Tras años de crisis en el sector, las ventas de vehículos se van incrementando -a pesar de una ligera bajada en abril- y las entidades aseguradoras compiten por hacerse con nuevos clientes. Por eso, el conductor no debe dejarse convencer por la primera opción que se le presente, sino que conviene buscar la mejor para su bolsillo y tranquilidad. La edad, el sexo y los antecedentes en siniestralidad del conductor son los factores que más pesan en el importe de la prima del seguro, ya que los riesgos que cubre son diferentes en cada supuesto y también lo es la forma en la que cada entidad aseguradora los calcula. Por ello, es fundamental comparar las coberturas y garantías que ofrecen las distintas compañías por productos similares, y no dejarse seducir por un importe muy bajo en la prima del primer año sin conocer cuánto cobrarán en los sucesivos ejercicios.
A todo riesgo, ¿la mejor opción?
La mayor siniestralidad entre conductores jóvenes hace que las aseguradoras apliquen a este sector de la población primas de seguro más altas respecto a otros conductores de mayor edad. Además, las estadísticas muestran que las mujeres sufren a lo largo de su vida menos accidentes que los hombres y, por ello, en la práctica pagan primas más baratas.
Pero, más allá del sexo y de la edad, por naturaleza un seguro a todo riesgo será siempre más caro que otro que solo cubra a terceros y que una póliza a todo riesgo con una franquicia de 300 euros. ¿Es este seguro siempre la mejor opción? Si un coche asegurado a todo riesgo sufre un siniestro total, la indemnización de la aseguradora hacia su cliente dependerá del valor venal del vehículo, que es muy diferente al valor de mercado que podría alcanzar ese mismo automóvil. Por valor venal se entiende el valor de venta del vehículo en el mercado a la fecha del accidente, en general un 20% inferior al valor de mercado de compra, y que decrece a medida que aumenta la antigüedad del turismo.
Lo más rentable es asegurar un vehículo nuevo a todo riesgo hasta el cuarto año de vida
Por esto hay que tener en cuenta la edad del coche antes de decidirse por un tipo de cobertura. Lo más rentable es asegurar un vehículo nuevo a todo riesgo hasta el cuarto año de vida, a partir del quinto ya no compensa pagar las elevadas cuotas de este tipo de seguro. No obstante, se recomienda contratar una póliza a terceros que incluya la cobertura contra rotura de lunas o robo.
Precios y coberturas
El reclamo al que prestan más atención los conductores antes de contratar un seguro de automóvil, o de cambiar de entidad el que ya tienen, es el precio. Sin embargo, hay que ser conscientes de que la forma de calcular los riesgos que utilizan las aseguradoras es diferente, lo que justifica que puedan registrar diferencias significativas de importes entre unas y otras.
Por lo general, está comprobado que las entidades que operan a través de Internet o por teléfono ofrecen tarifas más bajas que la media del mercado, por los ahorros de costes derivados de su forma de negocio (no disponen de oficinas físicas). Sin embargo, la verdadera diferencia entre una póliza y otra se halla en las coberturas que ofrece.
El cliente debe fijarse no solo en el precio del primer año, sino en lo que se pagará durante los siguientes
El seguro tipo por excelencia es el de todo riesgo, que cubre la responsabilidad civil obligatoria, asistencia en viaje, defensa jurídica y seguro del conductor y daños propios. El seguro de terceros solo cubre la responsabilidad civil obligatoria, asistencia en viaje, defensa jurídica y seguro del conductor.
Al margen de estas coberturas básicas, lo habitual es que las aseguradoras incluyan otro tipo de servicios muy útiles en caso de siniestro, pero que es necesario conocer y contrastar para no toparse con desagradables sorpresas. Cuando las coberturas entre diferentes compañías son las mismas, el cliente interesado tiene que fijarse no solo en el precio del primer año, sino en lo que se pagará durante los siguientes, de acuerdo a los siguientes conceptos:
Accesorios y extras: se trata de una de las coberturas más controvertidas y que causa un gran número de reclamaciones por parte de los asegurados. Por lo general, los seguros incluyen los artículos de serie del automóvil y en caso de que el conductor desee agregar nuevos elementos debe comunicarlo, lo que incrementaría el coste de la póliza. Por ejemplo, un GPS no integrado en el coche no estaría cubierto, con lo que la compañía no tendría por qué indemnizar al titular en caso de robo. Los seguros a terceros, por su parte, no incorporan coberturas por robo, incendio y lunas, salvo que el conductor contrate un seguro de terceros ampliado en el que se contemplen dichos servicios.
