El desempleo, un percance que obligue a permanecer hospitalizado y paralice la actividad de un trabajador autónomo… Son numerosas las circunstancias que pueden provocar que la economía doméstica se resienta, y es importante contar con seguros capaces de mitigar tal situación. Desde los seguros de protección de pagos hasta las garantías por desempleo o incapacidad temporal, son muchos los productos que cubren a los usuarios, pero lo que gran parte de estos desconoce es que la mayoría de las tarjetas de crédito también incluyen coberturas e indemnizaciones.
Garantía de ingresos
La fórmula más común de protección son los seguros de protección de pagos, un producto que garantiza el pago de la cuota mensual del préstamo hipotecario o personal, en caso de desempleo o incapacidad temporal. Pero, aparte de este producto tan específico, hay otros que pueden solucionar más de un problema. Los más habituales son los relacionados con las pólizas de vida o accidentes, comercializados por la totalidad de aseguradoras, y que a sus coberturas habituales suman, por ejemplo, la cancelación del saldo pendiente de las tarjetas de crédito o una garantía de desempleo o incapacidad temporal, permitiendo al usuario mantener el seguro si no puede pagar las primas coyunturalmente por alguna de estas circunstancias.
También las aseguradoras cubren las necesidades derivadas de un internamiento hospitalario o paso por el quirófano de tal modo que esta circunstancia no suponga una dificultad añadida ni represente un obstáculo insalvable para su economía. Así, se garantiza la obtención de ingresos diarios en caso de hospitalización, accidente, intervención quirúrgica o enfermedad. Obviamente, las prestaciones serán mayores y más amplias cuanto más cara sea la prima.
Los seguros de protección de pagos garantizan el reembolso de la cuota del préstamo en caso de desempleo o incapacidad
Además de las pólizas, gran parte de las tarjetas de crédito incluyen estas coberturas, aunque con menores prestaciones que un seguro (a medida que la gama de la tarjeta sea más alta, más extensas serán sus prestaciones). Siempre que se contrate una tarjeta, por tanto, es aconsejable leer la letra pequeña del documento, ya que muchas veces los usuarios desconocen que tienen derecho a diversas indemnizaciones. Así, las tarjetas incluyen, por ejemplo, la posibilidad de saldar la deuda contraída con la misma cuando se produzca la invalidez absoluta y permanente del titular. Para poder optar a esta prestación, es necesario rellenar una declaración de salud e incluso, en algunos casos, hacerse un reconocimiento médico. También suelen incluir una cláusula en la que se contemplan coberturas para la invalidez de carácter temporal o en caso de sufrir accidentes.
Para autónomos y pymes
Los autónomos son los trabajadores que, probablemente, tengan una mayor desprotección. Para ellos, las aseguradoras cuentan con pólizas específicas con tres coberturas básicas: renta mensual por invalidez temporal, por fallecimiento o incapacidad profesional absoluta. Afinando aún más, algunas compañías incluyen la posibilidad de obtener una indemnización en caso de hospitalización, o cuando el trabajador autónomo sufra una incapacidad temporal total, lo que permite al titular mantener sus ingresos durante el tiempo que permanezca imposibilitado para realizar su actividad profesional. Igualmente problemática para estos profesionales es la retirada del carné de conducir, por lo que algunas pólizas incluyen la posibilidad de suscribir, aunque siempre de forma opcional, esta contingencia.
Respecto a las pequeñas y medianas empresas, el seguro de crédito es un instrumento muy eficaz, ya que protege el cobro de sus cuentas comerciales contra el riesgo de mora prolongada y el de insolvencia de los compradores. Así, garantiza uno de los activos más importantes de estas empresas. Abarca una amplia gama de servicios que agrupa los siguientes procesos:
Proceso de análisis y clasificación crediticia de los riesgos comerciales y vigilancia de la solvencia de los compradores.
Gestión de cobro de los créditos impagados.
Indemnización de las pérdidas dimanadas de los mismos.
Con la reducción del riesgo de impago de las cuentas por cobrar, las empresas pueden obtener mejores condiciones de financiación bancaria, así como aumentos en sus límites de crédito. Las cuentas de clientes dejan de ser una simple expectativa para convertirse en activos libres de riesgo, lo que representa una importante ventaja competitiva en las estrategias de negocio de las empresas.