Proteger el medio ambiente es muy rentable económicamente, según la ONG británica The New Economics Foundation (NEF). Sus responsables, un grupo de economistas encabezados por el español Aniol Esteban, señalan que la actual crisis es fruto de un modelo económico insostenible. Por ello, proponen una nueva economía verde protagonizada por el medio ambiente y el bienestar de los ciudadanos. Autores del “Índice de Felicidad del Planeta” o de conceptos como “deuda ecológica”, la NEF ha publicado en fechas recientes un informe donde apunta los beneficios económicos y laborales de restaurar los sobreexplotados caladeros pesqueros en la Unión Europea (UE).
Restaurar los stocks de pesca comerciales en la UE a su rendimiento máximo sostenible (RMS) podría generar más de 3.000 millones de euros en valor de capturas adicionales por año. Se podrían crear hasta 100.000 puestos de trabajo, de los que 35.000 serían empleos directos en el sector pesquero.
“Restaurar los stocks de pesca comerciales en la UE podría crear hasta 100.000 puestos de trabajo”Si a partir de hoy se dejara de pescar en los stocks sobreexplotados, en cuatro años las capturas de pescado de la UE serían mayores y más sostenibles. En diez años el volumen de capturas sería casi el triple del actual.
Compensar a los pescadores durante la moratoria temporal requeriría 10.500 millones de euros. En poco más de cuatro años y medio se recuperaría la inversión y a partir de ahí se generarían beneficios: retorno de inversión positivo de hasta 1,5 euros por euro invertido en los primeros diez años desde el inicio de la moratoria, hasta de 14 euros por euro invertido a 40 años. Estos datos están en sintonía con los obtenidos por el Banco Mundial.
Cada año perdemos 50.000 millones de dólares por tener los stocks de pesca por debajo de su rendimiento máximo sostenible. Devolverlos a su RMS nos daría 50.000 millones de dólares más, generaría más y mejor empleo y garantizaría un alimento clave para comunidades pesqueras en países en vías de desarrollo.
Hay muchos estudios de prestigio. Por citar algunos:
- El informe “Stern”, encargado por el Tesoro Británico en 2006 a Nicholas Stern, execonomista jefe del Banco Mundial, muestra que invertir en la prevención del cambio climático tendría un coste del 1-2% del PIB, pero no hacerlo costaría un 5% del PIB.
- El informe “The Economics of Ecosystems and Biodiversity”, cofinancado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Comisión Europea y el Deutsche Bank, contiene múltiples ejemplos sobre los beneficios de conservar los recursos naturales.
- El informe “Watched like never before”, de la Royal Society for the Protection of Birds, señala los beneficios económicos a nivel local de invertir en conservación de biodiversidad, porque atrae turismo. El águila pescadora genera tres millones de libras anuales en dos localidades (una en Escocia y otra en Inglaterra) y la presencia del pigargo atrae cinco millones de libras a la Isla de Mull (Escocia).
Cada vez hay más ejemplos documentados de turismo ornitológico y su grandísimo potencial: Gallocanta (Teruel) atrae cada año a miles de visitantes para ver las grullas o el gran atractivo de los Parques Naturales y Nacionales.
“La economía no integra los costes/beneficios ambientales ni sociales y, por ello, se toman decisiones ‘miopes’”
Por varias razones. La economía no integra los costes/beneficios ambientales ni sociales y, por ello, se toman decisiones “miopes” basadas en información financiera. Este modelo está estropeado y obsoleto. El PIB no dice si una nación es sostenible, si la desigualdad entre ricos y pobres crece o disminuye, si la gente es más o menos feliz. La contabilidad de las empresas no refleja si su actividad económica contribuye de forma positiva o negativa a una sociedad más justa y sostenible. Además, es una economía basada en el crecimiento infinito en un planeta finito.
La economía convencional piensa que las generaciones futuras serán más ricas que las actuales o que la riqueza se distribuye de ricos a pobres, pero sabemos que no es cierto. Con el contexto actual, hacer las cosas bien, con algunas excepciones, no sale a cuenta. Un consumidor responsable debe pagar más por productos sostenibles, un empresario que produce de forma sostenible tiene menos margen de beneficio, un político responsable no dura tres días en su puesto.
Crear un contexto en el que hacer bien las cosas salga a cuenta. Sin embargo, hay una corriente de pensamiento muy arraigada que presenta al medio ambiente como un problema, que piensa que invertir en él es un lujo que no nos podemos permitir, y no lo ve como una solución o una condición mínima para el progreso. Los medios de comunicación son claves para ayudar a dejar atrás esta visión obsoleta y explicar que el lujo que no podemos permitirnos es el de no pensar en el medio ambiente.
