El incendio del avión de Spanair en agosto pasado afectó a la totalidad de los negocios relacionados con el turismo y el transporte. En el ámbito de los seguros, la tragedia provocó que los consumidores tomaran conciencia de la necesidad de contar con una salvaguarda. En la contratación de seguros específicos, como los de accidentes, la tendencia en alza se mantiene desde entonces hasta la fecha.
Más seguros, y más completos
Por su alto grado de impacto, las catástrofes siempre imponen cambios en la forma de vida de la gente: sus efectos se perciben en modificaciones de hábitos que se reflejan en la economía y los negocios. Ejemplos sobran: años atrás, el brote del mal de las vacas locas alteró abruptamente los hábitos alimenticios de la gente, con la consecuencia inmediata de una reducción notoria del consumo de carne de vacuno en toda Europa. En los transportes también ocurre. Basta recordar la catástrofe del Hindemburg en 1937, una de las más recordadas de la historia de la humanidad. El incendio del mítico dirigible alemán, filmado y reproducido en todos los noticieros de cine de la época, supuso el fin del zepelín como medio de transporte.
La tragedia del vuelo de Spanair en agosto pasado trajo consecuencias para la industria de vuelos comerciales, el turismo y, por supuesto, las compañías de seguros. Fuentes de este sector y de operadores turísticos coinciden en señalar que ha habido un aumento de la demanda de seguros de accidentes. Este tipo de situaciones incrementa la concienciación de las personas en cuanto a contratación de seguros y la importancia de ciertas coberturas específicas, según afirma Carlos Perelló, de Intermundial Seguros. Si bien para su empresa el hecho no significó un punto de inflexión, Perelló admite que coberturas de accidente (Seguro BodyGuard) que se habían lanzado en años anteriores «con capitales muy elevados, por encima del millón de euros», han incrementado su presencia. Desde empresas como Europea de Seguros o Grupo Mapfre, dan cuenta también del fenómeno.
Numerosos viajeros ya no se conforman con el seguro que proporciona la compra del billete con tarjeta de crédito, sino que contratan uno complementario
El sector de las agencias de turismo también acusa recibo de las inquietudes de los consumidores. Si bien las compañías no han modificado sustancialmente las coberturas, la utilización de seguros de accidentes está en ascenso y, como señala Ramón Bravo, de Viajes Atenea, aunque se notaba esa tendencia, «a partir de agosto mucho más». Durante los dos o tres meses posteriores al hecho, y debido a las noticias que aparecían en los medios de comunicación, la gente era reacia a volar con Spanair y escogía otras alternativas, según recuerda Frances Escánez, de Atlántida Viatges. Se sabe que la segunda aerolínea de España detrás de Iberia experimentó un descenso en número de pasajeros de 25% en los 30 días posteriores al accidente. Con respecto a los seguros -como ocurrió también el 11S- el experto asegura que todo el mundo intenta «asegurarse al máximo, no conformándose solamente con el seguro que le proporciona la compra del billete con tarjeta de crédito, sino que contrata también uno complementario para ampliar su cobertura».
Según Escánez, las compañías de seguros han reaccionado positivamente al nuevo escenario lanzando nuevos productos -con ampliación de capitales y con garantías más específicas-, ampliando las coberturas incluidas en sus pólizas y asegurándose de que los clientes sepan exactamente cómo actuar y dónde acudir en cada eventualidad. Pero, debido a la crisis, el experto en viajes señala que los clientes han de tener mucho cuidado, ya que se está detectando que los bancos, para reducir gastos, están reduciendo las coberturas y las garantías que ofrecen cuando se paga un billete o viaje con tarjeta. Por ello, se recomienda a los clientes que lo verifiquen para evitarse sorpresas desagradables si deben hacer uso del seguro.
Viajes asegurados
Hay todo tipo de variantes en seguros de viaje, y cubren un amplio abanico de circunstancias:
- Seguro mínimo -incluido en el precio del pasaje-, que previene eventualidades relacionadas con retrasos o cancelaciones del vuelo, overbooking o cobertura sanitaria durante el viaje.
- Seguros de cancelación, que permiten al pasajero recuperar la totalidad del monto del billete en caso de tener que cancelarlo por imprevistos. Cuestan entre 4 euros y 12 euros.
- Las pólizas de anulación, por su parte, agregan el reintegro de todo lo invertido en un viaje (estadías, hoteles, etc.) cuando la cancelación es por causas de fuerza mayor.
- Seguros extras o adicionales, que ofrecen un amplio abanico de coberturas de acuerdo al tipo de viaje: pérdida de equipaje, atención sanitaria en el país de destino, imprevistos y eventualidades en excursiones, safaris, cruceros, prácticas deportivas, etc. Su coste depende de lo que dure la estancia.
El 20 de agosto a las 14:20 horas, el vuelo JK 5022 de la empresa Spanair se disponía a despegar del aeropuerto de Barajas con destino a Gran Canaria. Llevaba una hora de retraso. Un desperfecto en el motor izquierdo del avión provocó que se saliese de la pista, se incendiase y desintegrase, causando la muerte de 154 de las 172 personas -entre tripulantes y pasajeros- que viajaban a bordo. Inmediatamente, el número de pasajeros transportados por aviación comercial cayó en picado: en septiembre se experimentó un descenso del 15,9% en los vuelos dentro de España, el más abrupto desde los primeros 90. En cuanto a los vuelos internacionales, la caída fue del 8,8%. Para Spanair, el descenso de la demanda supuso pérdidas del orden de los 50 millones de euros, aunque finalmente su actividad se ha recuperado y estabilizado desde entonces.
El accidente representó, además, una pésima noticia para la compañía propiedad de la escandinava SAS, teniendo en cuenta la crisis que atraviesa desde hace unos años, con una deuda acumulada de 350 millones de dólares, el despido de más de 1.000 empleados y el abandono de cinco de sus rutas. A esta situación se suman las indemnizaciones a las familias de las víctimas que la empresa debe afrontar: según la ley, unos 130.000 euros por responsabilidad objetiva -ineludible, independientemente de que el accidente se deba o no a una negligencia del operador-. La cifra final que percibirán los beneficiarios legales de las víctimas también estará sujeta al tipo de seguros que cada persona tenía contratado.