En caso de quiebra o insolvencia de una entidad financiera, hay productos que están más seguros que otros. Conviene no olvidarlo y, como se hace a lo largo del siguiente artículo, se puede constatar que algunos, como los depósitos, cuentan con la protección del Fondo de Garantía de Depósitos con el objetivo de garantizar el dinero de los ahorradores. Pero hay otros, como los pagarés, que no contemplan esta posibilidad y, por tanto, son más sensibles ante posibles pérdidas.
¿Está seguro mi dinero?
En unos momentos como los actuales, en que prima más la seguridad que la rentabilidad en los productos bancarios, no son pocos los ahorradores españoles que se preguntan si pueden perder todo o parte de ellos en algún momento. Sobre todo se refieren a los productos de renta fija (depósitos, pagarés, bonos…), pero tampoco dejan atrás otros modelos más arriesgados de inversión procedentes de la renta variable (acciones, warrants, etc.), sin que falten otras propuestas que incluyen los anteriores o una mezcla de los mismos, como los fondos de inversión.
Bonos y obligaciones se reembolsarían solo si hubiera dinero suficiente en los balances de las entidades para cubrirlos
Son miles de millones de euros los que tienen depositados los ahorradores en estos productos. Si bien en muchos de ellos se ha limitado la rentabilidad, lo que no desean bajo ningún concepto es que se esfumen de manera drástica, bien por la inercia de los mercados financieros, como consecuencia de posibles intervenciones por parte de las autoridades comunitarias (al estilo de lo que sucedió hace unos días en la pequeña isla de Chipre), o por quiebra o insolvencia de alguna entidad financiera.
Los productos derivados de la renta variable se rigen por las normas del mercado: pueden subir sus cotizaciones como también bajar en la misma intensidad que dictaminen los mercados y pueden ser muy agresivas en sus movimientos. Es un riesgo que deben asumir los inversores a cambio de mejorar sus márgenes de rentabilidad con respecto a la renta fija.
La vieja creencia de que la renta fija es del todo segura se ha evaporado desde el inicio de la crisis
Pero es en estos últimos productos donde más dudas encuentran los usuarios, ya que la vieja creencia de que sus ahorros están del todo seguros en la renta fija se ha evaporado desde el inicio de la crisis económica. En caso de quiebra o insolvencia de una entidad financiera, hay productos que están más seguros que otros, no hay que olvidarlo. Es decir, hay algunos que cuentan con la protección del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), que se creó en octubre de 2011 para garantizar el dinero de los ahorradores. Pero hay otros que no lo contemplan y, por tanto, son más sensibles a posibles pérdidas.
Productos que protegen o no nuestros ahorros
Entre estos productos financieros, se encuentran tanto los de la renta fija como de la variable, así como los modelos mixtos. Unos sí contemplan garantías de protección económica, pero otros dejan desprotegidos por completo a los ahorradores, que pueden perder parte o el total de su capital.
Depósitos a plazo
Si bien es uno de los productos más seguros porque tiene la garantía del banco emisor, si este último quebrase o sufriese un proceso de insolvencia, no lo sería tanto y los depositantes podrían perder sus ahorros. Pero cuenta con el Fondo de Garantía de Depósitos que cubre las imposiciones de hasta 100.000 euros. A partir de esta cantidad ya no estarían cubiertas, por lo que la solución consistiría en diversificar esta apuesta de ahorro en varios depósitos de menor cantidad en diferentes entidades, aunque pueden ser suscritos por el mismo titular.
Pagarés bancarios
De gran aceptación en los últimos meses, conviene tener mucho cuidado con ellos, ya que si bien son muy parecidos a los depósitos, en este caso no están protegidos por el Fondo de Garantía de Depósitos. Así, en caso de quiebra o insolvencia del banco emisor, los suscriptores perderían todos sus ahorros, fuese la cantidad que fuese.
Cuentas corrientes, de alta remuneración, libretas de ahorro…
Este tipo de productos, al igual que los depósitos, está también protegido por el FGD y sus repercusiones serían las mismas. No obstante, es más difícil que las pérdidas puedan llegar a estos modelos de ahorro, ya que los inversores domésticos los utilizan para pagos familiares y personales y casi nunca se llega al tope de la garantía (100.000 euros).
Bonos y obligaciones
Tampoco están protegidos, y se podría perder todo el capital invertido. En caso de quiebra de la entidad u organismo emisor, se reembolsaría solo en caso de que hubiera dinero suficiente en los balances de las entidades para cubrirlos.
Acciones
La inversión en Bolsa queda fuera de cualquier protección, ya que se rige por la cotización de sus precios en los mercados bursátiles. No obstante, una mala elección en los valores puede propiciar que el capital invertido se diluya y se pueda perder todo o casi todo. Ejemplos en los últimos años no faltan: La Seda de Barcelona, Bankia…
Fondo de inversión y planes de pensiones
Ambas propuestas de inversión no están protegidas por el Fondo de Garantía, aunque sus suscriptores cuentan con otras herramientas para respaldar sus ahorros. En este caso, son las gestoras del fondo o el plan de pensiones quien los administra y, por tanto, no se verían afectados por la posible quiebra de un banco, que sí repercutiría si estuviese en la cartera de estos productos.
Hay un sinfín de productos de renta variable que pueden contratarse en los mercados financieros: ETF, derivados, futuros, divisas o CFD, entre otros. Muchos de ellos son altamente agresivos y de excesivo riesgo para el pequeño y mediano inversor y, en todos las situaciones, están más desprotegidos. Incluso en caso de pérdidas, estas pueden ser más agudas que en los productos más tradicionales de la renta variable. El inversor, si no pone remedio a este efecto contrapuesto a sus intereses, puede perder hasta más de la mitad del valor de sus inversiones.
La única solución para remediar estos males consiste en vender los títulos a tiempo o protegerse a través de una orden “stop loss” (mandatos condicionados de venta que permiten al usuario limitar sus pérdidas cuando el valor contratado experimenta un retroceso severo en su cotización). En estos casos, la protección de estos productos vendrá dada por las diligencias y actuaciones del propio inversor.