El déficit ecológico se relaciona con la actividad económica de un país. En el modelo económico actual, si los países crecen, la demanda de recursos naturales crece por encima de lo que la Tierra puede tolerar. Y a la inversa, si un país entra en recesión, se reduce el déficit ecológico.
“La gente que vive en áreas con espacios verdes tiene un 40% menos de probabilidades de tener sobrepeso”No, porque la gente lo pasa muy mal y porque todavía vivimos muy por encima de los límites ecológicos del planeta. Ahora bien, es una buena oportunidad para replantearse un nuevo modelo que logre la estabilidad económica al reconciliar el bienestar de los ciudadanos con la protección de nuestro sistema ecológico.
Con preocupación, porque asume que es una cosa pasajera y que se puede volver al “business as usual”. Sin embargo, no se puede e impide dirigirse a una economía verde. Además, la política de recortes imposibilita el endeudamiento incluso para las inversiones necesarias.
La respuesta de España a la crisis es la opuesta a lo que debería hacer. Se debería apostar por una economía verde, por unos sectores económicos que creen empleo, que favorezcan una sustitución de energías no renovables por las renovables o que contribuyan a restaurar los recursos naturales y mejorar el medio natural. En lugar de ello se perpetúa la inestabilidad ecológica y económica, como el proyecto EuroVegas o la exploración petrolífera en Canarias.
Es parte de la solución porque ayudan a reflejar costes que no se tenían en cuenta. Pero no deberían repercutir sobre el volumen de impuestos que paga el ciudadano. Se pueden crear impuestos ambientales, como sobre las emisiones de CO2, y reducir los impuestos sobre el trabajo. Habría que quitar impuestos sobre el salario y trasladarlos a las actividades que generan costes ecológicos y, en consecuencia, económicos para toda la sociedad. Además, deberían dirigirse a reducir la desigualdad entre los más ricos y los más pobres.
Habría que trabajar menos y vivir más, cultivar las relaciones interpersonales, pasar más tiempo con familia y amigos, volver a conectarnos con el medio natural y mejorar la calidad ambiental.
“Habría que trabajar menos y vivir más”Hay muchos estudios que demuestran que estas medidas mejoran la salud de los ciudadanos, la educación, el desarrollo, la cohesión social, etc., como el “Millenium Ecosystem Assessment” de las Naciones Unidas o el “The Economics of Ecosystems and Biodiversity” de PNUMA y Deutsche Bank. Un ejemplo es que la gente que vive en áreas con altos niveles de espacios verdes tiene un 40% menos de probabilidades de tener sobrepeso u obesidad respecto a quienes viven en zonas con bajos niveles de espacios verdes. Y otro, que el coste de la inactividad física en Reino Unido se estima en torno a los 8.200 millones de libras y el de la salud mental sobre los 23.100 millones de libras.
En Reino Unido, MIND (trabaja en la mejora de la salud mental) y el British Trust for Conservation Volunteers han desarrollado múltiples proyectos que tienen el contacto con restauración del medio natural para beneficios de salud física, mental y/o reinserción social. El proyecto “Gimnasios Verdes” de BTCV ha instalado gimnasios al aire libre en diversos espacios públicos. Cada vez hay más doctores de cabecera que recomiendan ejercicio al aire libre como una “medicina” más. La Royal Society for the Protection of Birds, el National Trust y WWF han diseñado programas como “Infancia al aire libre” y “Aprendiendo al aire libre” que han conseguido que el currículo educativo británico incluya más salidas al medio natural.
El HPI es un indicador de la eficiencia de un país en transformar recursos naturales en años de vida felices. Los países industrializados son poco eficientes porque utilizan un altísimo volumen de recursos naturales para dar unos niveles de satisfacción parecidos a los de otros países que consumen mucho menos.
Reducir nuestra huella ecológica y nuestra demanda de recursos naturales y volumen de contaminación.
Nuestros mensajes están basados en evidencia científica, aunque, por supuesto, las cosas no son fáciles o sencillas. Los retos ambientales y económicos nos obligan a experimentar para encontrar nuevas soluciones. Esto requiere coraje y “apertura de mente” para probar nuevas ideas. Solo la gente suficientemente loca como para creer que puede cambiar el mundo lo hará.
Un ciclo electoral de 4-5 años limita el pensar a medio-largo plazo. Por otra parte, hay organizaciones que se benefician de la destrucción del medio ambiente y se han convertido en una gran influencia sobre las decisiones políticas. Todo ello frena el progreso y la transición hacia una economía sostenible.