Más del 60% de los regadíos españoles ha mejorado su eficiencia, incorporando tecnologías más avanzadas y respetuosas con el entorno, según el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM). No obstante, sus responsables asumen que hay que seguir modernizando los regadíos desde la sostenibilidad, ya que algo más de un millón de hectáreas cuenta con distribuciones defectuosas y sistemas poco eficientes. Por su parte, diversas organizaciones señalan algunas irregularidades y recuerdan el impacto ambiental de esta práctica agrícola.
Imagen: Lotus Head
El regadío en España representa el 55% de la producción final agraria, según el MARM, constituyendo la base de la balanza comercial agrícola. Por ello, resulta fundamental, más si cabe en un país afectado por la escasez de agua, aumentar la gestión sostenible de este recurso y reducir su impacto ambiental.
En este sentido, los responsables institucionales han desarrollado diversas leyes y planes de acción. La Directiva Marco del Agua (DMA), en vigor desde el año 2000, plantea diversas medidas para mejorar el estado y la gestión del agua, así como incentivar su ahorro, y fija el final de 2009 como límite para poner en marcha los nuevos planes hidrológicos de cuenca. Asimismo, el nuevo Programa de Desarrollo Rural de la Unión Europea se fija hasta 2013 una serie de directrices para mejorar la calidad de agua y los sistemas de ahorro.
En los años 90 se producían pérdidas de entre un 30% y 40% del recurso hídrico utilizadoLas infraestructuras han sido una cuestión importante en la que se ha incidido. Según los impulsores del Plan Nacional de Regadíos (PNR), en los años 90 se producían pérdidas de entre un 30% y 40% del recurso hídrico utilizado, debido principalmente a una red de transporte y distribución antigua y deficiente. Por ello, el PNR, que cumplía su periodo de vigencia al finalizar 2008, ha conllevado una importante inversión para su mejora, y así, desde el MARM se asegura que sus objetivos se han cubierto «sobradamente». Por ejemplo, el riego localizado, una técnica de ahorro de agua, supera ya al riego por gravedad.
Por otra parte, tras el comienzo de la época de sequía, los en su momento ministerios de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y de Medio Ambiente (MMA) promulgaron en 2006 un real decreto, más conocido como «Plan de choque de modernización de regadíos». Este Plan, ejecutado totalmente a finales de 2008, ha supuesto también una fuerte inversión económica que ha permitido actuar en más de 200.000 hectáreas, afectando a más de 110.000 regantes. Sus responsables estiman que con ello se ha logrado un ahorro de agua de más de 513 hectómetros cúbicos.
Además de estas mejoras en las infraestructuras, el Plan de choque también conlleva un programa de vigilancia ambiental de los regadíos modernizados, para conocer así la evolución del medio ambiente afectado. Por otra parte, se contempla la posibilidad de utilizar fuentes alternativas como la desalación y la depuración de aguas.
Motivos de preocupación
Diversas organizaciones se muestran críticas con la gestión del agua en los regadíos y su impacto ambiental. La organización conservacionista WWF/Adena ha señalado la falta de revisión de los datos y de transparencia informativa. Esta ONG recurrió al Defensor del Pueblo para que el antiguo MAPA, hoy reconvertido en MARM, le permitiera el acceso a los datos sobre volumen de agua ahorrado, sistema de medición y destino de dicha agua.
En este sentido, el Plan de choque establece que el agua ahorrada con la modernización no podría destinarse a aumentar las superficies de riego, sino a satisfacer las necesidades medioambientales y de las poblaciones. Sin embargo, WWF/Adena considera que podría estar siendo desviada para aumentar el riego de secano, lo que además pondría en riesgo a las especies de dichas zonas. Desde la organización sostienen que las instituciones siguen favoreciendo al regadío.
Unos 510.000 pozos ilegales regarían aproximadamente la sexta parte de estos cultivosLos datos sobre utilización del agua en los regadíos muestran también resultados dispares. Mientras WWF/Adena afirma que el regadío en España, con un 15% de la superficie total cultivada, requiere el 80% del total del agua, desde la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España se asegura que sólo llega al 67%.
Los responsables de WWF/Adena subrayan también los impactos «irrecuperables» de los regadíos. Citando datos del MARM, advierten de que en España hay unos 510.000 pozos ilegales, con los que se regaría aproximadamente la sexta parte de estos cultivos. El agotamiento de ríos y acuíferos por sobreexplotación y la desaparición de más del 60% de la superficie de humedales son también motivos de preocupación para esta organización. Además, consideran que en muchas ocasiones el agua sólo sirve para producir excedentes sin salida en el mercado, y en otras para regar cultivos de secano, convirtiéndoles en grandes consumidores de agua.
Por su parte, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) presentaba un informe sobre el comportamiento medioambiental de la agricultura en los países miembros de esta institución. El estudio señala como principales impactos de esta actividad en España la erosión, la escasez de agua y la contaminación de dicho recurso.
En el apartado concreto del agua, los responsables del informe señalan varias deficiencias. Así, afirman que el 13% de los regadíos obtienen el agua de acuíferos sobreexplotados o con riesgo de salinización. En este sentido, destacan que el 45% del agua de estas reservas subterráneas se extrae sin registro y que hasta el 90% de los pozos particulares carece de un registro correcto. El informe subraya una mayor contaminación del agua que en años precedentes, fundamentalmente por el aumento de los fertilizantes, los residuos de la cabaña ganadera o los plaguicidas. Asimismo, los responsables de la OCDE recuerdan que la mitad de la superficie agrícola, con datos de 1987 a 2000, estaba expuesta a riesgo de erosión hídrica en niveles que oscilaban de moderado a extremo.
WWF/Adena enumera varias claves para lograr, en su opinión, un auténtico plan de sostenibilidad del regadío:
- Modernizar los cultivos pensando en la sostenibilidad a medio-largo plazo y priorizar el acceso al agua en los cultivos realmente sostenibles. Además, esta modernización debería contribuir también a recuperar los ríos, humedales y acuíferos afectados.
- Tener en cuenta el impacto real de estos regadíos sobre los recursos naturales y la biodiversidad, especialmente en las zonas con estrés hídrico.
- Dejar de considerar el regadío como la única alternativa válida para el desarrollo rural, sobre todo en las zonas de escasa viabilidad.