Las personas que se encuentran en paro, en situación de emergencia social o quien quiere abrirse camino en la vida todavía tienen una última oportunidad para entrar en el mercado de la financiación privada a través de los microcréditos sociales. Estos productos permitirán dotarse de hasta 25.000 euros, con unas condiciones muy ventajosas: intereses más bajos, exigencias no tan duras y exentos de comisiones y otros gastos. En este artículo se puede conocer qué clase de microcréditos existen, sus condiciones y, lo más importante, los requisitos que pedirán para acceder a esta fuente de financiación tan especial.
Microcréditos: destinados a personas en riesgo de exclusión social
Los microcréditos sociales son productos bancarios que dotan de liquidez a quienes tienen cerradas sus puertas a cualquier clase de financiación. Desempleados, personas en situación de exclusión social, etc. son algunos de los perfiles que están en condiciones de acceder a alguno de estos préstamos.
No en vano, será el último recurso del que dispongan para que les acepten su demanda en cualquier clase de financiación. Incluso hay variantes que se conceden para sufragar los proyectos emprendedores de estas personas, siempre que cuenten con un grado aceptable de viabilidad y, de esta manera, los obtengan con intereses cercanos al 4%.
Supone un modelo de financiación muy beneficioso para los intereses de estas personas, ya que podrán acceder hasta un límite de 25.000 euros, que destinarán para financiar sus necesidades más básicas: alimentación, vivienda, educación de los hijos e incluso desarrollar un proyecto empresarial. Pero para ello deberán contar con la aprobación de la entidad emisora de estos productos, que estudiarán cada caso antes de aceptar la solicitud.
Condiciones más benévolas
Los beneficiarios de alguno de estos microcréditos pueden estar de enhorabuena, ya que las condiciones de su contratación son mucho más ventajosas que en otras fuentes de financiación más convencionales. Para empezar, cuentan con un tipo de interés blando, es decir, en condiciones excepcionalmente asumibles por todas las economías domésticas y, en cualquier caso, situados por debajo del 7%-10% que aplican por lo general las entidades bancarias a sus créditos personales.
La exención de gastos es otra de sus características. Su contratación no contempla ninguna comisión, ni otros gastos derivados de su gestión o mantenimiento, que encarecerían la demanda. Como consecuencia de esta estrategia comercial, los beneficiarios solo tendrán que dedicar su esfuerzo económico a devolver el importe demandado con un mínimo interés a través de varias cuotas mensuales y hasta completar su periodo de amortización que, por lo general, se desarrolla con un máximo de entre cinco y seis años.
Pero si hay una característica que define a estos productos sociales no es otra que la ausencia total de avales o garantías personales que respalden la operación. Solo será necesario acreditar la situación personal o familiar y, en caso de que su finalidad consista en iniciar una actividad emprendedora, bastará con presentar el proyecto que, eso sí, deberá ser viable.
La oferta de microcréditos sociales
A partir de estas características, no hay mucho en donde elegir. Las propuestas son muy limitadas, con poca margen a la sorpresa. Hasta el punto de que, durante los últimos años, la oferta ha descendido de forma considerable y se limita a formatos muy puntuales y con muchas similitudes entre ellos, en donde la ayuda al impulso empresarial va ganando terreno a otras finalidades más sociales de los préstamos.
Microbank es la principal fuente de estos productos sociales, al proponer varios de ellos en su actual oferta, aunque la mayoría se destinan al ámbito de la creación de empresas.
El más significativo, y con mayor calado social, es el Microcrédito Personal y Familiar, que está pensado para personas con ingresos inferiores a 18.000 euros anuales o unidades familiares con ingresos conjuntos inferiores a 36.000 euros al año. No solo se contempla la financiación a proyectos vinculados a su desarrollo, sino que se amplía a situaciones imprevistas que puedan afectar a estas personas, pues podrán financiarse los gastos vinculados a la vivienda, salud o educación, entre otras necesidades. En cualquier caso, financia la totalidad del proyecto, con un tope máximo de 25.000 euros, vinculado a un tipo fijo durante toda la operación. Su plazo de amortización es de seis años, en el que puede incluirse un periodo de carencia de hasta 12 meses.
Otros microcréditos, por el contrario, basan su estrategia en dotar a los más jóvenes de una herramienta monetaria para impulsar el autoempleo a través de proyectos empresariales.
Unicaja, bajo este escenario, ha desarrollado el Préstamo Primera Empresa, que concede el importe de hasta el 80% de la inversión, con un máximo de 18.000 euros, y contando con un plazo de amortización máximo de cinco años.
Continuando con esta esta estrategia comercial, Caja Laboral plantea otro modelo que satisface estas necesidades y que proporciona financiación a los jóvenes emprendedores a través de sus préstamos a tipo fijo del 3,5%.
En ambos casos, será necesario que sus destinatarios acrediten la viabilidad del proyecto, con la ventaja añadida de que no tendrán que aportar ningún avalista, ni responder de sus garantías personales.