De entre los trucos que se pueden utilizar para rebajar la factura de la luz, reducir la potencia es el más instantáneo. Y es que lo más habitual es que, por miedo a que salten los plomos, se contrate más potencia de la necesaria. Por ello, en este artículo se describe cómo afecta la potencia al recibo eléctrico y se explica de forma sencilla cómo conocer la potencia justa que se precisa en casa, para no quedarse sin luz, ni pagar de más.
¿Cómo pagar menos luz? Baja la potencia
Las facturas de la luz elevadas no tienen fácil solución. Por más que uno se decida a cambiar los hábitos para reducir el consumo, la propia metodología con la que se cobra la energía juega en contra del usuario. Esto se debe a que más de la mitad de lo que se pagan son costes fijos independientes del consumo.
Entre los costes fijos que se asume en los recibos de la electricidad están los impuestos, los peajes y la potencia de luz. De esta lista, solo el último se puede ajustar a favor del consumidor. Y es que, a mayor potencia contratada, más se pagará a final de mes.
Un ejemplo. Si se toman como referencia los precios regulados para la potencia eléctrica (3,170286 euros/kW/mes), pasar de una potencia de 5,75 kW a otra de 4,6 kW supone un ahorro de 3,65 euros al mes. Tal vez así parezca poco, pero este importe repercute luego en los impuestos sobre la electricidad, así como en el propio IVA. Por lo cual, acaba siendo un pellizco a final de año.
¿Cómo bajar la potencia de la luz con seguridad?
La potencia eléctrica es la capacidad que se le da a la instalación para poder usar los aparatos. Así, a mayor potencia, más electrodomésticos se podrán tener funcionando a la vez. A tenor de esto se puede concluir que no se puede bajar este concepto sin pensarlo bien.
Por otro lado, hay que saber que reducir la potencia tiene un coste de unos 10 euros y no se puede realizar siempre que se quiera. Aunque el proceso es tan sencillo como solicitar la bajada en la compañía y quedar con el instalador para que ajuste el contador, existe un límite de veces que se puede llevar a cabo este trámite al año. Aquí cada comercializadora de luz pone sus normas, aunque lo más habitual es que solo lo permitan hacer una vez al año.
¿Qué potencia de luz necesito?
Pese a lo atractivo que resulta saber que es posible ahorrar una buena suma si se hace una bajada de al menos dos escalones, no hay que tomar esta decisión a la ligera. Lo más habitual es bajar un punto la potencia. No obstante, si se considera que se dispone de un volumen muy alto para lo que se tiene conectado, es posible calcular para determinar cuál sería la potencia más indicada.
Para saber la potencia que se necesita solo se tiene que sumar el voltaje de cada aparato que se utiliza. Pese a que no se emplearán todos a la vez, sí es importante dejar un margen para evitar que en circunstancias especiales no salte el diferencial.
Si el consumidor se acaba de mudar y no tiene ni idea de qué electrodomésticos comprará o qué potencia debería contratar, estas pautas pueden sacar de dudas:
- Piso de soltero o pareja: lo habitual es apostar por una potencia de luz de 3,45 kW en hogares donde la cocina sea de gas, mientras que si se tiene vitrocerámica o aire acondicionado, lo normal sería subir hasta los 4,6 kW.
- Familia con dos niños o piso compartido (tres adultos): en principio los 4,6 kW podrían valer, aunque si se cuenta con aparatos de alto consumo, tal vez toque aumentar hasta los 5,75 kW.
- Piso con cinco adultos o más: la potencia recomendada se incrementará hasta los 5,75 kW y los 6,9 kW.
Como siempre, esto es una guía orientativa y al final dependerá de los electrodomésticos que se compren y el consumo, más o menos responsable, que se haga. Sin embargo, no se debe olvidar que, aunque bajar la potencia es barato, volverla a subir también tiene coste: en concreto, en torno a 60 euros, lo mismo que uno se estaría ahorrando al cabo del año por bajarla. Por lo tanto, lo conveniente es andarse con ojo, ya que el truco para ahorrar luz puede salir realmente caro.