La mudanza en sí empieza un día determinado, pactado entre el cliente y una empresa, pero su éxito depende en gran medida de todo cuanto los usuarios prevean en las semanas anteriores. Conviene planificarla con la suficiente antelación para no cometer errores que después no se puedan subsanar.
Mudanza con antelación suficiente
Según varios estudios, la mudanza ocupa el tercer puesto en la clasificación de los factores que causan estrés, por detrás del duelo por la muerte de un ser querido y el despido. Para evitar que ese desequilibrio sea excesivo, conviene empezar a planificar el traslado con cierta anticipación, entre tres y cinco semanas antes de la fecha escogida para la mudanza. Esos 15 o 20 días deben aprovecharse para eliminar los artículos que no se transporten y para solucionar todos los trámites administrativos que requieran de cierta anticipación.
Hay que empezar a planificar el traslado entre tres y cinco semanas antes de la fecha escogida
Para empezar, primero hay que deshacerse de todos los artículos que no se lleven al nuevo domicilio, ya sean antiguos equipos informáticos, mobiliario, juguetes o ropa muy usada. Además, conviene reducir de manera progresiva la comida y bebida almacenadas en casa.
También es esencial separar y guardar en una cartera toda la documentación importante (facturas, contratos, extractos bancarios, información fiscal…) para llevarla en persona al nuevo domicilio y evitar que se pierda o estropee.
Hay que abonar cualquier pago pendiente con la comunidad de vecinos y no se debe informar sobre el cambio de domicilio a bancos, suministradores de energía, organismos fiscales, colegios, etc.
Conforme se acerque la fecha, con una semana de antelación, deben vaciarse los armarios del hogar y comenzar la limpieza por habitaciones. Tampoco hay que olvidar el aseo de dependencias externas como el trastero o el garaje y proceder a la devolución de artículos prestados o en régimen de alquiler, si los hubiera.
A falta de 24 o 48 horas para efectuar la mudanza, hay que separar los artículos personales que llevará el usuario consigo: llaves, documentos, carnés, pasaportes, tarjetas, dinero, etc.
Hay que repasar todas las estancias del hogar para desconectar cualquier aparato eléctrico que aún esté instalado y desmontar los muebles de acuerdo al plan acordado con la empresa encargada de la mudanza. Es también el momento de hacer una revisión exhaustiva de todas las habitaciones, armarios y cajones para asegurarse de que no se queda nada en la vivienda.
Para última hora, solo resta llegar a un acuerdo con los vecinos para que dejen suficiente espacio de aparcamiento para la mudanza. Para ello, deberán ponerse en contacto con el administrador o con el presidente de la comunidad. Hay que indicar la fecha y la hora aproximada en que se realizará la operación. Además, conviene asegurar la reserva del ascensor para el día de la mudanza, con conocimiento de todos los vecinos.
Si bien algunas empresas encargadas de realizar las mudanzas incluyen una póliza de seguro que protege de forma eficiente los objetos trasladados, son numerosas las que no cuentan con esta posibilidad, cada vez más demandada por los clientes.
En caso de que no se incluya, conviene suscribir una póliza para asegurar aquellos objetos o parte del mobiliario que son más sensibles a sufrir un percance durante el cambio de ubicación: jarrones, porcelanas, cuadros, antigüedades…
Pese a carecer de pólizas para la mudanza al completo, algunas aseguradoras sí protegen equipos informáticos, objetos de valor o de interés artístico, entre otros. Se suscriben por una cuota media entre 15 y 20 euros al mes.