusula suelo impide que las bajadas de los tipos de interés se trasladen a la cuota mensual hipotecaria.
Buscar una refinanciación de la deuda
Cuando se tienen varios préstamos contratados a un interés elevado, se puede negociar con el banco un proceso de refinanciación de deuda, que consiste en una reagrupación de los créditos a un tipo de interés menor.
Con esta fórmula se produce un alargamiento del plazo de las deudas, por lo que se pagarán más intereses. Sin embargo, sus aspectos positivos son:
- Se reduce la suma de cuotas mensuales, ya que los préstamos (hipoteca, créditos rápidos, tarjetas de crédito, etc.) quedan agrupados en uno.
Disminuye el coste de la financiación de la economía personal: en muchos casos se pasa de tipos de interés del 20% por descubiertos o tarjetas de crédito, a tipos entre el 3% y el 4%.
En cualquier caso, antes de firmar la reagrupación, se debe conocer a cuánto asciende la cuota resultante para estar seguros de poder asumirla.
Contratar los créditos de forma correcta
Se debe reducir las deudas, abonando primero las más apremiantes y las de menor cuantía. En cambio, no conviene solicitar un crédito para adquirir bienes prescindibles, puesto que se devuelve mucho más de lo que se pidió, debido a los altos intereses.
En este sentido, hay que extremar las precauciones al intentar obtener un préstamo personal ya que los tipos de interés son muy altos.
Si se tienen domiciliadas nóminas y contratados depósitos de ahorro u otros productos financieros con el banco, hay que negociar unas mejores condiciones o, incluso, cambiar de entidad. De cualquier modo, nunca se debe solicitar un nuevo crédito para afrontar los ya contraídos.
Además, en la medida de lo posible, conviene evitar:
- Los créditos personales. La entidad pone a disposición del consumidor un capital para una finalidad concreta (un negocio, una intervención quirúrgica, etc.), pactándose unos plazos de reembolso. En la actualidad, los créditos personales se conceden a un interés que ronda el 15%.
Los créditos al consumo. En ellos, el capital prestado se destina en exclusiva al pago de una determinada compra. Los créditos personales al consumo se utilizan para la adquisición de bienes y servicios de uso familiar y personal en temas como automóvil, reformas del hogar, etc. y tienen un tipo de interés muy alto.
Los créditos rápidos. Son de pequeña cuantía (entre 600 y 6.000 euros), se asocian a situaciones de consumo imprevisto y tienen un coste muy alto (por encima del 20%). Solo deben solicitarse cuando se han agotado otras alternativas.
Evitar los descubiertos en cuenta corriente
Los descubiertos por cuenta corriente tienen un alto interés por parte de los bancos y se sitúan entre el 8,5% y el 25%, en función del tipo de cuenta corriente y entidad. Financiar una compra a través del descubierto supone un aumento del riesgo de sobreendeudamiento, por el alto coste que conlleva y porque, a partir de ese momento, el banco presentará una mayor dificultad a la hora conceder un crédito. Por otra parte, tampoco se debe cubrir el descubierto a través del uso de tarjetas, ya que el coste del tipo de interés aplicado a la tarjeta se suma al del descubierto.
Asimismo, hay que tener presentes las fechas de vencimiento de pagos de deudas para evitar penalizaciones por demoras.
Tener las tarjetas justas
La utilización de tarjetas incita a un mayor consumo, puesto que no se tiene la percepción de que se ha gastado. Por ello, conviene tener las tarjetas justas y cancelar las que no se emplean. Para los gastos diarios, se debe usar dinero en efectivo.
Aplazar a crédito las compras al mes siguiente o, incluso, hasta tres meses después, suele conllevar altos intereses, que hoy rondan el 20%.
El coste por extracción de dinero en efectivo a crédito en cajeros de la propia entidad se sitúa, de media, en el 3% de la cantidad sacada. Si se hace en un cajero de otra entidad, el coste puede ascender a un 4,5%.
Vigilar los seguros que se contratan y el coste de las comisiones
A menudo, el gasto en seguros pasa inadvertido, porque es un pago que se hace una vez al año. Sin embargo, la cuantía media anual que abona cada familia por sus pólizas contratadas asciende a más de 1.000 euros al año. Por ello, es esencial no contratar ningún seguro que no se necesite o que no sea obligatorio.
Asimismo, las comisiones por operaciones corrientes con entidades bancarias (mantenimiento de tarjeta, de cuenta corriente, transferencias, etc.) suponen un coste medio anual para el consumidor de unos 280 euros, por lo que conviene solicitar una rebaja al banco.
Renunciar a los gastos innecesarios
Es conveniente identificar los gastos superfluos que se pueden eliminar, reducir o aplazar hasta un momento de mayor desahogo económico y, mientras, dar prioridad a los gastos esenciales, como el pago de la hipoteca y las facturas de los suministros del hogar (agua, luz y gas).
El resto de las deudas debe abordarse según el volumen y tipo de interés que generen al mes y teniendo en cuenta la penalización por demora. Además, hay que olvidarse de las comidas fuera de casa, las celebraciones y otros gastos sociales.
Hacer efectivas las ayudas sociales a las que se puede tener derecho
Se pueden consultar los requisitos que se exigen y obtener información en el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, en el ayuntamiento de cada municipio, en el Instituto de la Mujer, etc.
Estos organismos conceden ayudas para familias con personas en situación de dependencia, subvenciones en materia de vivienda, prestaciones por desempleo de nivel asistencial, subsidios por tener hijos a cargo o por ser familia numerosa, etc.
Recurrir a la familia
Para salir del atolladero del sobreendeudamiento, se puede solicitar un adelanto de la nómina en la empresa o pedir la ayuda de familiares o amigos.
Se produce un sobreendeudamiento cuando el patrimonio y los ingresos de un hogar no cubren el pago de sus necesidades básicas y de las obligaciones contraídas con sus acreedores, para que estas no sigan aumentando. De hecho, si la suma total de las deudas supera el 40% de la renta familiar disponible, la familia se encuentra en una situación de alto riesgo de sobreendeudamiento.
Las circunstancias más comunes por las que se puede padecer el sobreendeudamiento son las siguientes:
- La pérdida del empleo durante largas temporadas hace que se recurra a los créditos de consumo y líneas de crédito, además de al uso de tarjetas de crédito, para solventar los gastos durante esos periodos.
La iniciación de un negocio fallido origina unas deudas que, a menudo, exceden la capacidad de pago.
Ser víctima de una estafa o fraude (chiringuitos financieros, empresas fantasma que actúan en Internet, negocios piramidales, etc.) puede producir situaciones de impago.
El desconocimiento de cómo funcionan ciertos productos financieros hace que se quede atrapado en unos altos tipos de interés, lo que puede dar lugar a una espiral de deudas.
Un suceso imprevisto en algún miembro de la familia (un accidente, una enfermedad, la defunción, etc.) puede dificultar el abono de una deuda contraída.
Una conducta negligente, en la que no se controla el nivel de gastos, hace que se asuman créditos excesivos a los que no se puede hacer frente.