Los planes de pensiones han supuesto el principal complemento para la pensión pública de jubilación de la Seguridad Social. Sin embargo, en los últimos años, diversos especialistas han alertado de sus riesgos y desventajas respecto a otros productos financieros de ahorro similares por los que ya están apostando los inversores. Y las cifras así lo demuestran. Según un estudio de la asociación Inverco, las aportaciones brutas de los planes de pensiones en 2011 alcanzaron 4.961 millones de euros para el total de planes, 469 millones menos que un año antes. Además, los planes de pensiones del sistema individual redujeron su patrimonio un 2,8% el pasado año, hasta llegar a los 51.089 millones. En un momento en el que está en entredicho la viabilidad del actual sistema de pensiones públicas, conviene analizar con detalle este producto financiero de ahorro destinado a la jubilación.
1. A qué edad contratar un plan de pensiones
Los expertos recomiendan planes de pensiones garantizados de renta fija que dan un tipo de interés seguro a vencimiento
Cuanto antes, mejor. Un plan de pensiones es una herramienta de ahorro a largo plazo, una inversión con vistas al momento en el que se alcanza la jubilación y el nivel de ingresos se resiente o termina. Bajo este prisma, los expertos aseguran que conviene empezar con los planes lo antes posible, desde el momento en el que se inicia la vida laboral; esto es, en el momento en el que se dispone de cierta capacidad de ahorro. Esta recomendación surge por el efecto exponencial de los planes de pensiones y el plazo que hará que al final el capital acumulado, más los intereses generados, sea importante. Pero siempre recomiendan los planes garantizados de renta fija que, además de proteger el capital invertido, dan un tipo de interés seguro a vencimiento.
Deducciones en función de la edad. Brinda una serie de ventajas fiscales, como diferir el pago de impuestos sobre ese dinero ingresado en el plan hasta su conclusión. Así, al iniciar las aportaciones, ese capital podrá deducirse de la base imponible de la Declaración de la Renta. La fiscalidad juega un papel fundamental en el momento elegido para contratar un plan de pensiones, ya que las deducciones se establecen en función de la edad del contribuyente y aumentan cuando la fecha de la jubilación se aproxima:
- Menores de 50 años. Pueden deducirse la menor de las siguientes cantidades: 10.000 euros, que es la aportación máxima que pueden realizar, o bien el 30% de sus ingresos (sus rendimientos netos del trabajo más sus rendimientos de actividades económicas).
Mayores de 50 años.
Pueden deducirse la menor de estas cantidades: 12.500 euros o el 50% de sus ingresos. Por su parte, las personas con discapacidad pueden elevar estas rebajas hasta un máximo de 24.500 euros y seguir disfrutando de ventajas fiscales.
2. Un plan para cada edad
Al contratar un plan de pensiones, se efectúan aportaciones que se van acumulando y quedan invertidas en activos financieros administrados por una entidad gestora. Así, se generan «derechos consolidados», esto es, las aportaciones realizadas más los rendimientos generados (la rentabilidad obtenida) que marcarán la cuantía de la prestación. Ese capital se cobrará al finalizar el plan y es compatible con las prestaciones y pensiones públicas a las que también se pudiera tener derecho.
La mayoría de las personas que suscriben un plan de pensiones tienen entre 35 y 55 años y cada inversor debe analizar su situación particular. Pero, en función del perfil de cada tipo de suscriptor, de su aversión al riesgo y de sus ingresos, los expertos y asesores, de manera orientativa, recomiendan dividir el ahorro destinado a la jubilación en un plan de la siguiente forma:
- Menores de 40 años. Aconsejan contratar un plan de pensiones con predominio de renta variable: un 70% frente a un 30% en renta fija. Supone un mayor riesgo, pero también más rentabilidad. Esgrimen que al ser más joven, en caso de pérdidas por el riesgo asumido, contará con más tiempo para recuperarse. Además, deberá hacer frente al efecto de la inflación, puesto que el dinero que no genera una rentabilidad por lo menos igual a la tasa anual de inflación está perdiendo valor. Para este segmento de edad, desde Inverco recomiendan planes de pensiones de renta variable y de renta variable mixta (activos de renta variable, entre el 30% y el 75%, y el resto en valores de renta fija).
Hasta 45 años. Diversificar entre renta variable y renta fija, más o menos en proporción 60% y 40%, respectivamente.
Hasta 55 años. Invertir de la siguiente manera: en la renta variable el 45%; y en la fija, el 55%.
A partir de 55 años.
Se recomienda invertir un 30% en renta variable y un 70% en renta fija. En Inverco destacan los planes de pensiones de renta fija, a corto plazo (hasta 24 meses) o largo plazo (por encima de 24 meses), y los planes de renta fija mixta, con activos de renta variable hasta un máximo del 30%.Entre 60 y 65 años.
