¿Cómo beben los gatos? La respuesta puede parecer sencilla: de un modo elegante y casi sin hacer ruido. Sin embargo, el mecanismo que hay detrás del acto que permite a los felinos ingerir el agua es más complicado de lo que parece, involucra a varias leyes científicas, es distinto que en los perros e intriga a los científicos. El misterio está en la lengua del gato.
La lengua del gato sabe de ciencia
Los gatos saben de ciencia. En concreto de física y dinámica de fluidos, es decir, de cómo funcionan los líquidos en movimiento. Y estos valiosos conocimientos son aprovechados por los felinos para beber la mayor cantidad de agua en el menor tiempo posible.El gato utiliza un mecanismo para beber que aparenta ser sencillo, pero que involucra a la física de fluidos
«El gato utiliza un interesante mecanismo físico para beber basado en la capacidad de adhesión del agua a su lengua, que juega con el delicado equilibrio existente entre la fuerza de la gravedad y la inercia del propio fluido», explican Pedro Meis y Roman Stocker, ingenieros de la Universidad de Massachusetts, que han coordinado el estudio ‘Cómo beben los gatos, la absorción del agua por el Felis catus‘, publicado en la revista científica ‘Science’.
El acto de beber puede parecer sencillo a quienes somos capaces de cerrar por completo la boca antes de comenzar la succión el líquido, algo que sucede en personas. Sin embargo, para las especies que no son capaces de ello, como ocurre en gatos y perros, la cuestión se complica: hay que buscar otro mecanismo.
«Una mañana observé a mi gato desayunar. Él bebía agua y me di cuenta de que había algunos excitantes interrogantes en el aparentemente sencillo acto que le permitía absorber el líquido», cuenta Stocker en una entrevista en ‘The New York Times’.
El gato debe vencer la fuerza de la gravedad para lograr meter el agua en su boca, y debe tragarla sin cerrar las mandíbulas. Pero, ¿cómo lo consigue?
La física ayuda al gato a beber agua
Los gatos absorben el agua de su cuenco a tal velocidad que los dueños son incapaces de detectar el fascinante mecanismo científico que se desarrolla frente a ellos. En concreto, el felino sorbe agua a la asombrosa velocidad de cuatro veces por segundo.
Al contrario de lo que pudiera parecer, la característica rugosidad de la lengua del gato, cubierta de diminutas espinas, poco ayudan al peludo amigo en el proceso de beber. Esta superficie áspera sí sirve al felino, por el contrario, a mantener su pelaje limpio durante el acicalamiento.
La física, y no las espinas de la lengua del gato, está detrás del mecanismo que permite al peludo compañero beber agua sin problemas. Los gatos han aprendido a calcular de un modo natural la altura exacta donde la fuerza de gravedad, que empuja el líquido hacia el suelo, se iguala con las fuerzas químicas y físicas que mantienen unidas las moléculas de agua a su lengua mientras beben. Y aprovechan este conocimiento a su favor.
El secreto de la lengua del gato está en la ciencia
La ciencia, y no la rugosidad de la lengua del gato, permite al felino beber agua
¿Qué ocurre cuando el peludo científico se dispone a beber? El gato curva hacia abajo su lengua, de modo que el flexible músculo felino crea un pronunciado arco en forma de v, que permite al felino rozar solo con la punta de la lengua el agua del cuenco.
En ese preciso momento, el gato empuja hacia arriba la lengua a gran velocidad, creando una columna de agua que queda adherida a su superficie inferior. El líquido permanece unido a este músculo felino gracias al juego de fuerzas en equilibrio ejercido por la inercia y las atracciones que surgen entre las distintas moléculas de agua y la lengua del gato.
El felino reconoce el momento preciso en el que la fuerza de gravedad supera estas atracciones y, justo en ese momento, el gato cierra sus mandíbulas y traga el chorro de agua.
«Lo fascinante es que el gato parece conocer a la perfección este mecanismo, ya que es capaz de maximizar la cantidad de agua que bebe con cada movimiento de lengua», concluye Meis.
Como solo harían los científicos más experimentados, el gato ha aprendido a aprovechar la inercia del fluido para vencer la gravedad y tirar el agua hacia su boca. Y es capaz de repetirlo cuatro veces en solo un segundo: demasiado veloz para ser diferenciado por un dueño inexperto a simple vista.
El movimiento completo a cámara lenta de la lengua del gato cuando bebe puede verse en este vídeo científico.
Las personas somos capaces de cerrar casi por completo la boca y succionar para beber agua en esa posición. Este movimiento, en apariencia sencillo, no es sin embargo común en todas las especies de mamíferos.
Perros y gatos no pueden adoptar esta posición de sus mandíbulas mientras beben. Por lo tanto, deben recurrir a otras artimañas para sorber sin que se les escape el líquido.
Las líneas superiores descubren el misterio que hay detrás del delicado y eficaz modo de ingerir agua de los felinos. Este mecanismo, basado en la adhesión del agua a su lengua, es coherente con la fama de delicados que se han ganado los gatos: permite a los peludos felinos beber sin apenas hacer ruido.
Los perros, sin embargo, son bastante las estruendosos cuando tragan, en especial si están muy sedientos. Pero, ¿por qué? La explicación es sencilla: perros y gatos no beben igual.
Mientras que los felinos han aprendido a vencer la fuerza de la gravedad con ayuda de su lengua -apoyados en la inercia del fluido-, el mecanismo que permite sorber a los canes es algo menos sofisticado.
El perro empuja el agua con ayuda de su lengua y curva el húmedo y flexible músculo para crear una especie de cuenco que es rellenado de líquido por el animal, antes de ser empujado hacia la garganta.
El peludo amigo canino utiliza el contacto de toda su lengua para provocar los desplazamientos de agua y capturarla en su lengua: por ello es mucho más ruidoso que los sigilosos felinos.