Financiar las comisiones de un préstamo o incorporar el coste de un seguro en el importe del mismo para no tener que pagar primas anuales. Son dos de las supuestas ventajas que ofrecen algunas entidades para facilitar el reembolso a los prestatarios, aunque en ambos casos esto supone tener que pagar más dinero por el crédito contratado. Por ello, si se quiere obtener un préstamo personal o hipotecario, es recomendable, como se explica en este artículo, decantarse por los productos que no incluyan comisiones financiadas ni seguros PUF (préstamos personales para financiar bienes de consumo), ya que, de esta manera, la cantidad de dinero ahorrada sí que será importante.
En el mundo de los préstamos, la comodidad siempre sale cara. Muchos bancos se ofrecen a financiar algunos de los gastos de vinculación y de gestión de sus créditos, lo que permite pagarlos con comodidad pero encarece el coste final. A continuación se desvela cuánto dinero cuesta financiar el precio de las comisiones y de los seguros vinculados a los préstamos.
¿Comisiones financiadas? No, gracias
Entre las dudosas ventajas que brindan los bancos para reducir el importe de las cuotas de sus préstamos hay una que destaca de forma especial: financiar la comisión de apertura para no tener que abonarla de golpe en la primera mensualidad. En estos casos, lo que hace la entidad es incorporar el coste de la comisión al importe del préstamo, lo que permite pagarla a medida que se van abonando las cuotas. Sin embargo, al incrementarse el capital del crédito contratado, los intereses se devengan sobre una cantidad mayor, por lo que al final se acaba pagando más.
El peligro de los seguros PUF
Los seguros de prima única financiada o PUF son más comunes en las hipotecas que en los préstamos personales para financiar bienes de consumo. Pero en ambos caso, son productos que encarecen de forma significativa el precio de la financiación. Y es que, en vez de abonarse en primas anuales, estos seguros se pagan con las propias mensualidades del crédito, ya que su coste va incluido en el importe. Igual que en el caso anterior, como se devengan intereses sobre el capital del préstamo más el importe de la prima del seguro, al final la cantidad de dinero que habrá que reembolsar al banco será más elevada que si se pagara el seguro cada año.
Un ejemplo. Si se contrata un préstamo de hipotecario de 100.000 euros para devolver en 15 años con un interés fijo del 3% TAE y un seguro de vida con una prima anual de 100 euros, se pagará un total de 124.304,76 euros. Sumando el coste del seguro, que sería de 1.500 euros en total, se acabaría abonando 125.804,76 euros. En cambio, si el seguro es de prima única financiada, los 1.500 euros se incorporarán al monto de la hipoteca, por lo que al final se tendría que reembolsar un total de 126.169,35 euros, es decir, 364,59 euros más.
Otras supuestas ventajas que salen caras
Financiar el coste de las comisiones o de los seguros no son las únicas supuestas ventajas que encarecen el precio de los préstamos. Una de ellas es la flexibilidad de devolución, un aspecto que afecta mucho sobre el importe final del producto y al que muchos prestatarios no atienden lo suficiente. Es muy habitual que los bancos permitan elegir un plazo de amortización extenso para que el importe de las cuotas sea más reducido, pero sin avisar de que, al tardar más tiempo en reembolsar el crédito, se devengan más intereses y, por tanto, hay que pagar más dinero.
En el siguiente ejemplo se puede ver cómo se puede encarecer un préstamo por culpa de un plazo de devolución extenso. Si se amortiza en siete años un préstamo de 10.000 euros al 10% TAE, la mensualidad será de 166,01 euros y habrá que devolver un total de 13.945,06 euros. En cambio, si ese mismo crédito se reembolsa en cinco años, el importe de las cuotas será mayor (212,47 euros), pero la cantidad de dinero que se tendrá que pagar al banco será significativamente más baja: 12.748,52 euros.
Otra característica que puede hacer pagar más dinero por un crédito es la posibilidad de pedir un periodo de carencia total o parcial. Mientras dure la carencia, no se tendrá que pagar una parte o la totalidad del importe de las cuotas, pero al terminar ese tiempo, se incrementará el plazo de reembolso o lo hará el coste de las mensualidades. En ambos casos, habrá que reembolsar una cantidad más elevada al banco que si no hubiera pedido la carencia.