La rebaja en el precio del dinero ha supuesto que el tipo de interés se instale en mínimos históricos, en el 0,05%. Una primera consecuencia de esta medida para relanzar la economía se refleja en la bajada de rentabilidad de los depósitos, que de media está en torno al 0,50%. Pero la preocupación de los impositores va más allá al estimar que, de seguir esta tendencia, los bancos puedan pedirles dinero por tener depositados sus ahorros. Además, se acentúa por el hecho de que la banca alemana ve factible comenzar a cobrar por los depósitos de algunos clientes, aunque no a pequeños y medianos ahorradores. De hecho, ya aplican tipos de interés negativos a los depósitos a un día (solo a las aportaciones superiores a 500.000 euros). En España las operaciones a un día tienen un tipo de interés del 0,02%, aunque no llega a ser negativo. ¿Qué puede pasar? En las siguientes líneas se despejan las dudas sobre lo que sucederá con nuestros depósitos, ya sean de nueva suscripción o si ya se tienen contratados.
¿Qué sucederá con nuestros depósitos?
Son muy numerosos los ahorradores que ven cómo mes a mes la rentabilidad de sus imposiciones baja, hasta llegar a cotas mínimas. Ante esta situación, intentan subsanar el problema cambiando de banco, pero no encuentran solución ya que todo el sector bancario aplica intereses más bajos ante el abaratamiento del dinero. Sin embargo, si bien cobrar menos por su dinero es soportable, es muy distinto tener que pagar por suscribir un depósito. Desde la óptica de los pequeños ahorradores, la posibilidad de abonar un importe por depositar los ahorros en una imposición es inaceptable, aunque ello suponga ventajas para las medidas económicas promovidas con el fin de mejorar las cuentas del sector bancario.
De aplicarse el interés negativo, las alternativas de los usuarios que pretendieran haber contratado un depósito, pero decidieran buscar otra salida a sus ahorros, serían escasas y poco atractivas:
Guardar el dinero en casa.
Buscar la rentabilidad en otros productos de ahorro e inversión, aunque fuera a costa de asumir más riesgos.
Pagar, aunque esta opción sería absurda cuando se pueden desviar los ahorros hacia otros productos y activos financieros.
Si ya se tiene un depósito…
Los clientes que ya tienen suscrito un depósito no deben temer que se les apliquen intereses negativos, puesto que lo tienen previamente contratado con los bancos a un tipo de interés reglamentado y previamente estipulado, que bajo ningún concepto puede variar. En este sentido, su rentabilidad queda asegurada y deben estar tranquilos sobre un posible cambio a peor en los tipos de interés.
Cuestión diferente es qué pueda suceder en el momento de renovarlo a su vencimiento, pues en este caso sí se podría dar esta situación o, cuando menos, que girasen a la baja. Tampoco sería descartable la aplicación de alguna mínima comisión por su gestión o mantenimiento para evitar la entrada del interés negativo en las imposiciones.
Las cuentas, posibles afectadas
Donde es más factible, de continuar el abaratamiento del dinero, que haya un interés negativo es en la contratación de otros productos para el ahorro, sobre todo las cuentas, debido a que hay una gestión y mantenimiento directo por parte de los bancos.
De hecho, en la actualidad el interés que reportan es mínimo, por debajo del 0,30% en la mayoría de los casos. A este hay que descontar las comisiones (en donde las hubiese) por su gestión o mantenimiento, algo que en la práctica significa que los usuarios pagan dinero por disfrutar de algunas cuentas.
Por poca rentabilidad que generen los depósitos, es deseable conocer de antemano cuándo se van a cobrar los intereses, variable que puede incidir en la elección de uno u otro producto. El pago de intereses de un depósito puede ser cada mes, trimestral, semestral, anual o al vencimiento. No obstante, hay nuevas estrategias comerciales por las cuales no son los bancos los que imponen cuál será la periodicidad, sino que es el propio cliente quien la elige.
Siempre se recomienda que es mejor que el interés (el dinero) esté en manos del depositante -ya que a él pertenece- a que se lo quede el banco hasta el final del plazo. Se debe huir de permanencias muy altas de hasta 15, 18 o 24 meses. No obstante, a pesar de ello, conviene preguntar por la rentabilidad en cada caso, ya que en algunas propuestas de ahorro se puede quitar a los titulares unas pocas centésimas de rentabilidad si lo cobran antes.