Franquicias: las pólizas más baratas son las que incluyen franquicia, aquellas que obligan al asegurado a pagar una cantidad fijada de antemano cuando se produce un siniestro. El resto, hasta cubrir el coste total de los daños, corre a cargo de la aseguradora. La franquicia puede darse tanto en seguros a terceros como a todo riesgo y su importe puede variar. Lo normal es que sea de 300 euros, aunque hay compañías que imponen cantidades de 1.000 euros. En el caso de interesarse por la franquicia, antes de firmar el contrato conviene valorar bien su coste para calibrar si compensa respecto a un seguro sin ella.
Bonificaciones y penalizaciones: uno de los ganchos más utilizados por las aseguradoras para captar clientes es el de aplicar bonificaciones. Los mayores descuentos se pueden apreciar si se cambia un seguro de una entidad a otra. No obstante, hay que tener cuidado porque pueden no ser pólizas comparables. Por lo general, las entidades que anuncian mayores descuentos son las que comercializan seguros con franquicia que, frente a los que no llevan asociado este pago, resultan más baratos pero no ofrecen los mismos servicios.
En el caso de mantener una póliza en una misma entidad, las compañías hablan de bonificación cuando la bajada del precio de la prima se debe a la pérdida de valor del vehículo. En general, las entidades entienden por conductor bonificado aquél que no ha sido penalizado. A los mejores conductores que no han sufrido siniestros en los últimos años y que cuentan con una experiencia de más de diez años no se les aplicarán penalizaciones.
Carné por puntos: desde que se puso en marcha el carné por puntos, las aseguradoras ampliaron sus seguros con coberturas relacionadas con el nuevo sistema. Entre estos servicios pueden figurar subvenciones temporales durante el tiempo que el asegurado no pueda conducir por haber sufrido una retirada de carné con el límite de tiempo que elija: 6, 12 o 24 meses. Por otro lado, las compañías también contemplan compensaciones por los gastos de matriculación para asistir a los cursos de educación vial que permiten rescatar puntos, asistencia jurídica telefónica, atención al detenido y defensa en infracciones administrativas de tráfico.
En los últimos años se ha incrementado el número de aseguradoras que opera a través de Internet o de llamadas telefónicas. Su principal reclamo son los bajos precios que ofrecen, a lo que se suman las promociones, como descuentos del 20% si la contratación es on line en lugar de telefónica, pólizas por un euro al día y demás ganchos que afloran en los anuncios publicitarios.
La forma de negocio de este tipo de entidades aseguradoras les proporciona un ahorro considerable en sus costes: no cuentan con oficinas físicas, ni intermediarios, ni comisiones.
Es decir que, en teoría, eliminan gastos que no están relacionados con la oferta directa de servicios al asegurado. Pero si se enfrentan los argumentos que las aseguradoras tradicionales exponen para frenar el avance de las que trabajan de forma “virtual”, el cliente caerá en la cuenta de que la balanza entre ambas está muy equilibrada.
Las compañías que operan a través de webs y teléfonos se ahorran importantes cantidades de dinero por no tener personal de oficinas ni agentes de seguros pero, en contrapartida, destinan importantes cantidades de dinero a publicidad. Las empresas tradicionales aseguran que la mayor desventaja de contratar un seguro vía web es que para cualquier trámite que precise el asegurado deberá utilizar los correos electrónicos, el teléfono o el fax, con los correspondientes gastos que esto conlleva, mientras que ellos ofrecen un lugar físico al que acudir para tramitar cualquier gestión. Ahora bien, ¿acaso el tiempo no es dinero? Si el consumidor tan solo compara los precios de las primas que ofrecen las “virtuales” frente a las tradicionales y no revisa las coberturas que unas y otras garantizan, el ahorro parece ser considerable.