El medio ambiente puede beneficiarse de la nanotecnología, pero también corre ciertos peligros, algunos de ellos desconocidos. Por ello, se debería trabajar más para contestar a muchas incógnitas antes de que su uso se generalice. Así lo subrayaron diversos expertos internacionales en la materia en una jornada organizada por Tecnalia y el Cluster de Industrias del Medio Ambiente del País Vasco (Aclima), en colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente.
La nanotecnología, al trabajar a una escala igual o menor a 0,1 milésimas de milímetro, permite el desarrollo de nuevos materiales y aplicaciones que se utilizan en múltiples sectores industriales. Algunos expertos hablan de una revolución tecnológica que se ampliará en los próximos años.
Imagen: Mstroeck
En el área medioambiental, las oportunidades son también enormes, tanto para las actividades tradicionales como para nuevos ámbitos de negocio, como la caracterización de partículas, la identificación de impactos medioambientales o el ecodiseño de nanomateriales.
En este sentido, un estudio de BBC Research asegura que el mercado mundial para aplicaciones nanotecnológicas medioambientales podría llegar en 2010 a los 3.900 millones de euros. Estados Unidos, Europa y, cada vez más, Asia aumentan cada año sus inversiones en I+D para posicionarse en este mercado.
El mercado mundial para aplicaciones nanotecnológicas medioambientales podría llegar en 2010 a los 3.900 millones de eurosEntre estos sectores, la remediación experimenta el crecimiento más rápido. En este caso, se habla ya de descontaminación de suelos y tratamiento de aguas, tratamiento de residuos y reciclaje de materiales, control de sustancias a lo largo de su ciclo de vida, «nanofiltración» o «degradación fotocatalítica». No obstante, los expertos recuerdan que quedan aún por definir y diseñar los materiales más apropiados para ello.
Por ejemplo, un sector a punto de sufrir una gran transformación es la analítica, que podrá disponer de técnicas de detección y monitorización mucho más sensibles que las actuales. Por ejemplo, se piensa en nanosensores para la detección de gases o sustancias químicas y en el análisis in situ y las aplicaciones portátiles. Asimismo, la protección, el mantenimiento y la mejora medioambiental son otros de los sectores con más posibilidades de crecimiento para los próximos años.
La ecoeficiencia es también otro sector con grandes expectativas. Las propiedades de los materiales mejorarán, para ser por ejemplo más ligeros; se podrán conseguir lámparas LED muy eficientes, o sistemas de conversión directa calor-electricidad.
Por su parte, los ámbitos de investigación a los que menos recursos se destinan son la comprensión de los procesos naturales y el desarrollo de nanomateriales para aplicaciones que imiten procesos naturales.
Riesgos para el medio ambiente
Los expertos recuerdan que los potenciales efectos medioambientales de las nanopartículas manufacturadas son bastante desconocidos. En laboratorio, los científicos las controlan bastante bien, pero en el medio ambiente las posibles interacciones son mucho mayores, por lo que se recomienda más investigación al respecto. En este sentido, la «nanoecotoxicología» es todavía una disciplina naciente.
Por ejemplo, las nanopartículas podrían reaccionar con sustancias presentes en el medio o catalizar reacciones presentes el medio. Incluso podrían llegar a ser tóxicas para los microorganismos del entorno, lo que podría daría a pie a una bioacumulación de la toxicidad en la cadena trófica que llegaría magnificada a los seres humanos.
En cuanto a los productos de consumo, el Instituto Gubernamental para la Salud y el Medio Ambiente de Holanda (RIVM) asegura que el mayor riesgo lo encierran las nanopartículas libres utilizadas en productos de limpieza, cosméticos y productos de cuidado personal, mientras los nanomateriales incorporados en aplicaciones, como en electrónica, equipos deportivos o recubrimientos presentan un menor riesgo.
En cualquier caso, la mayoría de expertos coincide en que aunque algunos nanomateriales puedan tener efectos negativos para el medio ambiente, ese mismo conocimiento puede servir para superar el problema. Por ejemplo, la propia nanotecnología podría servir para nuevos sistemas que analicen los efectos de estas nanopartículas, tanto las naturales como las artificiales.
La Comisión Europea señalaba recientemente en su comunicación “Hacia una estrategia europea para las nanotecnologías” que su progreso debe complementarse con la evaluación de sus posibles riesgos para la salud o el medio ambiente.
Por su parte, el Parlamento Europeo, a través del STOA (Scientific and Technological Options Assessment) ha elaborado el informe más completo sobre la nanotecnología y su papel en la sustitución de sustancias químicas contaminantes.
Asimismo, la UE dispone de varios instrumentos legales para su regulación: el inventario EINECS, la directiva europea 67/548 para nuevas sustancias, la directiva IPPC para instalaciones de producción o la directiva REACH para sustancias químicas.
No obstante, los expertos reunidos por Tecnalia y Aclima afirman que la actual legislación cuenta con varias limitaciones de aplicabilidad. En concreto, destacan que las concentraciones mínimas, porcentajes o peso mínimo exigidos en muchos reglamentos hacen que los nanomateriales no formen parte de los tipos que hay que regular. Por otro lado, el desconocimiento sobre sus posibles efectos tóxicos impide que requieran una autorización previa a su introducción en el mercado.