La Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos (AEREN) representa en España desde 2006 a ASPO, una red de organizaciones presente en más de 20 países de todo el mundo dedicada al estudio del cenit del petróleo, es decir, cuándo se producirá el momento de máxima producción y posterior declive. Su vicepresidente, Pedro Prieto (Madrid, 1950), no deja títere con cabeza: destaca que no quedan más de tres décadas de petróleo, asegura que la situación energética de España es dramática, que el gas o la energía nuclear tienen también sus días contados, y asegura que los defensores de las energías renovables se encuentran alejados de la realidad. En su opinión, sin una reducción del consumo de energía y un cambio radical del modelo actual de desarrollo no se podrá hacer frente a la crisis energética y social que se avecina. En octubre, ASPO celebrará en Barcelona su VII conferencia anual.
La huelga de transportistas es uno más de los episodios que se darán con más frecuencia a medida que se confirme el cenit del petróleoEs uno más de los episodios que se darán con más frecuencia a medida que se confirme que la producción mundial del petróleo ha llegado a su cenit, sin que haya en el horizonte (y no hay tiempo para pensar) una sustitución previsible de este combustible, que se consume a ritmo de 85 millones de barriles diarios y en el que se basa el 95% del transporte mundial.
Dramática, porque la dependencia de España de combustibles y energía del exterior es abrumadora. En 2007, según British Petroleum (BP) consumimos unos 150 millones de toneladas de petróleo equivalente (Mtep). El Gobierno dice que somos “dependientes” del exterior en un 87%, pero porque considera “independiente” la energía nuclear. Sin embargo, el cien por cien del combustible de dichas centrales es importado, no se controlan los procesos de enriquecimiento y tampoco se es dueño de partes importantes de la tecnología básica. Por tanto, para mi es energía “dependiente” de otros.
La situación energética de España es dramática, porque dependemos en un 90% del exterior en energía primariaSi vamos a la eólica, en 2007 produjo, según Red Eléctrica Española (REE), 27 millones de MWh, y eso fue del orden de la generación hidroeléctrica. Por tanto, la hidráulica más la eólica llegan aproximadamente al 10% del total de energía primaria y a algo más del 20% de la producción total. Así que “sólo” dependemos en un 90% del exterior en energía primaria.
El coste vital ya es inaceptable para cientos de millones, que si antes estaban muy marginados, ahora no les va a alcanzar ni para cocinar los pobres alimentos que poseen. En Occidente es difícil predecir cuándo los costes harán naufragar al sistema. Como es lógico, empezarán los problemas por los eslabones más débiles de la cadena.
La producción de petróleo ha caído el 0,2% en 2007 respecto al año anteriorNo es fácil de adivinar. Se verá probablemente, para nuestra desgracia, cuando esté claramente reflejada en el espejo retrovisor de la historia. La producción de petróleo ha caído el 0,2% en 2007 respecto al año anterior, y aunque no es todavía un síntoma seguro, el cenit no parece andar muy lejos. Y desde luego, en términos históricos, lo tenemos encima.
Desde la Agencia Internacional de la Energía (AIE) a las grandes petroleras privadas, pasando por los ministerios de industria y entidades estatales del petróleo de países productores y consumidores, concuerdan en que hay petróleo para unos 40 años al ritmo de consumo actual.
La contención, la reducción voluntaria del consumo y la toma de conciencia global son las pautas que habría que seguirEvidentemente. Hay dos paradojas a las que se enfrenta ese dato: Por un lado, el formato insostenible de esta sociedad exige un crecimiento anual acumulativo que acortaría la duración de las reservas. Por el otro, mucho más grave, los yacimientos no son un depósito de gasolina que se puede consumir al ritmo que quieras, sino que su explotación y producción sigue una forma de curva en campana. Y tal y como se consume hoy, la curva caerá a niveles desastrosos para la sociedad en unos 30 años o menos (se considera desastroso la caída al 30% del nivel actual) Eso, y hechos como las guerras, embargos o colapsos sociales hacen que la curva en forma de campana no sea absolutamente simétrica.
Es decir, si hay petróleo para 40 años, según estos señores, en realidad hay petróleo para muchos más, pero a ritmos cada vez menores. Y por tanto, para muchos menos para que la sociedad, tal y como la conocemos hoy, colapse.
Además, hay dos aspectos claves que se están ignorando de forma intencionada. El primero es que lo importante no es que el petróleo se acabe, porque ese momento no llegará nunca, sino cuando llegue al máximo y comience a descender. La humanidad no tendrá alternativas geográficas de nuevos campos a las que recurrir, como hasta ahora. El segundo es que con la llegada al cenit de la producción, las explotaciones de los yacimientos son de menor calidad y cuesta más energía su obtención.
