Las ciudades que apuestan por la sostenibilidad crean más riqueza entre sus vecinos y son más habitables, pero para conseguirlo falta en muchas de ellas una planificación a largo plazo. Así lo considera Iván de Torres, consultor de Enerlis, una empresa especializada en asesoramiento a urbes para que aumenten su sostenibilidad, innovación y desarrollo económico. Según este experto, para ello es necesario que los ayuntamientos tengan claro qué modelo de ciudad quieren y que sus habitantes tomen parte en los procesos de decisión y asuman modos de vida más ecológicos y saludables.
“La sostenibilidad ayuda al crecimiento económico de la ciudad y la hace más amigable”Con tres argumentos principales. Uno, porque ayuda al desarrollo económico de la ciudad, al potenciar las empresas locales, fomentando el consumo bajo el concepto “km 0” y consiguiendo economías circulares que acaben redundando en beneficio del propio municipio. Dos, porque la sostenibilidad puede atraer empresas de alto valor añadido, intensivas en conocimiento y poco contaminantes. Y tres, porque la sostenibilidad minimiza los impactos que la dinámica urbana genera y hace que las ciudades sean más amigables, de manera que se disminuye la contaminación local, se cierra el ciclo productivo valorizando y reutilizando los residuos o se potencia una movilidad basada en la peatonalización o la bicicleta y menos en combustibles fósiles.
Una clave es tener una planificación estratégica, tener claro qué modelo de ciudad se quiere. Parece de sentido común, pero muchas poblaciones no la tienen. Se hacen planes teniendo en cuenta el mandato de la legislatura, pero sería mejor una planificación a más largo plazo. Otra clave es el trabajo en red para intercambiar información y estar en contacto con otras urbes de características similares, así como con las ciudades vecinas. Se debe potenciar la participación en dos planos: que se involucre a los técnicos y los políticos a la hora de hacer estos procesos de planificación y consultar a los habitantes para aflorar demandas, necesidades o nuevas ideas para afrontar los problemas que afectan a la ciudad.
La sostenibilidad ha calado en muchas ciudades y se avanza, pero falta cultura de planificación. En el País Vasco o Cataluña es un concepto que, por lo general, está más desarrollado, pero en otras comunidades falta todavía mucho por hacer. Además, muchas actuaciones dependen de marcos regulatorios superiores, como el caso de la energía, lo que limita la actuación del ayuntamiento a nivel local.
“Las ciudades generan muchos problemas ambientales pero son a su vez fundamentales para solucionarlos”Portland en Estados Unidos, además de Copenhague (Dinamarca) y Estocolmo (Suecia) en Europa. En los países nórdicos parten de la tradición de asumir la sostenibilidad de forma transversal en sus políticas, han trabajado muy bien la movilidad, la peatonalización, el uso de la bicicleta, etc. Suecia tiene ejemplos de reconversión de zonas industriales en desuso en nuevos barrios cuyo diseño desde el principio ha tomado la sostenibilidad como principal referencia.
El ejemplo típico es Vitoria-Gasteiz, que fue Capital Verde Europea. Barcelona está haciendo cosas muy interesantes, como las “super manzanas” en relación a la movilidad sostenible: la idea es unir varias manzanas de manera que se limita el trafico rodado en su interior y se priman los desplazamientos peatonales o en bicicleta. Además, la capital catalana tiene uno de los organismos locales referentes en sostenibilidad urbana, esto es, la Agencia de Ecología Urbana, todo un referente a nivel estatal.
“El concepto de ciudad inteligente debería verse más allá de la tecnología”El concepto debería verse como algo que va más allá de la tecnología, una línea de trabajo que puede ayudar a incrementar la calidad de vida urbana, contemplando también aspectos relacionados con nuevas formas de gobernanza y organización municipal. Nosotros trabajamos más la idea de “ayuntamientos inteligentes”, proponemos nuevos métodos de trabajo interdisciplinares, entre políticos y técnicos, para solucionar problemas comunes. Otra idea es la de compra pública innovadora, para que el ayuntamiento identifique qué necesidades tiene y contemple soluciones innovadoras que todavía no se encuentran accesibles en el mercado. La relación público-privada también es esencial, como también que haya mucho diálogo entre el ayuntamiento, el tejido local y los ciudadanos. En esta línea ya se trabaja desde hace tiempo, con interesantes iniciativas como los presupuestos participativos o el codiseño de espacios públicos que deben repensarse: una ciudad inteligente debe tener nuevas formas de relacionarse con la ciudadanía.
Las ciudades, responsables de la generación de muchos problemas ambientales, son a su vez fundamentales para solucionarlos. Se pueden hacer muchas cosas a nivel local, en especial en relación a la movilidad, el fomento de la eficiencia energética y las energías renovables, pero hay que ser conscientes de que el campo de acción, a nivel global y teniendo en cuenta las capacidades de los ayuntamientos, es limitado.
El efecto que tendrá peatonalizar una calle o restringir el tráfico rodado, como se está planeando por ejemplo en el centro de Madrid, será mínimo a nivel global en términos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), pero tendrá un efecto a escala local que los vecinos apreciarán con claridad: mejor calidad del aire, disminución de ruidos, etc.
“Los ciudadanos debemos exigir a nuestros políticos ciudades más ecológicas”Exigiendo responsabilidades a nuestros representantes políticos, utilizando los cauces de participación que estén disponibles y, ante todo, tener una conciencia cívica y social y llevarla a la práctica. Somos parte del problema pero también de la solución. Podemos adoptar hábitos de vida más saludables. Por ejemplo, en cuanto a la alimentación, consumiendo productos locales y frescos: cocinar y evitar el exceso en el consumo de productos procesados es una de las mejores pautas ecológicas que se puede seguir. Asimismo, respecto a la movilidad, desplazándonos más a pie, en bicicleta o mediante transporte público. En definitiva, explorar otras formas de vivir la ciudad.
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