“Bacalao del Cantábrico” que ni es bacalao ni del Cantábrico, merluza que en realidad es panga, un pescado cuyo impacto para la salud y el medio ambiente es cada vez más puesto en entredicho… Estos son algunos de los timos a los que el consumidor se enfrenta cada vez que compra un producto pesquero. Este tipo de fraudes, además de afectar al bolsillo, pone en riesgo la salud y la del medio ambiente marino. Este artículo ofrece siete claves que hay que tener en cuenta para que no nos engañen al adquirir productos pesqueros: desde aprender a leer el etiquetado y evitar gangas sospechosas hasta elegir pescado con certificado sostenible.
1. Leer bien el etiquetado
El etiquetado del pescado debe ser accesible para el consumidor y la información debe estar en un lugar destacado, de manera que sea fácilmente visible, legible e indeleble. «De nada sirve que esté pero que lo que ponga sea imposible leer o esté fuera del alcance de la visión del consumidor, como podemos comprobar en algunos puntos de venta», asegura Celia Álvarez, del Programa Marino de WWF España.
El fraude a los consumidores y la sobreexplotación de los mares acabaría si apoyáramos la pesca sostenibleMaría José Cornax, directora de pesca de Oceana en Europa, añade que, además de esta falta de visibilidad, también se encuentran casos de lugares donde «simplemente no lo ponen e incluso mienten de forma deliberada. Hace poco vi en una pescadería que vendían unos filetes blancos etiquetados como ‘Bacalao del Cantábrico’. Ni era bacalao, ni del Cantábrico, puesto que esta especie no se encuentra en este mar».
2. ¿De dónde viene el pescado? Fijarse en la trazabilidad
La trazabilidad, en el caso de los productos pesqueros y de cultivo (acuicultura), es la posibilidad de rastrearlos en todas las fases de la cadena comercial, desde el buque o la piscifactoría a la mesa. Al igual que el etiquetado, es una información que debe estar disponible de forma obligatoria. «Si tenemos alguna duda, debemos pedirle al punto de venta que nos muestre la nota de primera venta o el documento de trazabilidad, donde aparecerá toda la información sobre el producto», recomienda la experta de WWF.
3. Ser conscientes de que no hay gangas
El pescado tiene un valor económico y ambiental y, por tanto, no existen las gangas. Por ejemplo, si se ve a la venta una merluza o un bacalao en teoría fresco a 4 euros/kilo, ni estará fresco ni será bacalao ni merluza. Como subraya Cornax, «valorar nuestros productos pesqueros, conocerlos, pedir el etiquetado y pagar el justo precio por ellos es la mejor forma de que no nos engañen y de contribuir a la conservación de nuestros mares».
4. Comprar en lugares autorizados y de forma inteligente
Celia Álvarez ofrece también otra serie de consejos básicos, como comprar solo en lugares autorizados, para «evitar poner en riesgo nuestra salud»; no comer pescado o marisco de procedencia desconocida; diversificar el consumo de pescados y mariscos, ya que «en cada estación del año cambia lo que el mar ofrece»; o adquirir productos que cumplan las tallas mínimas y vedas, «ya que podemos poner en peligro su futuro».
5. Buscar los productos con certificado sostenible
El fraude a los consumidores y la sobreexplotación de los mares acabaría, si apoyáramos la pesca sostenible, recalca Laura Rodríguez, responsable para España y Portugal de MSC, el certificado del pescado sostenible. Gracias a esta certificación internacional, los ciudadanos pueden reconocer y adquirir los peces y mariscos capturados de forma respetuosa con el medio ambiente.
6. Conocer nuestros derechos y exigir
El consumidor tiene el derecho de exigir el correcto etiquetado de pescados y mariscos, al igual que sobre otros productos. «No etiquetar de forma adecuada un producto es ilegal y conlleva una sanción administrativa. Si, además, nos intentan engañar, puede tener un riesgo sanitario para el consumidor. Es muy importante exigirlo, no solo porque la ausencia de información repercute en nuestros bolsillos cuando nos venden, por ejemplo, una merluza de Namibia como una merluza de pincho nacional (más cara), sino porque sin conocimiento los españoles seguiremos ignorando el deterioro de nuestras pesquerías y el medio ambiente marino», sostiene la experta de Oceana.
Por su parte, Celia Álvarez añade que «un pescado etiquetado del modo correcto no solo permite a los consumidores informarse de las opciones de los productos, sino también evita un posible fraude, el cual dificulta también hacer una compra responsable con el medio ambiente».
7. Reclamar a las administraciones
El ciudadano puede reclamar ante el proveedor (pescadero, tienda, etc.), si cree que se están vulnerando sus derechos, cumplimentando, si es necesario, la hoja de reclamaciones que debe tener a disposición del cliente. Si no es atendido, el consumidor puede interponer una reclamación en alguna de las siguientes instancias:
- Oficinas municipales de información al consumidor que existen en numerosos ayuntamientos.
- Direcciones generales de consumo de las comunidades autónomas.
- Asociaciones de consumidores y usuarios.
- Juntas arbitrales de consumo.
- Adherirse al Sistema Arbitral de Consumo.
La experta de Oceana sostiene que «lo que hace falta es que la normativa se aplique y que la Administración pública se comprometa en asegurar su aplicación».