El fracaso escolar es una de las principales preocupaciones de padres, alumnos e instituciones. Se analizan sus causas para evitarlo y sus consecuencias para hacerle frente. Un nuevo informe explica los puntos claves del fracaso escolar e intenta dar con la fórmula que lo combata: prevenir, intervenir a tiempo e introducir mecanismos que faciliten el retorno de los alumnos al sistema educativo son tres aspectos básicos.
El abandono escolar preocupa. Tres de cada diez alumnos no finalizan las enseñanzas obligatorias en las aulas españolas. Por este motivo, un total de 28 entidades miembros de FEDAIA, la federación que agrupa a las entidades catalanas que trabajan con niños y jóvenes desamparados o en riesgo de exclusión social, han elaborado un informe que analiza el fracaso escolar, sus consecuencias y las posibles soluciones, que centra en tres aspectos.
1. Prevenir el fracaso escolar
Un factor fundamental es conseguir que los estudiantes no abandonen las aulas. Por ello, se debe dar con el origen del fracaso escolar para combatirlo. En primer lugar, el fracaso escolar puede tener su origen en varias causas. Es un proceso progresivo, en el cual el estudiante pierde poco a poco el vínculo con el entorno escolar hasta llegar al abandono.
El inicio del fracaso escolar se sitúa en la educación primaria, a los 10 años
Según FEDAIA, en alusión a datos del Ministerio de Educación y estudios recientes, esta desvinculación comienza en la educación primaria. Se estima que a los diez años uno de cada diez niños no cursa el nivel de enseñanza que le corresponde por edad, aunque la decisión de abandonar el colegio se toma en la adolescencia. Por ello, se apuesta por un sistema preventivo «eficaz y coordinado entre la familia y el colegio», una prevención integral que aborde las situaciones de riesgo. Las familias han de sentirse parte activa de la educación de sus hijos, para ayudarles a superar las dificultades que se les presenten.
2. Intervención con los alumnos
Una vez que se ha detectado a los alumnos susceptibles de abandonar las aulas, debe iniciarse el trabajo con ellos «para atajar los problemas de forma temprana«, recomienda FEDAIA. La crisis económica ha aumentado el número de alumnos cuyas familias carecen de los recursos suficientes para garantizar una adecuada enseñanza. En ocasiones, los estudiantes carecen de material escolar o de la atención necesaria para motivarles en el estudio. La intervención temprana permite que los adolescentes con problemas de aprendizaje alcancen la adolescencia con la motivación suficiente para superar estas trabas.
Los hijos han de sentirse apoyados en casa y los padres han de evitar reacciones negativas ante los suspensos
Los planes de intervención han de aplicarse en todos los ciclos formativos y han de incluir atención personalizada mediante tutorías y refuerzo escolar. Pero también la atención y motivación por parte de los padres es fundamental. Los hijos han de sentirse apoyados en casa y, en esta línea, un aspecto destacado es la reacción de los padres ante un suspenso. En el artículo ‘Mi hijo ha tenido muchos suspensos’, el educador y logopeda Pablo Pascual explica cómo algunas conductas muy frecuentes entre los padres frente a las notas negativas resultan «ineficaces e incluso perjudiciales». Es el caso de los castigos y los gritos o ciertas expresiones que pueden humillar a los niños («eres un vago»). Frente a esto, recomienda escuchar a los hijos, enseñarles técnicas de estudio o darles responsabilidades desde que son pequeños.
3. Facilitar el regreso a las aulas
Una segunda oportunidad. Este puede ser muchas veces el camino para que los estudiantes regresen al sistema educativo formal y culminen el proceso de aprendizaje. Se piensa en adaptaciones curriculares específicas para estos jóvenes, tener en cuenta sus particularidades, crear plazas suficientes para todos los alumnos que suspenden ESO o facilitar el paso del Ciclo Formativo de Grado Medio al Ciclo Formativo de Grado Superior.
Servicios para combatir el fracaso escolar
El fracaso escolar preocupa, entre otros motivos, por su relación con la pobreza. «Es uno de los factores que contribuye a reproducir de forma más decisiva el círculo vicioso de la pobreza entre los jóvenes», subraya el presidente de la FEDAIA, Jaume Clupés. Una preparación escolar deficiente se relaciona con un mayor riesgo de desempleo o empleo precario.
En la actualidad, diferentes servicios se marcan como objetivo la lucha contra el fracaso escolar. Pretenden ayudar a los más jóvenes para que no abandonen las aulas y concluyan al menos las enseñanzas obligatorias, un aspecto que estiman clave para su futuro. Entre los servicios previstos para combatir el fracaso escolar destacan: Unidades de Escolarización Compartida (UECs), Programas de Cualificación Profesional Inicial, Aulas Taller, Aulas de Estudio y Planes de Entorno.
La tasa de fracaso escolar en España llega al 29%. Esto significa que tres de cada diez estudiantes no concluye la enseñanza obligatoria. Por comunidades autónomas, Ceuta y Melilla, Islas Baleares, Murcia, Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura, Canarias, Comunidad Valenciana y Cataluña están por encima de la media. Estas tasas han supuesto un toque de atención a nuestro país desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), que realiza el informe PISA, y la Comisión Europea, que ha pedido “medidas urgentes para combatir el fracaso escolar”, recuerda FEDAIA.
Cuando los padres carecen de estudios, el riesgo de fracaso escolar de los hijos alcanza el 63%
Entre los factores que se consideran condicionantes del fracaso escolar destacan el nivel socioeducativo de los padres, el origen étnico y el sexo de los alumnos, por lo que sirven de base para realizar un seguimiento especial de estos estudiantes. Cuando los padres carecen de estudios, el riesgo de fracaso escolar de los hijos alcanza el 63%; si los padres tienen estudios primarios, este porcentaje llega al 41%; en el caso de progenitores con estudios universitarios, la tasa desciende al 20%. En el aspecto social, se distingue entre adolescentes que forman parte de la denominada clase trabajadora (45% de riesgo) y clase media (23%).
De acuerdo al origen, los estudiantes inmigrantes alcanzan un 55% de riesgo de fracaso escolar, frente a un 34% de estudiantes nacionales, mientras que, por sexo, el 41% de los alumnos de 15 años está en riesgo de fracaso escolar, ante el 29% de las alumnas de la misma edad.
Otros factores de riesgo ajenos al contexto social y familiar son los problemas visuales y auditivos, así como los trastornos de aprendizaje. El 25% de los niños en edad escolar sufre algún problema de visión sin diagnosticar, pese a que una visión defectuosa implica no poder seguir las explicaciones en la pizarra, leer o estudiar con comodidad. Por otro lado, la dislexia y el Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) suponen un obstáculo para realizar las actividades del mismo modo que el resto de los alumnos.