¿Sabes por qué vuelan los aviones? ¿De qué trata el último libro que has leído? ¿Por qué crees que esas galletas están tan ricas? ¿Juegas con todos los compañeros del cole? ¿Quieres ir al parque o prefieres quedarte en casa? Estas preguntas, aparentemente triviales, son sencillos ejercicios para potenciar el pensamiento crítico en los niños. Impulsar esta competencia desde edades tempranas ayuda a la toma de decisiones responsables y autónomas ante las distintas situaciones que surgen al llegar a la vida adulta. Te damos algunos trucos para lograrlo.
Potenciar el pensamiento crítico desde la infancia es algo muy importante en la educación de nuestros hijos. Esta habilidad, que permite cuestionar la realidad tal y como se presenta, debe desarrollarse desde la primera infancia. Permitir que el pequeño exprese su curiosidad y resuelva problemas de la vida cotidiana es una excelente manera de iniciarse en este tipo de razonamiento. A medida que el niño crece hay que seguir avanzado en el pensamiento crítico. Se logra promoviendo el conocimiento en distintos ámbitos vitales y, paralelamente, favoreciendo el análisis sobre esos saberes aprendidos. Aunque en esta tarea educadores y sociedad son actores implicados, la familia –en especial los padres y las madres– son los máximos responsables.
Alimentar el pensamiento crítico es relativamente fácil. Lo podemos hacer en cualquier momento y aprovechando los acontecimientos que suceden en nuestro entorno. Fomentar la curiosidad del niño, responder a sus preguntas, ayudarle a argumentar y a expresar sus ideas, como hace Mafalda, inculcarle valores éticos y dejarle decidir por sí mismo son actividades para enseñar a pensar de forma crítica a los más pequeños de la casa.
¿Qué es el pensamiento crítico y por qué es bueno desarrollarlo?
La definición nos la da la doctora Cristina Velasco, psicóloga general sanitaria y profesora en la Universidad CEU San Pablo: “El pensamiento crítico es la habilidad mediante la cual uno pone en duda o cuestiona una realidad que le es contada o afirmada”. Implica capacidad de análisis, razonamiento lógico y toma de decisiones conscientes.
En una sociedad plagada de informaciones falsas o fake news, el pensamiento crítico resulta un arma excelente para dilucidar entre lo veraz y lo ficticio. Un adulto que no haya desarrollado esta habilidad estará sometido al pensamiento único de la mayoría. “El tener la sensación de que no te planteas dudas sobre las cosas puede llevarte también a una baja motivación o a no ser el dueño de tu vida”, advierte la especialista.
Además, el pensamiento juega un papel fundamental a la hora de resolver cualquier problema. Permite evaluar las posibles soluciones y elegir la opción más adecuada. En ciertos ámbitos es una cualidad muy valorada. Por ejemplo, la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) incluye el pensamiento crítico entre sus competencias dentro del Sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor (SIE), con el que busca transformar las ideas en actos.
¿Por qué es bueno potenciarlo en tus hijos?
Imagen: Julia M Cameron
El pensamiento crítico debe ser fomentado desde la infancia. “Vivimos en una sociedad que cada vez nos facilita más las cosas para que pensemos menos. A los niños se lo damos casi todo hecho o medio hecho; cuando llegan a una edad determinada no saben pensar por sí mismos”, argumenta la experta. Permitir que un pequeño se pregunte cosas, que resuelva problemas, es esencial. “Ante un, ‘si pasa esto, ¿entonces qué hacemos?’ probablemente nos sorprendamos con sus creativas respuestas”, comenta Velasco.
Para la doctora es tan importante que los niños desarrollen sus músculos y su motricidad fina como que adquieran capacidad para razonar de un modo lógico y con libertad de pensamiento. Es ese “no tengo que pensar o resolver las cosas como lo hacen todos”, explica.
La importancia del saber para poder ser crítico
Para desarrollar el pensamiento crítico no debemos perder de vista el conocimiento. Cuanto más sepan y comprendan cómo suceden las cosas o por qué otras personas actúan distinto, más rico será el razonamiento infantil.
Y la familia debe ser el principal proveedor de ese saber. “No se puede pretender generar un pensamiento crítico si en casa no se han hablado y expresado opiniones, lecturas o datos científicos diferentes a los que se puede obtener solo de una parte de la sociedad”, sentencia Velasco. Eso sí, los temas deben ser adecuados a la edad. “Con un niño de 6 años no vas a hablar de política, pero puede cuestionarse por qué hay que hablar bien a los amigos o pedir permiso para hacer algo”, aclara.
Además, la escuela tiene un importante papel como promotora del pensamiento crítico. La asignatura de filosofía en el aula es fundamental, puesto que “puede potenciar ese conocimiento de las cosas no solo materiales, también las del orden intelectual”.
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Actividades de pensamiento crítico para adolescentes
Las actividades que buscan estimular el pensamiento crítico se basan en la comunicación, en el diálogo y en expresar opiniones y criterios. “Se trata de que la persona exponga conocimientos basados en realidades, no solo en creencias u opiniones. Hay que tener cuidado a la hora de entender bien qué es el pensamiento crítico. No equivale a que solo tu razonamiento sea válido. Debemos partir de la realidad de las cosas y tratar de educar para el conocimiento verdadero de la misma”, puntualiza la doctora.
Estas actividades ayudarán a impulsar el pensamiento crítico en los hijos:
- Promover el conocimiento con acciones relacionadas con búsquedas de datos o visitas a lugares históricos.
- Ayudarles a comprender qué es importante y qué secundario en la vida. Visionar películas o documentales y tratar de resumir el argumento es un buen ejercicio.
- Potenciar la argumentación debatiendo sobre todo tipo de temas desde distintos puntos de vista, no necesariamente alineados con nuestro pensamiento.
- Darles libertad para expresar sus opiniones y respetar sus decisiones. No juzgarles y dejarles que celebren sus éxitos o aprendan de sus errores.
- Transmitirles valores y presentarles distintas realidades para que desarrollen la humildad, la empatía, la justicia, el respeto o la tolerancia. Desarrollar una actividad de voluntariado para adolescentes, de ayuda a los demás para que conozcan otras realidades, puede ser una buena solución.