Los mercados marcan un valor a los productos que provienen de la naturaleza, como los alimentos o la energía, que no son reales. Las dos terceras partes del valor económico de la naturaleza son invisibles y no se tienen en cuenta, según Josh Bishop, coordinador del estudio “The Economics of Ecosystems and Biodiversity (TEEB)” (“Economía de los Ecosistemas y Biodiversidad”). El objetivo de esta iniciativa, puesta en marcha por Naciones Unidas con el apoyo económico de la Comisión Europea y varios países, es determinar de manera científica el valor real de los beneficios económicos globales de la naturaleza y los crecientes costos que supone la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas.
“La pérdida de servicios que ofrecen los ecosistemas es una cuestión económica al menos tan grande como la crisis financiera”La naturaleza es mucho más valiosa de lo que se pensaba. La pérdida de servicios que ofrecen los ecosistemas es una cuestión económica al menos tan grande como la crisis financiera de 2008-2009, con la diferencia de que la crisis medioambiental se registra año tras año.
Es una cuestión difícil de responder, porque los estudios científicos son todavía recientes. Pero se podría decir que en cualquier ecosistema, una tercera parte de su valor, del rendimiento económico que se le saca en los mercados, es visible en términos generales. Sin embargo, las dos terceras partes restantes, como el filtrado de las aguas o la regeneración de los suelos, son invisibles.
“Las dos terceras partes de los servicios de la naturaleza son invisibles para los mercados”Habría varias formas de hacerlo. Una es utilizar las diversas herramientas de medición para cuantificar ese valor, como las que se describen con detalle en el capítulo 5 del TEEB. Pero para dar a conocer estos valores en la práctica, hay que volverlo real a productores y consumidores. Para ello se pueden asumir diversas políticas, como impuestos medioambientales, subvenciones, recompensas para servicios a los ecosistemas, etc. Otra forma es mediante el concepto de responsabilidad. Hace unos años, la Unión Europea aprobó la Directiva de Responsabilidad Ambiental, que de manera legal hace responsables a las empresas de sus posibles daños causados al entorno.
En algunas grandes catástrofes, como el derrame de petróleo del Golfo de México ocurrido el año pasado, o el del Exxon Valdés en Alaska hace unos años, se han utilizado para evaluar el coste real de los daños causados. Pero también se utilizan en catástrofes naturales más pequeñas o menos conocidas.
“Hay que hacer responsables a las empresas de sus posibles daños causados al entorno”La forma más directa es estudiar las decisiones de la gente. Mediante modelos estadísticos se puede determinar la influencia específica de la proximidad a la naturaleza en una propiedad. La gente paga más por tener una casa cerca de un entorno natural. Otra forma consiste en analizar cuánta gente trabaja para evitar daños, como los incendios forestales o las inundaciones, y determinar el valor de invertir en medidas que minimicen estos desastres naturales. El método más directo, pero también controvertido, es preguntar a las personas.
Con encuestas que preguntan acerca de cuánto están dispuestas a pagar por utilizar un bien natural, como hacer submarinismo en un arrecife de coral o visitar una reserva natural. Las personas gastan en viajes, hoteles, etc., y se les puede preguntar cuánto estarían dispuestas a pagar por mejorar esos servicios que les ofrece la naturaleza. De esa manera le dan un valor. La misma técnica se puede aplicar en el caso de la contaminación o los residuos.
“Muchos recursos naturales de alto valor están en peligro o no están protegidos de forma suficiente”Sí. En muchos países se utilizan estas encuestas para calcular el precio de la entrada a un parque natural o por hacer un deporte en un medio natural. Luego se pueden cotejar con otros datos, como cuánta gente hace uso de estos servicios.
La crisis actual viene de manera principal por la gente que se hipotecó y no podía pagar. Ahora bien, hay cierta similitud, porque tomamos prestados de la naturaleza bienes que no podemos pagar.
“El precio de algunos alimentos subirá por los conflictos sobre la tierra”Hay muchos. Los bosques tropicales son uno de los más conocidos. Tienen una enorme biodiversidad de un gran valor que los mercados no reconocen y, sin embargo, son vitales para la producción de alimentos, nuevos medicamentos, tecnologías, etc., o para luchar contra el cambio climático. En muchos países, más de la mitad de los humedales se han transformado en zonas agrícolas o residenciales y, con ello, se ha perdido su capacidad de combatir inundaciones o regular el agua potable. La acidificación de los mares destruye los arrecifes de coral y como consecuencia aumenta el dióxido de carbono (CO2) que influye en el clima, la pérdida de biodiversidad y afecta a la industria del turismo.
En algunos casos sí, en otros puede que bajen. Es posible que algunos alimentos sean más caros por los conflictos sobre la tierra. Las energías no renovables también subirán, entre otras cuestiones porque los gobiernos imponen medidas más restrictivas para controlar su impacto ambiental. Sin embargo, las renovables, como el viento o la solar, bajarán gracias a la mejora de la tecnología.
“No podremos recuperar el daño causado de manera rápida, pero podemos evitar que vaya a peor”Algunas de las consecuencias del cambio climático son ya inevitables y tendremos que prepararnos para ello. Muchas pesquerías se han colapsado ya. No podremos recuperar el daño causado de manera rápida, pero podemos evitar que vaya a peor.
Los consumidores pueden tomar decisiones que afectan a la naturaleza. Se puede elegir entre productos naturales o sintéticos, entre alimentos ecológicos o industriales, etc. Muchos de los productos convencionales tienen un gran coste medioambiental, como el uso de sustancias químicas nocivas, la producción en condiciones precarias o de forma que se destruye la naturaleza o se contamina, etc. Pero los consumidores tienen en la actualidad más información que nunca, pueden elegir de forma responsable y exigir más opciones respetuosas con la naturaleza a las empresas y a los gobiernos.
“Los consumidores pueden elegir de forma responsable y exigir más opciones respetuosas”Algunos países lo están considerando. Por otra parte, países como Corea, Sudáfrica, Alemania, Francia, Reino Unido, India o Brasil preparan estudios similares para evaluar el valor económico de los ecosistemas.
No creo que nadie lo sepa, es algo muy complicado de concretar. España es más rico en algunos elementos naturales que otros países y no tan rico en otros elementos.
Joshua Bishop es economista especializado en recursos naturales y medio ambiente, cuyo trabajo se centra en la relación entre conservación y desarrollo. En la actualidad, trabaja como Coordinador de Negocios y Empresa para el estudio TEEB. En su actual puesto como economista en jefe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) trata de promover enfoques basados en el mercado para la conservación de la naturaleza, a la vez que trabaja en fórmulas para la conservación en términos económicos. Antes de unirse a la UICN, trabajó durante varios años en el Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED), en Londres, donde llevó a cabo una investigación aplicada sobre una amplia gama de temas en la economía del cambio del uso del suelo, con estudios de macropolítica económica y medioambiental, sobre las políticas del comercio de la madera, la creación de previsiones para el suministro y la demanda de productos forestales, la valoración de los beneficios forestales no comercializados, la economía de la conservación del suelo y los enfoques de mercado para los bosques y la conservación del agua. Antes trabajó en África occidental como economista asesor de la Comisión Europea (CE) y el Banco Mundial, como agente de conservación de la UICN y como voluntario en el Cuerpo de Paz de EE.UU. en Malí.