La contención, la reducción voluntaria del consumo y la toma de conciencia global, y no sólo individual, de que “la fiesta se acabó”, como titula el profesor californiano Richard Heinberg, son las pautas que habría que seguir. Y empezando por supuesto por los occidentales: en Norteamérica andan por los veinte barriles por persona y año y en unos diez en Europa, mientras que los chinos luchan por llegar a tres y los indios a uno y medio. Y encima desde Occidente se les acusa de provocar la crisis por querer ser como les decíamos que había que ser. Ignorarlo o negarlo lleva a guerras mundiales fratricidas que nadie ganará y sólo acelerarán el consumo de recursos para el enfrentamiento, en vez de para buscar alternativas.
Si organismos como la AIE, muy conservadores y remisos a aceptar crudas realidades, admiten ya que estamos tocando techo, ya podemos prepararnosPrecisamente porque estamos en la cumbre del “desarrollo”, que tal y como se plantea hoy día, implica mayor actividad económica y mayor consumo de energía. El planeta ha llegado a sus límites, porque sin la energía el resto de los bienes y servicios no son posibles. Si organismos como la AIE, muy conservadores y remisos a aceptar crudas realidades, admiten ya que estamos tocando techo, ya podemos prepararnos.
Según BP, la producción de gas ha aumentado un 2,4% en 2007 respecto al año anterior. El gas, casi a escondidas, ha ido reemplazando estos últimos años al petróleo, mediante los “líquidos del gas natural“. De hecho, de los 85 millones de barriles consumidos diariamente, 66 millones provienen del petróleo “convencional” o de más fácil extracción, y 7,7 millones salen de transformar gas; un titánico esfuerzo que aumenta cada año para que el petróleo no decaiga. El resto sale de otros petróleos no convencionales: 6,7 del petróleo en aguas profundas (más de 500 m de lámina de agua de mar hasta el lecho marino); 3,9 del petróleo extraído de las arenas asfálticas y los esquistos bituminosos; y 1,2 del petróleo polar. Cuanto menos convencional es el petróleo, menos energía neta deja útil.
El gas sí crece, pero no puede ser un sustituto completo del petróleoEl gas es menos contaminante que el petróleo y mucho menos que el carbón, por unidad de energía ofrecida, pero no deberíamos echar las campanas al vuelo. El gas sólo aporta el 24% de la energía primaria, frente al 36% del petróleo (hace poco estaban más o menos en relación 20-40). Además, no todos los usos del petróleo son sustituibles por el gas, y su forma de transporte es mucho más frágil y cara. Aunque los costosos buques y terminales portuarias de licuefacción y regasificación han aumentado considerablemente estos últimos años, sólo el 28% del gas que se exporta va por estas rutas.
Por último, el gas tiene reservas probadas al ritmo de consumo actual para unos 60 años, pero si tiene que reemplazar al petróleo y seguir haciendo crecer a la sociedad, para muchos menos: su cenit está anunciado para una década posterior al petróleo. Dados los tiempos y los costes será cuestión de echar cuentas muy al detalle. Además, los declives de los campos de gas son incluso más rápidos y menos predecibles que los del petróleo. Por tanto, sí, crece, pero no puede ser un sustituto completo del petróleo.
Sí, aunque el que posee el control de los medios puede hacer maravillas. Sin embargo, tendrán que rendirse pronto a la evidencia. Ahora bien, tampoco veo con buenos ojos muchos mensajes de la izquierda europea y norteamericana y del ecologismo (con honrosas y salvadas excepciones), que simplemente piden el cese de sus actividades o que se hagan cargo de los costes de su actividad, cuando es responsabilidad de toda la sociedad industrial, y sin proponer un cambio drástico del modelo.
Los partidarios de las llamadas renovables han aprendido las mismas falacias y poca seriedad científica que utilizan las grandes multinacionalesEl modelo es insostenible, y las multinacionales, el poder financiero y los medios de comunicación son la punta de lanza de esta sociedad en la que todos los ciudadanos occidentales (no marginados) se están lucrando a costa de arrasar los recursos del planeta.
La solución escapa a la razón y la lógica científica. Estamos atrapados en un callejón con una muy difícil salida. Con que esto se sepa, ya es bastante para intentar un cambio de modelo, algo por otra parte muy difícil de lograr en nuestras circunstancias.
La energía nuclear tiene sus días contados, pese a la insistencia terrible de su lobbyEstos estudios están llenos de buenas intenciones, pero adolecen de falta de realismo. No prevén, aunque insisten en que sí, el coste energético real y el coste del aporte de materia prima que exigiría este esfuerzo. Y lo más preocupante, no cuestionan el modelo de crecimiento infinito de la sociedad actual, ni los modelos de movilidad, aunque apuesten débilmente por los transportes públicos. Y no calculan que las energías llamadas renovables, en realidad son sistemas no renovables capaces de captar energías renovables (el viento y el sol, no los aerogeneradores ni los módulos fotovoltaicos) y su extrema dependencia de una sociedad totalmente fósil que sólo funciona si va engrasada con petróleo y gas.
Si algo se puede hacer es con energías renovables. Mi principal crítica es a los que siguen empecinados en mantener el modelo de crecimiento infinito a toda costa. Sin embargo, la apuesta más firme debe ser cambiar el modelo de consumo creciente y reducir en varios órdenes de magnitud nuestro consumo energético por persona y total. No es fácil, porque implicará la quiebra de un sistema que creímos eterno y sin límites.