Hay mayor aversión al riesgo y se apuesta por inversiones seguras aunque de rentabilidad más baja. Los expertos aconsejan planes de pensiones de renta fija a partir de esta edad.
3. Principales recomendaciones
Comparar y diversificar. En el momento de invertir en un plan de pensiones, como en toda inversión, la primera recomendación es comparar y diversificar para, de esta forma, lograr disminuir el riesgo. Hay que examinar la rentabilidad de los distintos planes ofrecidos en el mercado, las comisiones (que suelen ser altas) y la gestión de la cartera. También se debe diversificar la cartera lo más ampliamente posible en diversos planes, invirtiendo en renta fija y variable, y adecuar el plan a la edad del partícipe, comenzando en un producto de cierto riesgo, para cuando se acerque a la jubilación terminar con un plan de pensiones de riesgo bajo.
Cambios regulatorios. Los planes de pensiones son un producto financiero y, por tanto, están sujetos a cambios legislativos. Por lo general, estas modificaciones versan en torno a la regulación sobre la forma en la que se traspasan o al tipo de fiscalidad a la que se someten. Conviene no solo seguir la evolución del fondo, sino también las regulaciones.
Variar de plan de pensiones. Si el partícipe está descontento con su plan de pensiones, podría traspasar los derechos consolidados de su plan a otro de la misma o distinta entidad. Este traslado no genera ningún impacto fiscal para el beneficiario.
Rescatar el dinero. Se trata de un producto de ahorro a largo plazo, por lo que en un plan de pensiones el capital está blindado. Sin embargo, caben los siguientes supuestos contemplados por la Ley de Regulación de los Planes y Fondos de Pensiones que permiten rescatarlo:
- Cuando el partícipe alcanza su edad de jubilación.
- En caso de enfermedad grave.
- Por invalidez laboral.
- Cuando el suscriptor se encuentra en situación de paro de larga duración (al dejar de percibir el seguro de desempleo).
- Muerte del partícipe (sus herederos).
En términos de fiscalidad, cuando se reciben las prestaciones de los planes de pensiones, se consideran rendimientos del trabajo a efectos de IRPF y se pueden recuperar en tres formas distintas:
- Como capital, es decir, en un único pago que incluye las aportaciones más los rendimientos.
En forma de renta, que es la más común y supone recibir las cantidades aportadas en varios pagos regulares.
De manera mixta, con una parte en capital y la otra en renta.
Solo dos de cada diez ciudadanos tienen contratado un seguro de ahorro o plan de pensiones, muy por debajo de la media europea. Pero, ¿cuáles son sus pros y contras? Se enumeran a continuación.
- Fiscalidad.
La principal ventaja que ofrecen son las deducciones fiscales que permiten practicar y que difieren el pago de impuestos al momento del rescate, es decir, no pagar impuestos por la cantidad depositada, con los límites descritos. La desventaja llega en el momento de retirarlo, cuando sí hay que hacer frente a los impuestos correspondientes por las cantidades apartadas; y podrían pagarse en el futuro más impuestos de los que se han ahorrado en inicio. Una buena idea es sacar el dinero de manera escalonada, en forma de renta, pues los impuestos serán menores por la progresividad del IRPF.
Flexibilidad.
Otra ventaja es que el partícipe tiene mucha flexibilidad para fijar tanto la cuantía como la periodicidad del dinero aportado y no existe obligatoriedad de aportar.
Garantías.
La mayor parte de los planes ofertados no garantizan el capital invertido, excepto los garantizados, ya que al invertir en fondos, está supeditado a los resultados del mercado. Un inconveniente esgrimido tanto por expertos como por inversores.
Liquidez.
Las aportaciones a un plan de pensiones no se pueden recuperar hasta alcanzar la jubilación, o solo en el caso de encontrarse en alguno de los supuestos recogidos en la Ley de Regulación de los Planes y Fondos de Pensiones. Este es un problema de liquidez que no ofrecen otros vehículos de inversión a largo plazo, como los fondos de inversión o los seguros de ahorro, en los que el dinero es recuperable en cualquier momento. Este aspecto, junto al punto anterior, ha llevado a los inversores a buscar otros productos similares.
Menor diversificación de cartera.
Otra desventaja de los planes de pensiones es que no permiten diversificar tanto como con el resto de fondos. De esta forma, están más sujetos a los vaivenes del mercado, lo que afecta a su rentabilidad.
Escasa rentabilidad.
Los planes de pensiones acumulan, de media, una depreciación del 0,81% anual en los últimos cinco años. A 10 años, la rentabilidad anual apenas supera el 1%, por debajo del incremento de la inflación en ese mismo periodo. De ahí que otras alternativas de inversión como los seguros de ahorro (PPA, PIAS) o fondos de pensiones consigan captar ya más dinero de inversores que los planes de pensiones.