En un momento en que los inversores buscan seguridad para su dinero, a costa de sacrificar incluso la rentabilidad que puedan percibir, los fondos en países emergentes no son uno de los productos más demandados. Más bien están destinados a complementar un pequeño porcentaje de la inversión y se dirigen, sobre todo, a personas con amplios conocimientos financieros. Aunque el crecimiento de estos estados ha hecho que los partícipes en fondos de naciones emergentes ganaran mucho dinero, son carteras muy volátiles y también han tenido su cara amarga. Se puede obtener con ellos altos beneficios, pero están considerados productos de alto riesgo.
Consejos para pequeños inversores
Los países emergentes destacan por economías que aún no están al nivel de los países más desarrollados, pero cuentan con un gran potencial de crecimiento. Su expansión durante los últimos años supera con creces a la mayoría de los países de la UE y a Estados Unidos. Casi la mitad del PIB mundial se genera en países emergentes y en vías de desarrollo.
Su expansión en los últimos años supera con creces a la mayoría de los países de la UE y a Estados Unidos
Pero aunque su crecimiento ha favorecido que los partícipes en fondos de naciones emergentes ganaran mucho dinero, también han tenido pérdidas, ya que son productos de alto riesgo. Por este motivo, antes de depositar los ahorros en ellos, conviene seguir una serie de consejos:
Si se quiere depositar el dinero en una cartera de valores, antes hay que plantearse el nivel de riesgo que se quiere correr, la rentabilidad deseada, qué objetivos se persiguen y el plazo durante el que se puede prescindir del dinero. Si el perfil es conservador y el usuario busca valores seguros, es mejor huir de los fondos en países emergentes.
Nunca hay que depositar los ahorros en productos cuyo funcionamiento no se comprenda. Este tipo de carteras son, por lo general, bastante complejas.
Antes de tomar una decisión, es conveniente contactar con un experto para que explique todos los riesgos del producto y también los beneficios que se pueden obtener.
Solo hay que destinar a inversiones el dinero que no se necesite en un futuro próximo. Es recomendable hacer cálculos con antelación, conocer los ingresos y los gastos futuros, prever desembolsos imprevistos y determinar si se puede llegar a fin de mes sin esa parte del patrimonio. Si el dinero se necesitará a corto plazo, es mejor no invertir en renta variable. Los fondos en países emergentes no son aconsejables en este caso.
Se debe consultar con detalle el folleto en el que se indican las comisiones que pagará el cliente -de gestión y depósito, de suscripción y reembolso o por cambiar la inversión de un compartimento a otro dentro del mismo fondo-. Antes de contratarlo, conviene conocer la rentabilidad que ha tenido en los últimos meses.
Conocer con exactitud los costes del producto permite una mejor inversión, sobre todo, porque la rentabilidad no solo depende de lo que hagan las empresas en los países emergentes, sino también de las tarifas y comisiones que aplique la entidad.
Otro de los consejos que llega desde la Comisión Nacional del Mercado de Valores es huir de las modas y de los gurús, y evitar las corazonadas.
Si una oferta parece demasiado buena para ser cierta, lo más probable es que sea un engaño. No conviene creer en los consejos no solicitados procedentes de personas desconocidas. A menudo, son «chiringuitos financieros» que ya se han llevado el dinero de un buen número de ciudadanos. Esto se puede aplicar a cualquier producto, pero más aún en lo que se refiere a inversiones en países emergentes, desconocidas por la mayoría de ahorradores.
Fondos en países emergentes
Son estos aspectos, en especial las posibilidades de crecimiento y las expectativas de mejora económica, los factores que hacen atractivos a los países emergentes en el momento de invertir. Para ello, hay varias posibilidades: comprar acciones de empresas de estos países, algo bastante complicado para el consumidor medio, o participar en un fondo de inversión.
Esta opción es más sencilla y cuenta con varias ventajas frente a la actuación de forma individual. En primer lugar, permite al interesado acceder a mercados que, de otro modo, no estarían a su alcance. Además, da la posibilidad de diversificar el capital, al depositar el dinero en varios compartimentos, de modo que las potenciales pérdidas se compensan con las ganancias de otro producto. Los costes de la inversión colectiva también son menores y, además, el partícipe cuenta con la información de expertos que gestionan el patrimonio.
Si el dinero se necesitará a corto plazo, es mejor no invertir
El fondo de inversión está formado por las aportaciones de los ahorradores que entregan su dinero a una gestora para que lo deposite de forma conjunta en distintos activos financieros. Estos intermediarios crean una cartera de valores constituida por empresas bien posicionadas en los países emergentes. Se puede invertir en BRIC, en Next Eleven, en Mercados Frontera o en otras muchas combinaciones creadas por las gestoras.