Aumentar en 2 GW la potencia instalada fotovoltaica española abastecería cerca del 1% de las necesidades eléctricas, aunque costaría un 4% adicional de la tarifa eléctricaEs cierto, ya que la energía nuclear proporciona hoy, con siete centrales nucleares, el 20% de la electricidad que consumen los españoles con la tradicional hidráulica, y las nuevas energías como la eólica, y en mucha menor medida, otras como la fotovoltaica o la biomasa quemada para producir electricidad, han superado a la nuclear. Sin embargo, conviene matizar, que algunas publicaciones afirman esto para la eólica, sin matizar que cuando lo hace, es de forma muy puntual, no al echar cuentas a fin de año. La eólica al final del año anda por el 10% del total del consumo eléctrico. Estas menciones muestran cómo los partidarios de las llamadas renovables han aprendido las mismas falacias y muestran la misma falta de seriedad científica que algunas grandes multinacionales para promover sus políticas. Debemos huir de estas simplificaciones.
Tiene sus días contados, pese a la insistencia terrible de su lobby, especialmente en los últimos tiempos. Sus cuatro talones de Aquiles son la falta de combustible (hay reservas de uranio para 60 años para las 440 centrales nucleares actuales); sus residuos, muy peligrosos y con una latencia irresoluble, y no se está utilizando el principio de precaución; contribuye a la proliferación nuclear, como hemos visto en el caso de Irán; y finalmente, el creciente riesgo de ataques terroristas a instalaciones nucleares.
Por si faltase poco, Francia ya utiliza el 44% de sus caudales fluviales de agua dulce para refrigerar sus 59 centrales. España utiliza ya el 22% de sus caudales fluviales para sus siete centrales. ¿Hasta dónde quieren llegar los que proponen entre 1.000 y 5.000 nuevas centrales, que sólo producirían electricidad, en una sociedad cuyo principal consumo energético no es eléctrico, sino de combustibles líquidos?
Los vehículos son el perfecto Matrix, los seres humanos al servicio de las máquinas que han creado en teoría para servirlesRifkin es un buen vendedor de alfombras persas. El hidrógeno es un “vector energético”, un intermediario que toma electricidad y consigue un combustible líquido o gaseoso a muy alta presión. ¿De dónde saldrá la energía para “fabricarlo” o producirlo? Rifkin dice que de las renovables, pero no da detalles; sólo vende fe en el futuro.
Le daré algún dato de la magnitud de la tarea: todas las instalaciones fotovoltaicas del mundo produjeron en 2007 menos de una centésima parte del aumento del consumo eléctrico del año anterior. España, una potencia mundial en renovables, apenas alcanza el 11% del consumo eléctrico (no del de energía primaria, la que se supone que Rifkin quiere sustituir y que son seis o siete veces más) entre eólica y fotovoltaica. Aumentar en 2 GW la potencia instalada fotovoltaica española, con las tarifas preferenciales, abastecería cerca del 1% de las necesidades eléctricas nacionales, aunque costaría un 4% adicional de la tarifa eléctrica nacional actual. Esta producción se la comería cualquier ministro de economía en apenas un trimestre de crecimiento económico normalito. Y si la tarifa sube más de un 5% al sistema económico, productivo e industrial le crujen las cuadernas, como hemos visto recientemente. Es una pescadilla que se muerde la cola.
Una gran empresa nacional española ha invertido mucho en anuncios e informes para defender que la producción de biocarburantes, al muy modesto nivel de un 20% de los combustibles europeos para el 2020, “sólo” tendría un efecto de entre un 3 y un 6% en los precios de los alimentos. ¿Y qué pasará cuando haya que sustituir el cien por cien de los combustibles fósiles, en apenas dos o tres generaciones y en todo el mundo?
El sentido común, y que sus anteriores defensores han hecho unas cuentas simples. Según el Anuario estadístico de la Enciclopedia Británica, hay 800 millones de vehículos privados y 200 millones de vehículos de motor de todo tipo en el mundo, por cierto muy mal distribuidos, que suman las necesidades energéticas que requieren entre 60.000 y 300.000 millones de seres humanos aproximadamente. ¿Damos de comer a máquinas o a personas y animales? Es el perfecto Matrix, los seres humanos al servicio de las máquinas que han creado en teoría para servirles.
En la anterior reunión de ASPO, los representantes de la Universidad del Petróleo de China dijeron que estaban abandonando una de las mayores plantas del mundo de “Coal to Liquids” (carbón a líquidos combustibles). Al mismo tiempo, anunciaban que China, uno de los países del mundo con mayores reservas probadas de carbón, había comenzado a importar carbón por primera vez en su historia. Los costes de producción son enormes, sobre todo desde el punto energético: dejan poca energía neta disponible a la sociedad y gran cantidad de residuos muy contaminantes.