Algunos valores del Mercado Continuo cerraron el ejercicio 2008 con descensos en su cotización del 60%, 70%, 80%… e incluso algunos se acercaron al 100%. La renta variable fue durante el pasado año muy peligrosa para los intereses de pequeños y medianos inversores, pero además en el parqué bursátil hay un ramillete de valores con un potencial altamente peligroso, caracterizados por su alta volatilidad, baja liquidez y un elevado componente especulativo.
Potencial «altamente peligroso»
Los valores denominados “de peligro” son títulos de empresas especulativas, cuya cotización no se basa en ningún análisis empresarial o fundamental, sino en expectativas, y por regla general cuentan con un alto grado de endeudamiento en su cuenta de resultados. También se les reconoce por una serie de particularidades en su cotización: son títulos muy volátiles, cuyo precio máximo y mínimo en una sesión puede alcanzar un 15% de oscilación, y sólo son aptos para un perfil de inversor experimentado que opere en el intradía (en el mismo día). Su capitalización es muy pequeña, por lo que resultan muy peligrosos a la hora de deshacer posiciones ya que no se pueden vender cuando el inversor quiere, sino cuando lo dispone el mercado; de ahí que en no pocas ocasiones se malvendan. También tienen un componente altamente agresivo que propicia que las “manos fuertes” del mercado (brokers o intermediarios) puedan dirigir sus movimientos a su antojo.
Las bases de su peligrosidad
Su peligrosidad radica, pues, en el hecho de que pueden ocasionar una pérdida en el capital invertido que puede rondar el 100%, muy por encima de las de otros valores integrantes del índice “Ibex-35”. Esta frecuencia es normal cuando se está en un proceso bajista, por ello las acciones de estos títulos pueden caer verticalmente, como sucedió el pasado ejercicio, cuando se llegó a mínimos históricos. Pero también sucede lo contrario: tienen unas revalorizaciones importantes, aunque no suelen ser tan verticales, por lo que nunca se sabe el momento oportuno para “subirse al carro” del tirón alcista, y se corre el riesgo de quedar “enganchado“.
Estos valores pueden ver sus precios revalorizados en más del 100% durante algún periodo para posteriormente caer a niveles históricos
Otro de sus peligros está en su poca liquidez, lo que propicia que unos cuantos pasos de compra o venta por parte de los operadores del mercado originen un movimiento radical al alza o a la baja, alejados de cualquier lógica bursátil. De hecho, estos valores suelen estar movilizados por unos pocos operadores bursátiles interesados en que un valor siga una determinada tendencia (alcista o bajista), sin que el pequeño y mediano inversor sepa absolutamente nada de estos movimientos que hacen oscilar sus precios, y que son objeto de quejas e incluso reclamaciones ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Se trata, además, de valores sensibles a la entrada de nuevos accionistas de referencia en su accionariado. A diferencia de los grandes valores, estos no suelen ser estables y tienen por objetivo estar solamente durante un periodo de tiempo determinado, lo que afecta negativamente a la cotización de sus títulos.
Oscilaciones por encima de la media
Los valores denominados “peligrosos” se caracterizan también por las fuertes oscilaciones que sufren en su cotización. No es de extrañar que alguno de ellos haya visto sus precios revalorizados en más del 100% durante algún periodo para posteriormente caer a niveles históricos; de ahí el gran peligro que supone tenerlos en la cartera de valores -aunque son muy populares entre los inversores más imprudentes o que se dedican a especular-. Un ejemplo de ello es Jazztel, con una escalada alcista que atrajo a miles de pequeños y medianos inversionistas; se disparó hace unos años sobrepasado la unidad de euro, e incluso se encaminó hacia la cota de los 2 euros, aunque finalmente su cotización inició una presión bajista que la llevó a cerrar 2008 a 0,16 euros. También La Seda de Barcelona, tras estabilizarse en los 2,20 euros y alcanzar los 2,50 euros, inició una fase bajista que la llevó a mínimos, al cotizar a 0,37 euros. Más llamativo aún es lo ocurrido en Avanzit, que tras alcanzar los 8,61 euros en 2007, desarrolló una fase bajista que ha devuelto al valor a los 0,86 euros. Esto, traducido en la inversión de cada pequeño ahorrador ha supuesto pérdidas de gran parte del capital invertido, pues en los casos mencionados han sido del 89%, 86% y 90%, respectivamente.
Serios riesgos
Los valores que reúnen estas características proceden de todos los sectores y coinciden en un aspecto primordial: suelen ser muy vulnerables a los intereses de los pequeños y medianos inversores. Ercros, Jazztel, La Seda de Barcelona, Avanzit, Sniace, Service Point Solutions, Natraceutical, Zeltia, Puleva Biotech, Inmobiliaria Colonial, Dogi, Natra, Urbas o Tavex Algodonera son algunos de los que se pueden encontrar en el Mercado Continuo español. La volatilidad de sus acciones son enormemente elevadas y, además, su volumen de contratación es mínimo, a diferencia de lo que ocurre con los grandes valores o los “blue chips” que cotizan en el “Ibex-35” que mueven diariamente miles de millones de euros en su contratación.
El principal riesgo que conlleva la contratación de estos títulos en la cartera de valores es el de sufrir pérdidas muy importantes en su cotización, que puede llevar al inversor a ver descender gran parte de sus ahorros. Es una situación normal, y sucede con cierta frecuencia, que pequeños inversores hayan comprado títulos a 4 ó 5 euros, por ejemplo, para posteriormente encontrarlos con una cotización por debajo de la unidad de euro. En esta situación la disyuntiva es o vender para obtener unas minusvalías que pueden rondar el 100%, o esperar para que se recuperen sus títulos, pero en caso de que esto ocurra será en el muy largo plazo, cuando el inversor que opera en este mercado lo hace para rentabilizar su inversión rápidamente, y ello supondría un cambio radical en sus planteamientos. Cuando han bajado hasta sus mínimos históricos, estos valores se estabilizan en esos precios, con posibles repuntes en su cotización, pero tardan mucho en lograr de nuevo sus precios originales, si es que lo consiguen.
Cuando han bajado a sus mínimos históricos estos valores se estabilizan, pero tardan mucho en lograr de nuevo su precio original
Además, al no ofrecer ninguna retribución por dividendo, no cuentan con ningún atractivo adicional para el inversor, como ocurre con otra de serie de valores de la renta variable española que ofrecen entre un 3% y 6% de remuneración por este concepto.
Lo mejor para limitar las pérdidas y conseguir que la apuesta no merme la economía doméstica del ahorrador, es utilizar las siguientes armas bursátiles:
- Órdenes de stop loss, que limiten las posibles pérdidas asumiendo un tanto por ciento de minusvalías en la apuesta realizada.
- Destinar a esta inversión el mínimo capital disponible, sabedores de la peligrosidad de este tipo de apuestas.
- Poner la inversión en manos de un experto bursátil que será quien dictamine la idoneidad de la operación.
- Controlar las posibles ganancias y vender las posiciones compradoras cuando se haya conseguido la meta que el inversor se haya puesto inicialmente. No hay que ser ambicioso con este tipo de propuestas debido al cambio de tendencia tan brusco que tienen los valores “peligrosos”.