El consumo de energía se dispara en verano: para combatir el calor y refrescarse, se recurre al aire acondicionado y los ventiladores, se gasta más agua y se abre el frigorífico y el congelador cada poco rato. En la época estival, no es posible dejar de hacer estos gestos, pero sí utilizar los recursos de manera racional para ahorrar energía y, de esta forma, no asustarse al recibir la factura de la luz. En este artículo se listan 11 trucos frescos para ahorrar energía en verano, como colocar bien los ventiladores, no encender luces innecesarias y tender la ropa al aire libre. Estos hábitos ayudan al medio ambiente y, además, a no gastar tanto dinero.
1. Refrescar la casa sin gastar
Una casa luminosa es un tesoro, pero en verano, en los días más calurosos, se desearía que el sol no entrase a raudales por la ventana. Cuando el calor aprieta se busca que la vivienda esté en penumbra, ya que da sensación de frescor sin tener que gastar energía ni dinero. Para lograrlo se deben bajar las persianas y correr las cortinas, cubrir los muebles con telas claras y ligeras, cerrar las ventanas y retirar las alfombras.
Otro aliado del ahorro de energía en la época estival son los toldos. Al instalar uno de ellos se puede reducir hasta un 60% el gasto energético, según la Guía de la Energía del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).
2. ¿Dónde coloco los ventiladores?
Hay quienes dicen que el ventilador solo mueve el aire caliente y dudan de su utilidad. ¡Se equivocan! Un ventilador refresca mucho una habitación, pues produce una sensación de descenso de la temperatura de entre 3 ºC y 5 ºC, según estimaciones de Ecoembes, entidad que cuida del medio ambiente. Y, además, apenas gasta electricidad. Pero para que refresque de verdad y se pueda aprovechar todo su potencial, hay que escoger con cuidado dónde colocarlo: el mejor sitio es al lado contrario de una puerta o ventana, ya que de ese modo se crea una corriente de aire que cruzará toda la habitación.
Los ventiladores de techo resultan también muy útiles para refrescar el ambiente y crean corrientes de aire que alejan el calor de la piel. Además, consumen un 90% menos de energía que la que necesita el aire acondicionado central.
3. Aire acondicionado: la ubicación sí importa
Según un estudio americano, casi la mitad de todas las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la energía que se utiliza para mantener las casas con todas las comodidades, calientes en invierno y frescas en verano. En España, durante la ola de calor del año pasado, los hogares españoles consumieron 39.128 megavatios, superando a los cuatro veranos anteriores, según Red Eléctrica Española. Aunque es preferible usar otros métodos para refrescar la vivienda, no siempre se puede renunciar al aire acondicionado, pero debe emplearse con moderación.
Y es importante, además, seguir una serie de pautas respecto a su ubicación. Siempre hay que colocarlo en la zona donde dé menos el sol y tras cerrar persianas y cortinas, ya que la luz solar que entra por las ventanas representa el 20% del recibo del aire acondicionado. En el dormitorio no debe situarse sobre la cama y en las habitaciones grandes hay que instalarlo en la pared más larga para conseguir una refrigeración uniforme.
4. Utilizar pantallas planas en los ordenadores
Si la idea es hacerse con un ordenador, compensa que la pantalla sea TFT, menos nociva para la vista que las convencionales y con un menor consumo de energía. Además, si se quiere ahorrar energía hay que bajar su iluminación, quitar el salvapantallas, apagar el equipo informático si la ausencia ante él durará más de 35 minutos y no tener conectados la impresora, el escáner o los altavoces si no se están utilizando. También conviene apagar el monitor (es la parte del ordenador que más energía consume) cada vez que se tenga la intención de pasar un rato sin usarlo.
5. Poner la lavadora a baja temperatura
¿Que la ropa tiene manchas? No hace falta meterla en agua hirviendo para que salga la grasa. Hoy en día, para quitar de las prendas de vestir la suciedad y las manchas más grasas, no se precisa utilizar programas de lavado con agua caliente (el 90% de la energía que consumen las lavadoras es para calentar el agua). Los detergentes y lavadoras actuales permiten que incluso en agua fría la ropa salga de la máquina sin rastro de suciedad. Y, además, a baja temperatura los colores aguantan más tiempo y el tejido se estropea menos.
6. Usar ropa fresca y que no necesite plancha
En verano el calor invita a ponerse prendas amplias y de tejidos naturales, como algodón o lino. Vestir con ropa transpirable y ligera no solo hace que se esté más a gusto, sino que hará retrasar la hora de poner en marcha el aire, lo cual se traduce en ahorro. También se ahorra dinero y energía, si se utilizan prendas que no precisan ser planchadas, pues este pequeño electrodoméstico es uno de los que más energía consume.
7. Tender al aire libre
¡La secadora en verano está prohibida! Solo se admite su uso para emergencias, ya que es un electrodoméstico que consume mucha energía y no deja la ropa en tan buen estado como si se seca al aire libre. Tender al aire y el sol es lo más adecuado siempre, pero sobre todo en la época estival, cuando en poco más de una hora se pueden recoger secas las prendas que se han colgado en la cuerda del tendedero.
8. Ahorrar agua es ahorrar energía
El ahorro de agua produce ahorro de energía. Aunque los consejos estén manidos, hay quien aún los necesita: hay que cerrar los grifos mientras uno se lava los dientes, durante el afeitado o, si se lava a mano, mientras se enjabonan los platos sucios. Hay que darse duchas cortas, regar las plantas al atardecer o a primera hora de la mañana, reducir el gasto de la cisterna y reparar cualquier pequeña avería que pueda ocasionar la pérdida de agua (grifos que gotean, etc.).
9. No encender luces sin necesidad: ¡da calor y gasta dinero!
La luz representa el 20% del gasto en energía de la mayoría de los hogares. Encenderla en verano antes de las nueve de la noche es tirar el dinero, ya que en pleno julio a esa hora aún hay luz en la calle. Además, las lámparas encendidas dan mucho calor, que es precisamente lo que se desea evitar en esta época.
Cuando se necesite una luz, se debe apagarla siempre en cuanto se salga de la habitación. No hacerlo supone un gasto enorme de energía y este pequeño gesto que no supone ningún esfuerzo se traduce en un ahorro real.
10. Bajar la temperatura del agua caliente
Cuando hace mucho calor, en la ducha no es habitual utilizar el agua a la misma temperatura que en los meses de invierno. Por eso, no tiene sentido calentar el agua a una temperatura muy elevada (lo que más energía gasta) si luego se bajará para bañarse a gusto. Cuando sea posible, se puede ahorrar dinero y energía bajando durante el verano la temperatura máxima del calentador de agua.
11. Moverse en bici o caminar
El buen tiempo anima a salir a la calle y a disfrutar de la bicicleta o de un buen paseo. Por eso, se puede ahorrar mucho dinero, y ayudar de paso al medio ambiente, si uno se olvida por unos meses del coche. Será un gran cambio, que lo notará el bolsillo y la salud, desplazarse de forma sostenible, ya sea para ir al trabajo o en los ratos de ocio.
Si importante es refrescar el ambiente, no lo es menos hacerlo por dentro. Además, estar hidratado y fresquito por dentro hace notar menos sensación de calor y no se gastará un solo euro en encender el aire o el ventilador ni derrochar energía. Se puede conseguir, si se comen platos fríos como ensaladas, zumos, gazpacho o fruta.