Uno más en casa
Muchas de las personas que hace unos años empezaron a pagar su casa y a vivir solas o con su pareja, emancipados e independientes -o vieron cómo sus hijos abandonaban por fin la casa en la que crecieron-, no se imaginaban que, poco tiempo después, la necesidad económica les iba a hacer compartir su piso otra vez, aunque en esta ocasión con gente, en la mayoría de los casos, desconocida. Ante la crisis, muchos ciudadanos se han visto obligados a alquilar una o varias habitaciones de su vivienda para poder seguir pagándola.
El perfil de las personas que comparten piso ha cambiado en los últimos años. Hasta hace poco, estudiantes y jóvenes trabajadores que tenían que cambiar de ciudad eran casi los únicos que compartían la vivienda. Actualmente, el grupo es mucho más heterogéneo y a él se han sumado los divorciados de más de cuarenta años con niños a su cargo que no pueden hacer frente al pago del piso, familias monoparentales, viudas con pensiones reducidas, inmigrantes que trabajan en España, ancianos con grandes pisos e ingresos reducidos… Todos ellos conforman un nuevo universo doméstico en el que es la necesidad, y no tanto los lazos familiares, lo que más une; una imagen que recuerda más a la España de los años 50, con sus habitaciones con derecho a cocina, que a un moderno país en pleno siglo XXI.
Precio por habitación
El alquiler de alguna de las habitaciones de la vivienda puede ser una opción interesante para personas que tengan vacía una parte de su casa. Es el caso de parejas que aún no tienen niños y todavía no utilizan la estancia destinada a ellos, o matrimonios solos cuyos hijos ya se han independizado. También, en situaciones de mayor necesidad, se junta a los niños en una habitación con el fin de dejar otra libre para que pueda ser ocupada por el nuevo inquilino. En otros casos, el propietario de la vivienda trabaja en otra ciudad y viaja con frecuencia, con lo que alojar un huésped le ayuda a pagar el piso, a la vez que le permite disfrutar de su casa cuando regresa. Pero, ¿cuánto puede llegar a recibir el dueño de un piso por alquilar un cuarto?
El precio que se pide por la habitación varía en función de la ciudad en que esté ubicado el piso y la zona en que se encuentre. Además, hay que tener en cuenta el tamaño del cuarto, el equipamiento, el número de personas que van a convivir en la casa, el estado de conservación. Según un estudio elaborado por el portal inmobiliario idealista.com, y publicado en agosto de 2008, las grandes ciudades siguen siendo los puntos en los que se concentra la mayoría de las habitaciones disponibles, principalmente, en Madrid y Barcelona. Según señala este informe, en la Ciudad Condal los propietarios de un piso piden de media 380 euros por cada habitación, frente a los 360 que pedían hace un año (un 5,6% más), mientras que en Madrid, esta cantidad es de 371 euros, prácticamente lo mismo que pagaban los inquilinos en 2007 (373 euros). Los propietarios de una vivienda en el centro de la ciudad podrán obtener una cantidad mayor al mes por el alquiler de una parte de su piso, pues son los distritos céntricos las zonas más demandadas por las personas que buscan una habitación
Organización de la convivencia
Si por una habitación se paga de media 371 euros en Madrid y 380 en Barcelona -muchas otras ciudades españolas son más baratas- el propietario puede obtener una cantidad que le ayude con los gastos del piso, sobre todo si dispone de más de una estancia para alquilar. Lo habitual es que los huéspedes tengan derecho a utilizar su habitación y además el salón, la cocina, la terraza y, por supuesto, el baño. El propietario debe dejar claro desde el principio si el alquiler incluye gastos de comunidad, teléfono, agua caliente, Internet, gas, electricidad. Para el dueño de la vivienda lo más conveniente es que estos gastos sean compartidos, pues algunos de ellos son fijos y la entrada de un nuevo compañero le ayudará a hacer frente a un desembolso que iba a realizar en cualquier caso.
La convivencia en la vivienda se organiza como previamente hayan determinado sus habitantes. Es frecuente repartirse las tareas domésticas entre quienes residen en la casa por medio de turnos y rotaciones. El frigorífico también puede estar dividido en baldas, cada una de las cuales pertenece a una persona, aunque algunos alimentos se pueden comprar entre todos, como el aceite para cocinar, el azúcar, la sal o aquellos que más puedan utilizarse en común. Lo mismo ocurre con los útiles y productos de limpieza del domicilio.
Pero en algunos hogares, esto cambia y el alquiler de la habitación no es el único servicio por el que pagan los inquilinos. A veces, los propietarios de la casa ofrecen al huésped la posibilidad de lavarle y plancharle la ropa, hacerle la comida, limpiar la casa y la habitación.. y reciben un dinero a cambio. Esta forma de convivencia no suele ser la escogida cuando los propietarios trabajan fuera de casa o son estudiantes, aunque sí por personas de más edad, amas de casa, viudos o separados acostumbrados a hacer las tareas domésticas para su familia.
Una alternativa intermedia consiste en alquilar la habitación por temporadas cortas, y no para una convivencia de meses o años. En este caso, el propietario de la vivienda con varias habitaciones las alquila por semanas o días. Aunque el perfil del casero puede variar, suele tratarse de personas de mediana edad o mayores con pisos grandes y céntricos, en ocasiones con rentas escasas como para hacer frente a los gastos que conlleva la casa -calefacción, comunidad…-. Los huéspedes son personas, en general, con turnos cambiantes como médicos, enfermeros, trabajadores que rotan en turnos de día, noche y fin de semana y que no viven habitualmente en la ciudad en la que alquilan el cuarto. El precio por habitación y noche puede estar en torno a los 20 ó 25 euros en el centro de las grandes ciudades con derecho a utilizar otras estancias de la casa así como a tener la llave. Normalmente, este tipo de contratos suele hacerse de manera verbal y el huésped paga al final del día o la semana sin que quede registrado en niingún tipo de contrato.
Aunque alquilar habitaciones es una fórmula que ha existido siempre, ahora se utiliza con más frecuencia y por un grupo más amplio de personas (tanto por parte de los huéspedes como de los propietarios), aunque todos lo ven como una situación temporal hasta que pase la crisis, consigan otro trabajo, bajen las hipotecas, los precios de los pisos o los del alquiler.