Si se gestiona de forma adecuada, la mayoría de la chatarra electrónica (móviles y ordenadores, pero también electrodomésticos como lavadoras y frigoríficos desechados) es casi inocua, dicen los expertos. El problema viene cuando estos residuos de aparatos electrónicos y eléctricos (RAEE) no se someten a los procesos de descontaminación previos a su tratamiento en las plantas de reciclaje. Y es que muchos de estos dispositivos contienen sustancias tóxicas que pueden dañar el medio ambiente y la salud. Contamos cuáles son y qué hacer para prevenir la generación de los RAEE y, así, cuidar el entorno.
Más del 60 % de los residuos de aparatos electrónicos y eléctricos que se generan en España son tratados ilegalmente, según estimaciones de Ecotic. Y no resulta raro encontrar tirados en la calle frigoríficos, lavadoras o cualquier otro electrodoméstico que son recogidos por camiones o furgonetas de chatarra. Estos deshechos contienen hierro y cobre, lo que tiene valor como chatarra, pero también dejan cadmio, plomo, cloro, mercurio y PVC dañinos para el medio ambiente, ya que son inevitables los lixiviados (residuos líquidos) y las filtraciones al subsuelo.
Entre las partes más peligrosas de la basura electrónica están los gases refrigerantes y aceites de frigoríficos y aparatos de aire acondicionado, pues, de no gestionarse de forma adecuada, pueden liberar gases hidroclorofluorocarbonos (HCFC) altamente contaminantes y una de las principales causas del cambio climático: son entre 25 y 4.000 veces más potentes que el dióxido de carbono (CO2) y responsables del 45 % del efecto invernadero atribuible a la acción humana, advierten los expertos.
También es muy delicado el polvo fosforescente de los antiguos televisores de tubo de rayos catódicos, que contiene metales pesados y tóxicos como cadmio y fósforo, así como las pilas y condensadores, ya que pueden incorporar sustancias peligrosas como plomo, mercurio (sobre todo, las de botón), además de níquel y cadmio. Además, las baterías de litio de los móviles son peligrosas por su riesgo de explosión.
Cuatro claves para reducir tu basura electrónica
Para prevenir la generación de basura electrónica y cuidar el medio ambiente, interioriza y pon en práctica estos hábitos:
1. Haz un consumo responsable
Asume tu responsabilidad como consumidor y no compres más aparatos de los que necesitas. Evita también cambiar de móvil o sustituir otros aparatos electrónicos de forma caprichosa e innecesaria.
Si tienes que adquirir un teléfono, existen marcas como Fairphone y Wipro, que se preocupan por el impacto social y ambiental de sus productos.
2. Dale una segunda vida: regálalo o arréglalo
Antes de deshacerte de un teléfono o un aparato que funciona, ofréceselo a amigos o familiares. También se pueden dar en el mercado de segunda mano o donarlos a una ONG especializada.
Y si este está estropeado, aún existe la posibilidad de arreglarlo. La iniciativa Alargascencia, de la asociación Amigos de la Tierra, recopila establecimientos donde reparar objetos electrónicos en toda España.
3. Y si no, recicla
Cuando un móvil viejo u otro aparato electrónico no puede arreglarse ni ser reutilizado, hay que reciclarlo. Puedes entregarlo en un establecimiento comercial o depositarlo en un punto limpio.
4. Elige aparatos duraderos
La obsolescencia programada hace que muchos aparatos que compramos tengan una fecha de caducidad establecida de manera intencionada, por debajo de lo que podrían perdurar si se usaran materias primas o piezas más resistentes. Esta caducidad ha sido denunciada por muchas administraciones. En Italia, por ejemplo, Samsung y Apple fueron multadas por unas actualizaciones que dejaban inoperativos sus móviles.
La obsolescencia programada nos obliga a entrar en un ciclo sin fin de consumo y desperdicio. Por eso, los fabricantes también son importantes para reducir la basura electrónica. Deben hacer aparatos más duraderos y apostar por el llamado ecodiseño, que facilita el reciclaje de sus componentes y hace más sencillo recuperar muchos de ellos como recursos útiles.
Además, la Comisión Europea (CE) prepara medidas que incentiven la comercialización de productos de alta durabilidad. Entre ellas figura un etiquetado voluntario que indique la fecha de caducidad y reparabilidad de todos los dispositivos, desde la impresora o las tabletas hasta la lavadora. Esta etiqueta hará más fácil escoger los productos con una vida útil más larga.