Hoy en día, es posible vivir sin tarjetas bancarias, si se dispone de una cuenta en una entidad, así como de una cuenta tipo Paypal para las compras por Internet. La comodidad, seguridad y el acceso a crédito que aportan las tarjetas ha extendido su uso de forma imparable en nuestra sociedad. Si bien, la necesidad de huir del endeudamiento y controlar los gastos en las economías familiares, el aumento exponencial en las comisiones de los plásticos, y el creciente recelo hacia las entidades financieras responsables principales de la crisis económica actual, han alimentado el debate sobre la posibilidad de renunciar a ellas. Ahora, más de 20 años después de su generalización e implantación definitiva en España, ¿sería factible volver la vista atrás y renunciar a sus “bondades”? Pero ¿qué ventajas e inconvenientes presentaría? A continuación se exponen los argumentos en pro y en contra de una vida sin dinero de “plástico”.
¿Es posible vivir sin tarjetas bancarias?
Cómo disponer del dinero:
Tener una cuenta bancaria, y su correspondiente libreta, permite realizar determinadas operaciones sin necesidad de una tarjeta. El único requisito es acudir a la ventanilla de las oficinas bancarias en horario comercial y, con el DNI, solicitar el dinero necesario. Además, la libreta ejerce las funciones de la tarjeta en los cajeros pertenecientes a la misma entidad en las que se dispone de cuenta.
Las entidades financieras en solo un año han subido las comisiones por el uso de tarjetas de débito y crédito un 11,65% y un 8,98%, respectivamente
Ante la necesidad de realizar un desembolso sin disponer del dinero en efectivo suficiente en ese momento, no tener tarjetas sería un obstáculo. En este caso, no habría posibilidad de compra inmediata, más allá del uso de la libreta citado.Pagos en internet:
Otra de las principales desventajas de no disponer de tarjeta se encuentra en la comodidad que ofrecen los «plásticos» para efectuar compras a través de la Red. Además del pago contra reembolso, por transferencia o domiciliación bancaria para ciertos productos, una opción es solicitar ayuda a amigos o familiares que dispongan de una tarjeta y realicen ellos la adquisición, a cambio de entregarles el dinero en efectivo.
Sin embargo, los medios de pago en Internet han ido evolucionando y hay distintas posibilidades para realizar compras en la red sin necesidad de una tarjeta bancaria. Así, destacan el sistema Paypal, Bill Me Later, Moneybookers.com o ClickandBuy entre otros sistemas de pago, que irían asociados a la cuenta bancaria directamente, y no a la tarjeta de crédito o de débito, o nuevos sistemas de pago a través del móvil.
Ventajas de la tenencia y uso de las tarjetas
Comodidad y disponibilidad:
Disponer del dinero de una cuenta bancaria en el momento y el lugar que el titular de la tarjeta desee supone un avance fundamental, en tiempo y comodidad. Solo es necesaria la presencia física del cajero más próximo. Asimismo, adquirir productos o servicios a través de Internet (viajes, reservas, entradas…) resulta rápido, cómodo y seguro mediante el uso de un «plástico» bancario.
Seguridad:
Tener una tarjeta permite a su poseedor prescindir de llevar consigo una gran cantidad de dinero en efectivo. Gracias a ello, se puede evitar la pérdida, sustracción o robo de esa cuantía. Además, gracias a su fiabilidad, son poco comunes los errores administrativos o equivocaciones derivadas de una transacción en efectivo.
Acceso a crédito:
Esta ventaja solo es aplicable a las tarjetas de crédito, y no a las de débito. La tarjeta de crédito permite al titular acceder a un saldo superior de lo que dispone en su cuenta corriente, mediante préstamos directos, lo que le aporta una gran flexibilidad. Además, este «plástico» bancario ofrece una importante cobertura en cuanto a seguros (asistencia médica, robos o pérdidas de equipaje, seguros de viaje y accidentes) que dependerán de las ofertas de la entidad emisora y del contrato entre esta y el cliente.
Desventajas de la tenencia y uso de las tarjetas
Costes:
Tanto por su mantenimiento como por su uso, los costes de las tarjetas bancarias se han disparado en los últimos años (aunque hay ofertas de entidades que no cobran por ellas). Según los últimos datos del Banco de España, correspondientes al pasado mes de marzo, las entidades financieras han subido las comisiones por el uso de tarjetas de débito y crédito un 11,65% y un 8,98% respectivamente, respecto al mismo mes de 2011.
La comisión media anual por tarjeta de débito se situó en marzo en 20,02 euros, 2,09 euros más respecto al mismo periodo del pasado año. Mientras que para las tarjetas de crédito, la comisión media al año se estableció en 37,48 euros, 3,09 euros por encima de la tasa correspondiente a doce meses antes.
A ello hay que añadir los costes por la disposición de efectivo en los cajeros. Sacar dinero de un cajero implica unas determinadas comisiones. Su precio varía en función del contrato con la entidad emisora, de si se realizan en la propia red, o en una red distinta, en cuyo caso la media por operación es de 4,46 euros, según datos del Banco de España.
Riesgo de endeudamiento:
Una de las principales conclusiones del «Barómetro Anual de MasterCard de las tarjetas en España 2011» es que la crisis económica y financiera que atraviesa el país ha frenado la utilización de la modalidad de pago aplazado -a crédito y con intereses- en las compras con tarjeta, que se ha reducido el 36 % en 2011 y ha caído al 14,1 % del total frente al 22,1 % de 2010. El endeudamiento que soportan buena parte de las economías familiares, así como la restricción del crédito impuesta por las entidades explican esa contracción.
El dinero adicional del que puede disponer el titular de una tarjeta de crédito puede catalogarse como un préstamo por parte de la entidad emisora. El riesgo al que se enfrenta es no controlar los gastos que realice con la tarjeta y no poder asumirlos en el plazo pactado, lo que puede provocar un endeudamiento y el pago de altos intereses.
El sobrecoste:
Efectuar los pagos con tarjeta puede inducir a un mayor coste en los artículos o servicios, ya sea por el interés, los cargos por financiamiento o la inclusión de comisiones adicionales (los comercios han de asumir una comisión por operación).
El impulso de compra:
Es relativamente sencillo perder el control del gasto mensual si se utiliza de forma sistemática la tarjeta. Además, diversos estudios han puesto de manifiesto que la compra compulsiva es más habitual con los «plásticos» que con efectivo.
Fraude:
Las tarjetas están expuestas a fraudes en caso de robo, extravío o duplicados, si bien disponen, en función de la entidad emisora y el contrato, de distintos seguros.
A raíz de la crisis económica, el parque de tarjetas bancarias ha sufrido un descenso prolongado desde su máximo de 2008, cuando había en circulación 76,40 millones. El número de “plásticos” bancarios se estableció en 68,97 millones en 2011, con una caída del 3,65% respecto al año 2010, según los últimos datos del Banco de España.
Sin embargo, el valor de las operaciones de pago con tarjeta fue de 219.100 millones de euros en 2010, lo que supuso un aumento del 2,7% en relación al año anterior, tal y como refleja un informe de la consultora DBK, empresa española especializada en estudios de análisis sectorial y de la competencia.
Al margen de la desfavorable coyuntura económica, la migración hacia la tecnología EMV chip, que ha motivado la cancelación de un número significativo de tarjetas inactivas, han sido las principales causas de esta tendencia, según el estudio de DBK.