Según van pasando los días de verano, las horas de sol van disminuyendo. Los atardeceres tardíos quedan atrás para dar paso al otoño. Por ello, una de las fórmulas que se llevan aplicando desde los años 70 para aprovechar más minutos de luz natural es el cambio de hora. Este sencillo gesto busca que el consumidor medio ahorre energía eléctrica gracias a la luz solar, pero ¿lo consigue? Desde Europa se han planteado esta duda y han preguntado a los euroresidentes si queremos seguir con este ajuste horario. ¿Cuál ha sido la respuesta? A continuación lo veremos, como también qué hacer para ahorrar si al final no hay cambio de hora.
Los euroresidentes se plantan ante el cambio horario
El cambio de hora que se aplica en octubre es todo un acontecimiento. Cuando se aproxima la fecha ponemos sobre la mesa los trucos más interesantes para aprovechar este ajuste horario, por no mentar todas las veces que nos repiten si sumamos o perdemos una hora de sueño. Pero ¿en realidad supone tanto ahorro que merezca cambiar nuestros hábitos dos veces al año? ¿No es más eficaz apostar por la mejor tarifa de luz del momento? Estas son las preguntas que se están planteando con más fuerza en los últimos años.
Son muchos los que señalan que cambiar la hora desajusta nuestros biorritmos, llegando a afectar a nuestra salud. Por otro lado, hay quien incide en que no se ahorra tanto como nos quieren hacer creer. ¿Ha llegado el momento de quitar el cambio horario? Desde Europa dicen que sí.
A lo largo de este verano la Comisión Europea ha preguntado si los euroresidentes queremos seguir aplicando el cambio horario para ahorrar luz. La respuesta ha sido unánime: un 80 % de los consultados se ha mostrado en contra de esta medida. Es más, el 93 % de los españoles que respondieron a la cuestión señalaron que la experiencia de cambiar dos veces al año la hora resultaba muy negativa.
Y parece que no les falta razón. Aunque la iniciativa es buena, el ahorro que logramos no es excesivo. Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), es de apenas un 5 %, es decir, unos 90 millones entre todos los hogares españoles. En cambio, el malestar hasta que nuestro cuerpo se acostumbra lo notamos más que la rebaja en la factura.
¿Qué horario se mantendrá: el de verano o el de invierno?
Aunque el debate ha tenido un claro vencedor, aún queda ver qué ocurrirá. Desde la Comisión Europea tienen claro que suprimir este ajuste es lo más beneficioso, aunque apuntan que cada Estado miembro debe decidir en qué horario quiere quedarse, si en el de verano o en el de invierno.
En el caso de nuestro país, la historia se complica de manera sustancial. Mientras que en Galicia aplaudirían perder una hora (tomando el horario de Londres), en Baleares se verían afectados con anocheceres más tempranos, lo cual perjudicaría con toda probabilidad al turismo. Por lo cual, todavía no se sabe qué pasará llegado el momento. Eso sí, son muchos los expertos que señalan que se instaurará el horario de verano, aprovechando la situación para aplicar rutinas más europeas.
Dos vías básicas para ahorrar sin cambiar de hora
Ahorrar en las facturas de luz y gas es un propósito que nos proponemos cada año. Pero si, además, vivimos subidas en el precio de la luz como las que hemos tenido que soportar desde agosto, la necesidad de poner freno a este sobrecoste se acrecienta. ¿Qué métodos son los más eficaces?
Lo más evidente es apostar por una tarifa de la luz más económica y estable. Para ello, basta con dejar atrás la PVPC (antigua TUR) y buscar una modalidad de precio fijo. De estas encontramos en el mercado libre y en el regulado, aunque en el primero siempre podemos dar con ofertas que nos abaraten el KWh.
La otra gran medida consiste en ser coherentes con nuestro consumo. Esto implica desde usar bien los electrodomésticos hasta apostar por los de bajo consumo. Y es que no hay mayor enemigo para nuestras facturas que nosotros mismos. Por ejemplo, dejar aparatos en reposo (stand by) supone un 9 % del consumo total de la vivienda, según datos del IDAE; es decir, estamos pagando por ver el LED rojo del televisor o el reproductor de DVD cuando no los estamos utilizando.