Rebajar las facturas de luz no es tarea fácil, pues cada vez son más los aparatos de la casa que requieren de electricidad para realizar sus funciones. Si a esto se le suma lo impredecible que resulta la nueva tarifa eléctrica por horas o Precio Voluntario al Pequeño Consumidor, es normal que las comercializadoras hayan visto un filón en las denominadas tarifas planas. Ahora bien, ¿en realidad son una propuesta interesante? Solo hay que hacerse tres preguntas básicas para salir de dudas: cómo funcionan las tarifas planas de luz, para qué consumidores son aconsejables y cuál es su trampa.
¿Cómo funcionan las tarifas planas?
Los últimos estudios de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia muestran que los consumidores están pasando, poco a poco, a las tarifas del mercado libre. En concreto, a principios de 2016 ya eran 12,9 millones de usuarios, mientras que la tarifa regulada la tenían contratada 12,75 millones. La decisión es, en parte, lógica, pues dicho mercado ofrece más opciones para distintos perfiles.
Quienes quieran saber cuánto pagarán cada mes en la factura de luz, el mercado libre les proporciona la solución: las tarifas planas. Su funcionamiento es muy sencillo, ya que solo hay que señalar a la compañía cuánto se consumirá a lo largo de un año. A partir de aquí la comercializadora mostrará la tarifa plana más conveniente con una cuota fija independiente del consumo mensual. De este modo, en el contrato se indica la cuota que el usuario abonará cada mes durante los próximos 12 meses.
¿A qué consumidor le interesa?
El mercado eléctrico está repleto de tarifas de luz que permiten ahorrar a final de mes, pero no todas son interesantes para cualquier consumidor. En este caso, la apuesta, aunque atractiva para los que no quieren abrir las facturas con temor a una subida de precios, no deja de tener su complejidad y hay que tener muy claro a qué tipo de consumidor le puede salir rentable.
Las tarifas planas son aconsejables para quienes:
- Tengan claro cuánto consumen al cabo del año y que quieran saber cuánto dinero destinar a cubrir los recibos de la luz mes a mes de antemano.
- Busquen un contrato de luz para una segunda residencia. En este caso es importante hacer un repaso del consumo realizado en los últimos tiempos, de modo que se pueda elegir bien el volumen de energía necesario. Y es que no es lo mismo aclimatar una casa de verano en plena montaña que en invierno, del mismo modo que no es lo mismo tener luz y gas que mantener la vivienda solo con electricidad.
¿Cuál es la trampa de las tarifas planas?
De primeras, las tarifas planas son una modalidad más que no parecen tener demasiadas sombras y sí ser una respuesta natural para muchos consumidores que quieren -o necesitan- saber de antemano cuánto pagarán de electricidad cada mes. Ahora bien, ¿se pueden considerar una opción de ahorro?
Dado que los costes en el mercado eléctrico oscilan mucho, estas tarifas de luz congelan el coste al alza. Aunque se podría considerar una trampa, cualquier tarifa eléctrica de precio fijo (incluidas las que forman parte del mercado regulado) establecen su importe de este modo. Pero ¿qué sucede si se consumen más kWh de los contratados? Aquí es donde viene el verdadero problema para los ahorradores.
Tal y como se ha señalado antes, al contratar una tarifa plana de luz, se debe fijar un consumo anual. Si se controla bastante el gasto, el recibo no será un inconveniente. Sin embargo, si por cualquier motivo (un verano muy caluroso, un invierno anticipado, etc.) se acaban consumiendo más kWh de los contratados, a final de año el cliente recibirá una factura extra con la energía consumida de más. Y aquí es donde está el verdadero problema, puesto que los costes para el kWh extra pueden ser hasta el doble del importe que ofrecen las tarifas de luz convencionales.
Un ejemplo. A día de hoy, existe una tarifa plana que cobra el kWh extra a 0,258 euros. Esta misma compañía ofrece un precio de 0,136654 euros/kWh en sus tarifas eléctricas sencillas; es decir, si el cliente consumiera 250 kWh más al final del contrato, con la tarifa plana pagaría 82 euros extras, mientras que con la tarifa convencional se quedaría en 44 euros, casi la mitad.
En definitiva, pese a la comodidad de tener controlado el dinero destinado a la factura de electricidad cada mes, esta modalidad no es recomendable para todos los públicos ni para todos los bolsillos.