Iluminar nuestro hogar supone un 20% de la factura eléctrica de la vivienda. Pero este porcentaje considerable puede verse reducido si se siguen una serie de consejos, como los que se detallan en este reportaje. Las siguientes pautas son fórmulas sencillas pero que implican a menudo mentalización y cambio de hábitos. En otros casos, se trata de prácticas decorativas que facilitan al máximo la entrada y el aprovechamiento de la luz natural.
Usar la bombilla adecuada
Las bombillas incandescentes ya no se fabrican. Ahora las hay tipo LED y de bajo consumo. ¿Con cuál se ahorra más? Con unas se gasta menos al comprarlas, y con las otras, se ahorra más energía.
Bajo consumo: tienen un consumo mucho más bajo que las bombillas de siempre. Con ellas se puede reducir entre un 60% y un 70%, y su vida útil es de unas 8.000 horas de funcionamiento.
Tardan en encenderse y en llegar a su máxima luminosidad y son idóneas para utilizarlas en habitaciones en las que se necesite tener la luz encendida durante mucho tiempo.
Bombillas LED: consumen entre un 80% y un 85% menos que las bombillas tradicionales y duran cerca de 40.000 horas. Su precio es alto, superior al de las bombillas de bajo consumo.
Tener en cuenta la orientación de la casa
La cantidad de luz natural que recibe una casa depende de su orientación, y tenerla en cuenta puede suponer un ahorro de energía de hasta el 70%.
Las habitaciones que están orientadas al sur, al suroeste y al este son las que más horas de luz solar tienen y, por tanto, las mejores para convertirse en el salón o el despacho.
Las estancias que están orientadas al norte, noreste y nordeste reciben menos horas de sol, por lo que deben ser habitaciones de poco uso o que solo se utilicen para dormir (como los dormitorios de invitados, por ejemplo).
La decoración, una aliada para ahorrar
Se puede ahorrar el dinero invertido en iluminar la vivienda, si esta se decora con colores claros y brillantes, que reflejan y distribuyen mejor la luz. Conviene, por ello, tener el mayor número de elementos decorativos de color neutro o blanco: puertas, muebles… y, sobre todo, las paredes. Porque si los ventanales dan a una pared, cuando está pintada en colores claros refracta la luz hacia el interior.
Además, se pueden emplear tejidos ligeros y de colores suaves en las cortinas, las alfombras, los sofás, cojines y sillones para dar una mayor sensación de luminosidad.
La colocación de las lámparas también influye en la iluminación. Cuanto más cerca del techo esté colocada, mejor iluminación dará, pues se evitan sombras sobre los muebles y el suelo.
Los espejos hacen que la casa parezca más grande y, además, es una gran fuente de luz si se ponen de manera que reflejen esta hacia el interior.
Otras medidas para ahorrar en iluminación
Las abuelas y las madres repiten como un mantra que hay que apagar las luces de las habitaciones vacías. Pero a pesar de escucharlo cientos de veces, este hábito se olvida con facilidad y hace gastar mucho dinero.
Como alternativa, cabe la posibilidad de instalar programadores, fotocélulas o sensores de presencia para disminuir el tiempo de uso.
Utilizar reguladores de intensidad luminosa electrónica o lámparas con niveles de iluminación, manteniendo la potencia baja cuando no es necesaria una gran intensidad de luz, para así ahorrar energía.
Emplear luces próximas para leer, coser… mediante la regulación de la iluminación a sus necesidades. De esta forma se eliminan las luces indirectas y con iluminación localizada se consiguen ambientes más confortables.
Limpiar con regularidad las fuentes de luz y pantallas para evitar que la suciedad dificulte su difusión. Una bombilla sucia o en mal estado puede llegar a perder hasta un 50% de luminosidad. Sin embargo, la limpieza y el buen estado de las lámparas puede dar lugar a un ahorro de hasta un 20% en el consumo de electricidad.