Se debe conocer en qué países se realizará la inversión, los riesgos que implica cada uno de ellos y la rentabilidad que ha conseguido el fondo en los últimos meses. Si se conoce cómo ha funcionado cada una de las carteras y, sobre todo, las expectativas que generen, el partícipe elige una u otra y, cuando venza el producto, obtendrá una rentabilidad que depende del comportamiento de los valores en los que haya depositado su dinero.
Sus características
Hoy en día, cualquier inversión que no esté al 100% garantizada supone un riesgo. Aunque todo indique que un fondo puede ser rentable, si las circunstancias mundiales cambian de un momento a otro, arrastran a varios países y, con ellos, a sus Bolsas.
Las inversiones en países emergentes son especialmente arriesgadas. Son muy volátiles, los valores del fondo experimentan variaciones importantes, no evolucionan de forma estable. El peligro que entrañan y las expectativas de obtener una gran rentabilidad van de la mano. Si bien es cierto que la posibilidad de revalorización de una cartera emergente es superior a la que se puede conseguir en la Bolsa española o en otras acciones europeas, las opciones de perder el dinero también son mayores.
Son mercados muy sujetos a altibajos y cualquier cambio puede hacer que sus perspectivas de crecimiento se modifiquen. De hecho, a principios del año 2011, muchos fondos de inversión cayeron en picado. En febrero se registró la mayor salida de capital en tres años. La inestabilidad en los países árabes y el miedo a un contagio en la zona influyeron para que el dinero depositado en las Bolsas huyera.
El temor a que los bancos centrales de los países emergentes tomen medidas para controlar la política monetaria también afecta de manera negativa a la rentabilidad de estos fondos de inversión.
Otro riesgo al que están sometidas las economías de algunos países emergentes es la depreciación de su moneda, la devaluación, algo similar a lo que ocurrió hace años en Argentina con el corralito.
No solo hay peligro en la inestabilidad política. Muchos de estos países están situados en zonas donde las catástrofes naturales de gran magnitud se registran con frecuencia y esto, además de acabar con miles de vidas humanas, también deprecia el valor de un fondo.
Son, por tanto, inversiones muy volátiles y arriesgadas. El dinero puede desaparecer en poco tiempo y, puesto que los fondos se crean para un plazo determinado, no es posible retirar el capital. Según señalan los conocedores del sector, una buena cartera de valores en Europa, aunque caiga en picado, a largo plazo es posible que se sitúe de nuevo en niveles positivos. Son depósitos mucho más estables, aunque en la actualidad ganar elevadas cantidades de dinero no sea sencillo. Sin embargo, esto no ocurre en los países emergentes. Aquí quien pierde sus ahorros es posible que no los recupere.
Muchas multinacionales españolas han encontrado en estos mercados grandes opciones de negocio
Este tipo de inversión se dirige a personas con un perfil arriesgado, que conozcan bien el funcionamiento de estos productos y deseen obtener rentabilidad sin miedo a perder gran parte del capital aportado. Los expertos aconsejan, en todo caso, que la inversión en emergentes constituya un porcentaje no muy elevado dentro de la inversión total y que esta esté integrada por otros valores menos volátiles.
Son un grupo heterogéneo formado por un gran número de naciones.
Los más consolidados son los denominados BRIC -acrónimo de Brasil, Rusia, India y China-, estados con una enorme población y territorios muy extensos. Son, además, productores de materias primas y recursos naturales y su Producto Interior Bruto se ha incrementado de forma casi imparable en los últimos años.
Por otra parte están los Next Eleven, que podría traducirse como Próximos Once, concepto acuñado por Goldman Sachs para referirse a los estados con mayor potencial de crecimiento tras los BRIC. Debido a su elevada población, todo indica que su consumo interno y su renta irán en aumento, por lo que las inversiones realizadas allí cuentan con más posibilidades de revalorizarse en el futuro. Son Bangladés, Corea del Sur, Egipto, Filipinas, Indonesia, Irán, México, Nigeria, Pakistán, Turquía y Vietnam.
Por último, estarían los llamados Mercados Frontera constituidos por un gran número de países, entre muchos otros, Argentina, Barheim, Emiratos Árabes, Eslovaquia, Chipre, Panamá, Ecuador o Croacia. Son una nueva generación de emergentes donde, a su vez, invierten otros mercados como los BRIC. Cuentan también con grandes posibilidades de crecimiento.
Muchos de estos países, sobre todo los ubicados en Iberoamérica, apenas han notado la crisis que se ha extendido por el planeta y experimentan un crecimiento sin precedentes. Algunos países emergentes, debido a los problemas por los que atraviesan los 27, se han mostrado interesados en adquirir bonos de la eurozona, algo impensable hace solo unos años. Muchas multinacionales españolas relacionadas con la construcción, la banca o las nuevas tecnologías han encontrado en estos mercados grandes opciones de negocio.