Cada vez existen más empresas enfocadas a la venta de productos a domicilio. Conocidos como vendedores a puerta fría, estos comerciales han pasado de ofrecer productos de belleza a renovar el contrato de Internet. Pero ¿es posible fiarse en el caso de las tarifas energéticas? En este artículo se hace un repaso de esta metodología de venta y de las claves qué se deben tener en cuenta para evitar estafas o contratar un mal producto de la electricidad.
Vendedores de ofertas a domicilio: ¿quién llama a la puerta?
El negocio de la venta a puerta fría sigue creciendo en nuestro país. De las amas de casa que reunían a sus amigas para ofrecerles maquillaje se ha pasado a comerciales con traje y propuestas de telecomunicaciones y energía. Ahora bien, ¿es posible fiarse? ¿Son profesionales?
De entrada, la mayoría de ellos explican que vienen de parte de la comercializadora de luz para mejorar el contrato que se tiene con ella. En general provienen de grandes compañías conocidas por todos, aunque también existen eléctricas más pequeñas, sin presupuesto para hacer publicidad, que están usando este sistema para promocionar sus ofertas de luz. Pese a que es más habitual que esto lo hagan en empresas y comercios, algunas explican que también emplean este método para conseguir consumidores particulares.
¿Cómo distinguir un vendedor de una estafa?
Dado que lo más habitual es que vengan en nombre de la compañía del usuario con la promesa de mejorarle su contrato de luz o gas, la primera reacción es escuchar. Sin embargo, no siempre se está delante de un profesional del sector y esto puede suponer un problema. Así pues, lo primero que hay que hacer es comprobar a grandes rasgos la historia de cada uno de ellos.
Así, cuando se está ante el comercial que viene directamente de una compañía, no se tendrá problemas en detectarlo. En estos casos no tardan en identificarse, dando todo tipo de explicación sobre su eléctrica y dónde encontrarles. Además de aclarar cuál es la empresa a la que representa y las tarifas a las que es posible acogerse, el conocimiento del producto es elevado. En definitiva, la primera imagen es de confianza.
En cambio, lo más normal es dar con comerciales que son contratados por una compañía para vender los servicios de otra. Es decir, aunque digan que vienen de la comercializadora, no es verdad. Esto implica que la información relativa al producto que ofrecen es escueta, evitando mencionar las cláusulas más restrictivas (permanencias, servicios obligatorios…). De igual forma, son más insistentes a cerrar el acuerdo.
Imagen: bykst
¿Cómo evitar un posible timo?
Que un vendedor a puerta fría no venga directamente de la comercializadora de luz del consumidor o de una conocida no implica que su propuesta sea mala. No obstante, hay que ser cautelosos para no caer en un posible engaño.
En primer lugar, es importante evitar facilitar la factura de la luz o cualquier otro documento que tenga datos personales. Pese a que parece obvio, la mayoría de los comerciales se presentan con una historia que seguro suena a muchos. Al inicio de la conversación dicen que vienen de parte de la compañía del usuario para mejorarle el contrato, es decir, la comercializadora les envía con una propuesta cerrada para el consumidor. Sin embargo, luego piden una factura para comprobar que es posible acogerse a esa oferta de luz.
Y es aquí donde deben saltar todas las alarmas. ¿No venían a ofrecer una rebaja en la factura? ¿Por qué hay que darles ahora un recibo para comprobar si es posible acogerse o no a esa mejora? El motivo es sencillo: es la forma que tienen de anotarse el CUPS del usuario y dar de alta el nuevo servicio eléctrico.
Por lo cual, si la tarifa de luz o gas que proponen parece interesante, lo mejor es pedirles el nombre comercial del producto e indagar. Es decir, consultar en la página web de la compañía si existe y leer con atención todas las condiciones de dicha tarifa. En caso de tenerla y de parecer interesante, se podrá gestionar el cambio por esta vía.
Sin embargo, si no está en su web, es recomendable llamar a la compañía que se supone que la comercializa y preguntar si en realidad existe. Y es que, en estos casos, no se será el primero en descubrir que la comercializadora no tiene constancia de que se esté haciendo venta a puerta fría de su producto o bajo su marca, mucho menos si es una «promoción exclusiva» para el consumidor. Por lo cual, ¿es posible fiarse? Sí, pero siempre siendo precavidos y sin olvidar que el principal objetivo de estos profesionales es conseguir una venta, no mejorar la economía del consumidor.