Ya no es suficiente con cerrar el grifo. La cantidad de agua que consumimos para beber o ducharnos es mínima en comparación a la utilizada para producir bienes o servicios. Por ello, tanto los países como los consumidores debemos tener en cuenta nuestra “huella de agua” para evitar problemas de escasez, que se relacionan con el consumo insostenible y la mala gestión de este preciado recurso.
Qué es la huella de agua
Diversos expertos destacan que los conflictos hídricos no se deben normalmente a la escasez física de agua, sino a su deficiente gestión. Así, la huella de agua destaca en última instancia la insostenibilidad que supone que los países y sus habitantes consuman más agua de la que realmente disponen.
En este sentido, la huella de agua está estrechamente ligada al concepto de “agua virtual“. Se trata de una idea de John Anthony Allan, investigador del King’s College de Londres y la Escuela de Estudios Orientales y Africanos, que consiste en la cantidad empleada en elaborar, empaquetar y transportar los productos de consumo.
Una camiseta de algodón tiene una huella de 4.100 litros de agua virtual, una hamburguesa 2.400 y una taza de café 140
Asimismo, la huella tiene en cuenta el uso que se da de este líquido: el “agua azul” es la destinada a producir bienes y servicios; el “agua gris” es la que acaba contaminada en la producción de dichos bienes; y el “agua verde” la que se encuentra en el suelo, procedente de la lluvia.
En el caso de un país, su huella hidrológica muestra el agua, tanto la nacional como la importada, usada para producir los bienes y servicios consumidos por sus habitantes. Así, Estados Unidos es el país que mayor huella de agua tiene por habitante y año, seguido de los países del sur de la Unión Europea, entre los que se encuentra España.
En concreto, según cálculos de un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), el agua para beber (entre 2 y 5 litros diarios) y para higiene y tareas domésticas (entre 50 y 200 litros) es una parte pequeña comparada con los 2.740 litros de agua virtual consumidos diariamente.
La explicación de esta enorme huella hídrica se debe, tal y como apuntan los científicos de la UPM, al balance neto negativo entre el agua que se “exporta” y se “importa”: con un total de un millón de litros consumidos por habitante al año, requerimos del exterior unos 350.000 litros por persona. Sus datos añaden que los españoles utilizan el 90% del agua para alimentarse y el 10% para el resto de bienes y servicios que consumen.
Consejos para reducir la huella de agua
Los expertos indican cuatro factores principales que explican los altos valores de la huella de agua:
- El producto nacional bruto per cápita: cuanto más alto es, más agua se consume.
- La dieta alimentaria y el uso de productos industriales: en Estados Unidos, el consumo de carne es tres veces superior a la media mundial.
- El clima: países con fuerte evaporación requieren más agua, lo que explica huellas ecológicas altas de países pobres como Malí, Chad o Sudán.
- La baja eficiencia agrícola en el uso del agua: la producción de arroz de Tailandia es de 2,5 T/ha, mientras que la media mundial es de 3,9 T/ha.
España importa muchísima más agua en forma de cereales y piensos que la que exporta en forma de frutas y hortalizas
Los consumidores son parte importante de este proceso, puesto que pueden priorizar los productos con menos agua virtual, reducir el consumo de los que tengan más o exigir la implantación de sistemas más eficientes de gestión del agua. Para ayudar a este objetivo, algunos expertos sugieren programas específicos de concienciación y hasta un etiquetado de los productos con la cantidad de agua virtual empleada.
No obstante, estos conceptos no se escapan de algunas críticas. Así, se exige un aumento de la precisión de los actuales métodos de cálculo y la inclusión de otras variables, como por ejemplo los aspectos cualitativos. Asimismo, también se recuerda que el comercio de agua virtual, si bien puede beneficiar a algunos países, también puede perjudicar a otros, porque finalmente este recurso se gasta en algún sitio. Por ello, al igual que en el caso de la huella ecológica, los ciudadanos deben tener claro que resulta totalmente insostenible un mundo que aspire a consumir más agua de la que hay. Y por supuesto, los consumidores tienen que seguir asumiendo los consejos para reducir el gasto de agua tanto en su casa, como en el baño y en la cocina, así como en el jardín, tanto en uno convencional como en uno diseñado específicamente para consumir poco agua (xerojardines).