¿Dejar una luz fluorescente encendida gasta menos que si se enciende y apaga de manera constante? ¿Esta idea tan arraigada tiene razón de ser o no es cierta? Es casi una leyenda urbana, pues tener la lámpara encendida consume energía, lo que supone gastar. Ahora bien, como se señala en este artículo, siempre hay matices y lo importante no es el gasto en el encendido, sino que la vida de la fluorescente disminuye si se enciende y apaga todo el rato. Y, aunque mantenerla prendida consume energía, los expertos concluyen que no habría que apagar la luz si se piensa encenderla antes de 45 minutos.
¡Apaga la luz si tardarás más de 45 minutos en encenderla de nuevo!
¿Se ahorra de verdad si se deja encendida una lámpara fluorescente? En realidad, depende del tiempo que permanezca, aunque la respuesta es más compleja de lo que parece. Durante el encendido, como señala Félix García Rosillo, investigador del Ciemat (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas), se consume una potencia que es varias veces la del funcionamiento normal (sobre tres a cinco veces), pero solo durante cerca de un segundo. Es decir, en cuanto la luz esté funcionando varios segundos, el consumo durante el encendido deja de ser significativo. No está justificado dejar la lámpara encendida mucho tiempo por miedo a gastar mucha energía durante el encendido.
Sin embargo, como indica el experto, sí hay un motivo para dejarla prendida un cierto tiempo. El problema con el encendido no es que se consuma más, pues solo ocurre durante un tiempo muy pequeño. Y es que de mucho encender y apagar una fluorescente se reduce el tiempo de vida de la lámpara, ya que se desgasta el cebador, el balasto, el propio tubo y otros elementos. Por tanto, habrá que cambiarla antes. Y al dejarla encendida, gasta energía -lo que cuesta dinero- y genera más o menos emisiones (en las plantas productoras de energía) de CO2, mercurio, etc.
Por estas razones, tiene que haber un balance entre el tiempo de vida (que se reduce con el encendido) y la energía que se ahorra al tener la luz apagada. En el Ciemat lo han analizado para un tipo muy concreto de lámpara fluorescente, para el cual se ha estimado que no habría que apagar si se encenderá de nuevo la luz antes de 45 minutos. Es decir, en general, si se supone que se volverá a esa habitación antes de 45 minutos, es mejor dejar la fluorescente encendida, pero si se estima que se tardará en regresar a la estancia más de 45 minutos, lo mejor es apagarla. Y aunque, como explica Rosillo, «puede no ser igual para otras fluorescentes no analizadas, lo más sensato parece actuar de este modo».
¿En qué estancias de una casa las podemos usar?
Las lámparas fluorescentes de calidad tienen una vida de entre 8.000 y 10.000 horas, aunque todo dependerá de la lámpara, su balasto y su uso. Por eso, es útil para ahorrar luz emplearlas en cualquier habitación en la que se prevea que la lámpara estará encendida un tiempo prolongado, un mínimo de 45 minutos. Esto puede ser en salas de estar, estudios, cocinas, talleres, a veces en cuartos de baño, etc. En general, se recomienda no utilizarlas en lugares de corta estancia, como pasillos.
Hay personas reticentes a emplearlas, debido a mitos relativos a un supuesto color deficiente, etc. Pero lo que casi todos los consumidores desconocen es que se pueden elegir colores apropiados para diferentes usos y habitaciones.
¿Cómo podemos ahorrar al usar fluorescentes?
Como en cualquier producto, antes de comprar un tubo fluorescente hay que indagar en las comparativas de los medios de comunicación e Internet. Por supuesto, también es importante elegir buenas calidades, aunque tengan un precio de adquisición mayor. Además, se deben tener en cuenta las características adecuadas como flujo luminoso, tiempo de vida, color y reproducción cromática, eficacia luminosa, tipo de uso, coste, etc.
Y, respecto al uso, hay que apagarlas con el criterio general expuesto: si se supone que se volverá a la habitación antes de 45 minutos, dejarlas encendidas; y apagar, en el caso de que se tenga la intención de tardar más de ese tiempo en regresar a la estancia.
¿Cambiamos la bombilla fluorescente por otro tipo de lámpara?
Las denominadas «lámparas ahorradoras de energía» son en realidad lámparas fluorescentes, con un formato parecido a las incandescentes. La fluorescente en general (del tipo «ahorradora de energía» -compacta-, del modelo tubular o de cualquier otra clase) es ella misma una lámpara ahorradora respecto a otras tecnologías, como las incandescentes o las halógenas.
Un tipo de bombilla por el que se podría sustituirlas son las lámparas LED, también ahorradoras de energía respecto a casi todas las fuentes de luz (y también ya en formatos parecidos a las incandescentes). Pero antes, habría que comparar fluorescentes concretas con luces LED concretas, sus precios de adquisición, tiempos de vida, consumo, eficacia luminosa, etc.
Ambas son aún tecnologías con prestaciones muy similares, por lo que lo más sensato puede ser utilizar las fluorescentes que ya se tienen hasta el fin de su vida útil y evaluar su sustitución por LED equivalentes después de realizar la comparación.
Las lámparas rotas o que han agotado su vida útil deben entregarse en los lugares adecuados (Ambilamp suministra un mapa con puntos de recogida) y procurar no romper el tubo.
Si el tubo se parte, hay que ventilar la habitación de 15 a 30 minutos y evitar tocar o aspirar el contenido de la lámpara. Después de ventilar, se deben recoger con papel higiénico o algún otro de ese estilo los restos que puedan haber quedado y llevarlos a reciclar con el resto de la bombilla.