Varios test detectan problemas de aprendizaje que puedan derivar en una situación indeseada para los estudiantes: el fracaso escolar. Son una serie de cuestionarios que indagan en el comportamiento de los niños con la finalidad de prever la posibilidad de que repitan curso o abandonen sus estudios. Para ello, se cuenta con la complicidad de padres y profesores, que deben contestar a una serie de preguntas sobre las actitudes y comportamiento de los jóvenes. A continuación se explica en qué consisten algunos de estos test y qué protocolo se sigue cuando se detectan problemas entre el alumnado.
Los cuestionarios evalúan las actitudes de los alumnos y las posibles causas de fracaso escolar
El fracaso escolar se puede detectar. Algunos indicios delatan las dificultades por las que atraviesan los escolares y dan la voz de alarma para que padres y profesores actúen a tiempo. Una de las herramientas utilizadas son los cuestionarios. A través de una serie de preguntas se evalúan las actitudes de los alumnos y las posibles causas que favorecen el fracaso escolar.
Es importante realizar estos test cuando se tienen sospechas para intervenir cuanto antes. En ocasiones, además, los problemas detectados pueden estar relacionados con otras circunstancias, por lo que conviene descartar que los estudiantes sufran trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDHA), dificultades de aprendizaje, baja autoestima u otros.
Test para detectar el fracaso escolar
Si bien la posibilidad de fracaso escolar debe detectarla siempre un profesional, ya sea en el propio centro donde acude el alumno o en una consulta de psicología, varios test orientan sobre un posible problema. Son un primer paso para acercarse al problema y decidir consultar con un profesional.
Test de inteligencia. Un test de inteligencia analiza las posibilidades intelectuales de una persona. Predice su rendimiento y detecta necesidades educativas especiales, aunque los resultados siempre ha de examinarlos un profesional. Un resultado que califique al niño como superdotado no es sinónimo de éxito escolar, puesto que si no se atienden sus necesidades, el alumno puede experimentar fracaso escolar. Una opción es el test de WISC.
Detección del Fracaso Escolar (DFE). Esta es una de las herramientas más actuales, presentada el pasado mes de febrero. Es un test on line que pretende la detección precoz «de un posible trastorno o problema relacionado con el fracaso escolar». Para ello, las preguntas se numeran con un valor entre 0 y 10 con el objetivo de recoger datos que ayuden al diagnóstico. Es necesaria la participación de padres y profesores, que han de responder a unas preguntas sobre el comportamiento de los escolares.
Test Sapientec. Este se dirige a los padres, que han de completar un cuestionario sobre la actitud del hijo desde que era un bebé hasta la actualidad. Las preguntas indagan sobre la evolución del estudiante, su uso de las nuevas tecnologías, cómo aprovecha el tiempo de ocio o sus motivaciones e intereses intelectuales. De las respuestas se obtiene un resultado, que valora el porcentaje de riesgo de fracaso escolar.
Test de autoevaluación. Los padres son quienes más conviven con sus hijos y antes pueden detectar cualquier cambio. Este sencillo cuestionario ayuda a analizar comportamientos, más allá de los resultados académicos, y supone un primer paso ante un posible indicio de fracaso escolar.
Protocolos de actuación contra el fracaso escolar
Una vez detectado el riesgo de fracaso escolar, es frecuente que el centro cuente con un protocolo para combatirlo. Cuando este se relaciona con otros trastornos, el objetivo es paliarlos, por lo que las acciones se encaminan a esta finalidad. Es posible que el alumno tenga desde dificultades de visión u oído, hasta TDHA, problemas del aprendizaje o de la comprensión, de las habilidades motoras o un problema de malnutrición o sueño que le impide concentrarse en el colegio.
El fracaso escolar requiere en ocasiones combatir otros problemas o trastornos
Cualquier dificultad añadida aumenta la vulnerabilidad del estudiante frente al fracaso escolar, por lo que debe recibir el tratamiento adecuado. Sobre todo es importante la prevención para evitar que se actúe tarde. Padres y profesores han de estar en contacto para colaborar en la detección de estos problemas y ayudar a los alumnos.
Si el fracaso escolar no tiene relación con otro problema, las acciones se centran en la motivación y estimulación del estudiante. Entre las medidas que se toman figuran el refuerzo educativo en las asignaturas que suponen más dificultad para los alumnos, ejercicios específicos para ellos y actividades que incrementen su interés, ya que el riesgo de fracaso escolar puede desmotivar al estudiante y aumentar los casos de absentismo escolar.
Por este motivo es fundamental la revisión de los modos de enseñanza y aprendizaje, para responder a las necesidades de los alumnos. Un cambio en el modo de impartir la clase puede ser beneficioso para los escolares.