La crisis ha cambiado la vida de la mayoría de los ciudadanos. Ante las dificultades para cuadrar los presupuestos familiares y la necesidad de ahorrar por si la situación empeora, se han impuesto soluciones tradicionales como el trueque, las compras de segunda mano o el préstamo de artículos necesarios para el día a día, como los libros de texto. Otra iniciativa, que crece en momentos de penuria económica y cuyo funcionamiento se explica en el siguiente artículo, son los bancos de tiempo, que permiten intercambiar unos servicios por otros sin necesidad de realizar ningún desembolso económico.
Intercambios sin dinero, en auge
El banco de tiempo es un sistema en el que se intercambian unos servicios por otros sin que el dinero intervenga. Lo que se trueca es solo tiempo, que es la unidad de valor. Una hora asesorando a una persona sobre un tema económico es equivalente a una hora haciendo pequeños arreglos en una casa o enseñando inglés.
En el banco de tiempo prima la ayuda mutua entre sus integrantes. Además, con ellos se fomentan las relaciones sociales y, de forma particular, la interacción entre personas de diferentes generaciones y culturas. Un joven puede cuidar durante un rato a un anciano y una persona mayor tiene la posibilidad de aportar sus habilidades y conocimientos sobre un tema. De la misma forma, un extranjero puede ayudar a practicar un idioma a un residente en la localidad y, a la vez, integrarse en una comunidad que, al principio, es posible que le sea desconocida. Así se forma una red de personas que colaboran entre sí y que, de otro modo, lo más seguro es que no se conocerían, y se utiliza el tiempo libre de una manera útil y constructiva.
Los usuarios de un banco de tiempo tienen talonarios con los que «pagan» los servicios recibidos
Con la crisis instalada en nuestro país, han crecido mucho, y ya hay bancos creados por particulares, por asociaciones vecinales e incluso por ayuntamientos, que tienen sus propios sistemas de intercambio. Son iniciativas sin ánimo de lucro en las que se ofrece y se pide un servicio de manera puntual y no continuada, pues no se busca con ellos sustituir un contrato laboral.
Cómo participar en un banco de tiempo
Para participar en el banco de tiempo, lo primero que hay que hacer es preinscribirse. En un formulario, el interesado señala las actividades que puede ofrecer, como cuidar a personas mayores, hacer la compra, coser, pasar trabajos a ordenador, conversar en otros idiomas, reparaciones domésticas, asesoramiento legal, laboral, financiero… Por otra parte, debe decir qué desea recibir. Junto a esto, además de los datos personales y el domicilio, suele ser necesario aportar otra información como la profesión, la situación laboral o la disponibilidad horaria.
Después, es frecuente que los candidatos pasen una entrevista. En ella se les informa del funcionamiento y de las normas que rigen el banco de tiempo y responden a algunas preguntas sobre las actividades que tiene intención de compartir y los servicios que desea prestar. Toda esta información pasa a una base de datos que maneja la secretaría del banco de tiempo.
Tras la entrevista, el colaborador firma un compromiso de participación y queda inscrito en el banco de tiempo.
Talonarios de tiempo
Es habitual que haya un local donde se celebran reuniones de forma periódica y en el que los usuarios ofrecen sus servicios para que se produzca el intercambio. Mediante tablones de anuncios, los participantes informan sobre las prestaciones que necesitan o que ofrecen. Es decir, pueden aparecer carteles con los datos personales de los socios en los que se solicite una persona para acompañar al médico a un anciano un día concreto, en los que alguien se ofrezca a pasar trabajos a ordenador, a dar clases de maquillaje por las tardes… Muchas veces, los bancos de tiempo cuentan con una web a la que acceden los socios para saber si alguien ofrece un servicio en el que están interesados y colgar sus propias propuestas.
Bien sea a través de este portal, por teléfono o en persona, los participantes que realizarán y recibirán un servicio se ponen en contacto y concretan en qué consiste la prestación, qué materiales necesitan, cuánto tiempo durará de manera aproximada, etc.
Además de intercambios, el banco de tiempo organiza acciones para que los socios se conozcan y aporten ideas para mejorar
Cada usuario tiene una cuenta corriente de tiempo y un talonario personal. Con él «paga» al socio que le ha prestado un servicio. Si un demandante ha pedido que le cosan el bajo de los pantalones dará el cheque a nombre de la persona que se lo ha hecho y pondrá el número de horas realizadas y de quién procede el talón. Después, quien ha prestado el servicio, llevará ese cheque a la secretaría del banco de tiempo, que lo ingresará en la cuenta corriente del usuario. A partir de ese momento, este socio podrá cambiar las horas acumuladas por otras prestaciones que necesite; no tiene por qué ser con la persona a la que ha prestado su tiempo, sino con cualquier integrante del banco.
Además de estos intercambios, el banco de tiempo suele organizar acciones colectivas para que los socios se conozcan entre sí, aporten ideas para mejorar el servicio y queden para realizar otro tipo de actividades.