La costumbre de algunos perros de comer heces produce en sus dueños, como mínimo, sorpresa y rechazo. No obstante, en algunos casos este comportamiento puede ser síntoma de que algo funciona mal en el páncreas del perro o esconder problemas psicológicos en el perro, como la ansiedad por separación. En este artículo se abordan las causas por las que un perro practica la coprofagia, cómo actuar con un animal que ingiere heces y seis curiosidades sobre esta práctica.
Mi perro come heces, ¿por qué lo hace?
La coprofagia en el perro, ingestión de heces propias o ajenas, se considera un comportamiento anómalo del perro, sobre todo si come sus propios excrementos. No obstante, esta atracción por los deshechos corporales en los perros también se da en otras especies, entre las que se encuentran los humanos, aunque por razones distintas.
Las razones por las que un perro ingiere excrementos propios o ajenos pueden ser diversas. «Una situación más o menos frecuente es que el perro que come heces sea una cría que no controla esfínteres y teme la reacción de sus dueños«, explica Imanol Sagarzazu, veterinario. Un cachorro que aún no ha aprendido a hacer sus necesidades en el lugar y momento adecuados puede temer la reacción de sus dueños frente a un excremento en un lugar indebido de la casa, y pueden reaccionar con la ingestión de la prueba acusatoria para evitar reprimendas.
Además, a algunos perros les gusta impregnarse con el olor de las heces, tanto propias como ajenas. Esto se debe a que buscan potenciar la comunicación olfativa con otros congéneres a través de las potentes feromonas olfativas presentes en las heces. «Es un perfume que dice ‘soy un perro y huelo a perro’ y a los canes les encanta tener este aroma, por lo que es un comportamiento habitual entre ellos», comenta Bat.
Los perros menores de un año son los que, de forma más habitual, practican la coprofagia, algo que es poco común en los perros adultos. En otros casos, «la coprofagia puede deberse a problemas de comportamiento, como ansiedad cuando se separan de sus dueños«, añade Sagarzazu.
El perro come heces por estrés o enfermedad
Un perro puede comer sus heces por estrés o soledad, aunque también cuando padece una falta de nutrientes«La coprofagia es un comportamiento que se presenta en todos los cánidos, como los lobos, los chacales y los zorros», asegura Helena Bat, educadora canina. La coprofagia que se produce por ansiedad se puede corregir con el tratamiento de las causas que provocan el malestar psicológico del perro. Si es debida a la separación de los dueños, habrá que organizar los horarios de paseos del can y evitar que esté demasiado tiempo solo.
Por otro lado, cuando el can esté en casa sin compañía se le pueden ofrecer alternativas para que esté activo, como con juguetes interactivos similares al Kong: el perro se entretiene hasta que obtiene el alimento que se encuentra en su interior.
El can que necesita la atención de sus dueños es capaz de demandarla con conductas variadas, entre las que se encuentra la ingestión de excrementos. Los dueños se fijarán en el perro, aunque sea para regañarle. Y el animal encontrará suficiente motivación para practicar la coprofagia.
En estos casos, la mejor manera de corregir al perro es atenderse como merece y felicitarle cuando abandona esta conducta.
Los canes que se estresan y angustian cuando sus dueños están ausentes de casa también pueden comer sus excrementos, como respuesta al problema de ansiedad por separación en el perro. La coprofagia puede deberse a problemas psicológicos que padece el animal y que se reflejan en una conducta desajustada con respecto a su atracción por las heces.
La infección pancreática es una razón poco habitual por la que un perro practica la coprofagia. Sin embargo, puede darse el caso de que el can carezca de la capacidad de digerir y asimilar los nutrientes de los alimentos que come y, de manera instintiva, coma excrementos para compensar el déficit nutricional de su organismo, debido al incorrecto funcionamiento del páncreas.
Perros que ingieren heces, ¿cómo actuar?
Los expertos suelen considerar anómalo que un can ingiera sus propias heces o las de otros perros. Sin embargo, cuando lo hace con heces de personas u otros animales herbívoros, como las vacas o los caballos, se valora como una conducta propia de la especie canina. La razón es que «los perros pueden valorar estos excrementos como apetecibles, a los perros por su olor y sabor», afirma Sagarzazu.
Por ello, cuando un perro practica la coprofagia, el primer paso es descartar que el can padezca alguna enfermedad y determinar la causa de su atracción por los excrementos. De esta forma, si se trata de un perro que ingiere heces porque padece infección en el páncreas, habrá que tratar la enfermedad canina para acabar con la coprofagia. Pero si la razón es por cuestiones psicológicas, los dueños tendrán que actuar de manera que desmotiven al perro para practicar la coprofagia.
Las perras recién paridas pueden ingerir las heces de sus crías para mantener la paridera limpia.
La ingestión de heces por parte de los perros puede resultar perjudicial para su salud. Existe peligro de contraer parásitos intestinales con heces ajenas.
A diferencia de las personas, los perros carecen de la sensación de asco. Por lo tanto, la ingestión de heces no les acarrea ningún rechazo social en su grupo canino.
Hay determinados tipos de excrementos que a los perros les resultan más atractivos, como los humanos y los procedentes de herbívoros. La razón está en el olor y alto contenido en proteínas.
Los perros pueden ingerir no solo las heces, sino también otros desechos corporales como los vómitos o regurgitación de comida.