Los gatos pierden la voz casi con la misma facilidad que las personas. El enfriamiento es un motivo frecuente de la afonía felina. Pero la ronquera del gato también puede explicarse como consecuencia del estrés -por una mudanza o la llegada de un nuevo gato a casa– e incluso por enfermedad más grave. En este artículo se explica por qué pierde la voz el gato y cómo ayudarle a que la recupere.
Mi gato se ha perdido la voz, ¿tiene laringitis?
Los gatos pueden perder su voz o padecer afonía casi con tanta frecuencia como las personas. «Los felinos, al igual que los humanos, también son susceptibles de sufrir una ligera irritación de su laringe por distintas razones, como haber cogido algo de frío», explica la veterinaria Patricia González.
Los gatos pierden su voz por un enfriamiento, estrés o por enfermedades respiratorias más graves
La laringe felina es la parte de su garganta conocida como la caja de voz. La laringitis del gato es una inflamación de este instrumento de resonancia felino, responsable de sus locuaces y necesarios maullidos. La pérdida de voz del gato puede deberse a una infección de su aparato respiratorio o a una irritación consecuencia del frío o de unos maullidos excesivos.
En consecuencia: los gatos también pueden coger frío y quedarse afónicos. Si la afonía es ligera -y el gato juega y come con normalidad- la ausencia de voz (o un maullido extraño en él) puede deberse a una ligera inflamación de su aparato respiratorio.
La primera señal que denota que un gato padece una irritación de su laringe es un cambio en el tono habitual de su maullido, que se torna más seco, ronco y entrecortado. Las razones que explican la afonía por enfriamiento en el gato son variadas. Un agua de beber para el felino demasiado fría, una ducha sin haber secado al peludo amigo del modo concienzudo que precisa e incluso la lluvia (también en verano) pueden ser motivos para que el gato sufra una ligera afonía.
Si el gato no se muestra alicaído y se alimenta sin problemas suele ser suficiente, sin embargo, con dejar pasar dos o tres días para comprobar que la afonía felina remite poco a poco, y que el gato recupera su característico maullido original. «En estos casos es mejor no medicar al felino con antibiótico, porque si la afección es ligera, lo habitual es que esta desaparezca con los días«, añade la veterinaria.
El estrés hace que el gato pierda la voz
El maullido ronco del gato puede ser una respuesta a un cambio en su ambiente que le causa ansiedad, como una mudanza o la llegada de otro felinoLa afonía e irritación de la garganta del gato también puede explicarse como consecuencia del estrés felino. Unos maullidos excesivos o la llegada de un nuevo miembro peludo a la familia pueden provocar en el animal una ansiedad inusual con la consecuente pérdida de voz transitoria.
«Un gato sano pero estresado puede comportarse y tener los mismos síntomas que un felino enfermo, lo que incluye dejar de comer, padecer afonía, vómitos frecuentes o hacer sus necesidades fuera del arenero», señala Tony Buffington, veterinario e investigador especialista en los síntomas de estrés felino.
Los eventos estresantes para un gato son modificaciones en su entorno cotidiano que pueden afectar su bienestar. «Algunos felinos son extraordinariamente sensibles a estas alternaciones y responden con ansiedad, enfermando, con problemas de conducta como agresividad e incluso con miedo», coincide un estudio sobre el estrés del gato realizado por el Colegio de Veterinarios de la Universidad de Ohio.
La irritación de la laringe implica su ronquera, afonía, pérdida de la voz del gato e incluso tos. La clave en estos casos es determinar la causa del estrés felino y tratar de paliarla.
Afonías prolongadas en gatos y enfermedades
Pero, ¿qué hacer si la afonía del gato no cesa? Las pérdidas de voz prolongadas en los felinos también pueden ser señal de que el animal padece una enfermedad respiratoria que sí sea necesario tratar. Por ello, entonces sí es recomendable acudir con prontitud al veterinario para que el doctor felino le examine.
«Las infecciones respiratorias, así como las inhalaciones de gases irritantes o el atragantamiento del gato con un objeto extraño, también pueden ser causas más graves de la pérdida de voz en los felinos«, advierte el manual ‘Merck‘ de salud felina. El veterinario debe, por tanto, examinar al gato y determinar el tratamiento antibiótico o antiinflamatorio que precisa el peludo amigo.
«En ningún caso, sin embargo, hay que automedicar al perro o gato con fármacos humanos, ni proporcionarle paracetamol o antiinflamatorios como el ibuprofeno, ya que son muy peligrosos e incluso pueden resultar mortales para el animal«, concluye González.
El cuerpo del perro o gato no es como el de las personas, por lo que tampoco está preparado para eliminar los componentes de estos medicamentos humanos. Esto explica que los fármacos queden acumulados en los órganos del peludo amigo y que, si se supera una concentración -incluso muy pequeña-, puedan resultar mortales para el amigo de cuatro patas.
El veterinario es, por ello, quien debe recetar el medicamento apropiado para el gato o perro, así como la dosis que necesita, para que no haya peligro.