Los productos elaborados con residuos post-consumidor podrían convertirse en una nueva tendencia en la cada vez más amplia gama de artículos ecológicos. Los fabricantes que denominan así a sus productos garantizan que los materiales utilizados provienen de los desechos que los consumidores han enviado al reciclaje. De esta forma se evita la ambigüedad del concepto “reciclado”. En Estados Unidos se habla cada vez más de los beneficios medioambientales y económicos de esta práctica y ya hay empresas que se han lanzado a la comercialización de diversos “productos post-consumidor”. Por su parte, algunos movimientos sociales utilizan este término para referirse a nuevos hábitos de consumo ecológicos y sostenibles.
La vida útil de un material puede acabar, en general, de dos maneras diferentes. Por un lado, los residuos pre-consumidor se producen en las industrias, como los restos defectuosos de papel o la chatarra. Por otro lado, los residuos post-consumidor son productos que los consumidores finales ya no utilizan.
La industria suele aprovechar los residuos pre-consumidor como parte de su ciclo productivo para elaborar nuevos materiales o productos. Por ello, algunos expertos no lo consideran en esencia reciclaje, sino recuperación.
En cuanto a los residuos post-consumidor, parte de ellos no se recicla, y por tanto, no se aprovecha para crear nuevos productos o materiales. La lista puede ser muy larga y suponer un alto impacto ambiental: envases usados; restos de alimentos o en mal estado; cosas recibidas pero no deseadas, como publicidad del buzón; hierba y hojas caídas; productos que ya no se necesitan o se reemplazan por un nuevo modelo, como una revista o ropa de moda; objetos rotos, defectuosos o que ya no funcionan; etc.
Fabricar una tonelada de papel a partir de material reciclado ahorra hasta 17 árboles y se consume un 50% menos de aguaLa creación de nuevos productos a partir de los desechos beneficia no sólo a las empresas, sino también al medio ambiente: se evita que los residuos acaben en vertederos, incineradoras o abandonados, y se reduce el consumo de energía y nuevas materias primas. Algunos datos sobre el reciclaje del papel son esclarecedores: la pulpa de papel reciclado requiere entre un 64% y un 70% menos de energía que la pulpa virgen; fabricar una tonelada de papel a partir de material reciclado ahorra hasta 17 árboles y se consume un 50% menos de agua.
Los consumidores son claves para lograr que la mayor parte posible de residuos continúe su ciclo de vida útil. Para ello, estos se tienen que separar de forma correcta y depositarlos en los distintos tipos de contenedores de reciclaje. Gracias a este sencillo gesto, estos desechos podrán transformarse en nuevos bienes y materiales. Estos productos reciclados son cada vez más numerosos en el mercado, gracias a sus ventajas económicas y medioambientales. Las mejoras tecnológicas han permitido que tengan la misma calidad y prestaciones que sus homólogos realizados con materias primas, y con unos precios muy competitivos.
Ahora bien, los productos reciclados pueden provenir de residuos pre-consumidor, post-consumidor o ambos. En ocasiones, se consideran reciclados productos que no siempre contienen un 100% de materiales recuperados. Cuanto mayor sea el porcentaje de contenido reciclado, mayor es la cantidad de residuos que se desvía de los sistemas de eliminación. Los consumidores pueden buscar, con el fin de apoyar los esfuerzos de reciclaje, productos elaborados con altos porcentajes de desecho post-consumidor, frente a otros que no lo hagan.
Para ello, los consumidores deberían exigir no sólo que los nuevos productos sean reciclados, sino que contengan la mayor cantidad de residuos reaprovechados. El etiquetado de los productos debería aportar toda la información posible y de manera correcta. No es lo mismo un producto elaborado a partir de materiales reciclados, que uno elaborado con materias primas que puede reciclarse.
Estados Unidos marca tendencia
En Estados Unidos se habla cada vez más de los beneficios medioambientales y económicos que tiene el hecho de que los consumidores se conciencien de estas sutiles pero importantes diferencias. Algunas empresas han empezado a comercializar productos que de forma explícita indican su elaboración a partir de residuos post-consumidor.
Los consumidores pueden protagonizar los cambios que permitan la construcción de un mundo más equilibrado y sostenible
El grupo papelero Cascades ha dado a conocer el «Rolland Enviro100 Digital», un papel 100% libre de cloro, elaborado con fibra post-consumidor. Además, la energía utilizada para su fabricación proviene del metano generado en las emisiones de los vertederos. Los responsables de la compañía aseguran que gracias a este papel la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y de residuos sólidos frente a otro tipo de papeles es considerable. El nuevo material está indicado para la impresión offset y digital y, según sus fabricantes, las principales compañías del sector de la impresión han certificado como válido para sus máquinas a este producto. Su brillo es menor que el de un papel virgen, pero para usos normales no es un problema. A pesar de todo, para quien priorice esta característica, Cascades dispone de una versión de este papel con un 96% de brillo, elaborado a partir de un 30% de restos post-consumidor.
La empresa Coverings Etc comercializa varios materiales de construcción, como terrazo, cemento, gres, vidrio o aluminio para su uso en viviendas de bioarquitectura sostenible, como edificios que optan a lograr el certificado LEED. Entre su gama de productos, destaca Bio-luminum y Bio-glass, elaborados con materiales de aluminio y vidrio, respectivamente, reciclados a partir de residuos 100% post-consumidor, sin colorantes ni otros aditivos. Según sus creadores, estos materiales tienen la misma calidad y firmeza que los convencionales, sin comprometer la estética.
Los responsables de la Asociación de Recicladores de Plástico Post-consumidor (APR) aseguran que reúnen a más de 1.800 empresas en América del Norte (Estados Unidos, Canadá y México) implicadas en la adquisición, reprocesado y venta de productos derivados de, al menos, el 90% de residuos plásticos post-consumidor.
Según los responsables de APR, el número de empresas que se dedican a esta labor se ha triplicado en los últimos años. Su objetivo es que aumente la cantidad de este tipo de productos reciclados y concienciar a los diferentes actores sociales de la importancia de realizar esta práctica. Para ello, patrocinan diversos talleres de educación y seminarios técnicos dirigidos a responsables institucionales, empresariales y consumidores.
Varios movimientos sociales y medioambientales utilizan también el concepto “post-consumidor”, o “post-consumismo”, para referirse a nuevas y diversas prácticas de consumo respetuosas con la naturaleza. En su libro “Citizen Renaissance” (Renacimiento ciudadano), Jules Peck señala que los consumidores pueden protagonizar los cambios que permitan la construcción de un mundo más equilibrado y sostenible. Según la ONG estadounidense Worldchanging, la crisis económica altera la percepción de los consumidores con respecto a sus necesidades reales. Por ello, iniciativas como las “Ciudades de transición” o la red “Freecycle” son cada vez más populares.