Las condiciones climatológicas son determinantes para la conducción, aunque por desconocimiento o exceso de confianza, no siempre se tienen en cuenta. Es un error y, como toda equivocación tras el volante, puede acarrear consecuencias muy graves, incluso irreversibles. Durante 2008 (último periodo del que se tienen datos), la lluvia, la niebla, la nieve o el hielo influyeron en casi dos de cada 10 accidentes mortales (18,4%). Esta cifra, que no contempla los incidentes con heridos, resume un hecho conocido: lanzarse a la carretera con mal tiempo aumenta el riesgo de siniestralidad. No obstante, cada año se repiten los accidentes y, junto con las primeras nevadas y la llegada del invierno, se agudizan las imágenes del desastre: coches atascados en los puertos de montaña, falta de equipamiento de seguridad, deslizamientos fuera de la vía, pérdida del control del vehículo, colisiones frontales, heridos o muertos. Si es preciso viajar en condiciones extremas, hay que asegurarse de que las carreteras y el tiempo meteorológico no complicarán el desplazamiento.
El mal tiempo, un factor desatendido
Desestimar la importancia del clima en los trayectos por carretera es un problema tan serio como extendido. Algunos factores afectan al conductor -como la niebla, que disminuye la visibilidad- y otros al vehículo -como el hielo, que reduce la adherencia de los neumáticos al pavimento-. Pero todos condicionan la respuesta y la capacidad de reacción de quien conduce. No es igual frenar sobre asfalto seco, que hacerlo sobre un charco de agua o una placa de hielo. Tampoco es lo mismo circular con un día despejado, que viajar una noche de niebla. Acelerar, frenar o realizar cualquier maniobra se convierte en una prueba de destreza y puede generar situaciones inesperadas; escenarios diferentes y peligrosos en los que muchas personas no saben cómo actuar.
Con mal tiempo, realizar cualquier maniobra rutinaria se convierte en una prueba de destreza
Ante el aumento de los desplazamientos durante las fiestas navideñas, y la petición de información por parte de usuarios, cada año se ponen en marcha diversos operativos de seguridad y campañas de orientación dirigidas a quienes utilizan el coche en condiciones climatológicas adversas. Instituciones y empresas relacionadas con el mundo del motor, como la DGT, el Real Automóvil Club de España (RACE), los fabricantes de automóviles y las empresas de seguros, recomiendan extremar las precauciones durante la conducción como en los preparativos del viaje.
La primera regla es muy clara: si no es posible quedarse en casa hasta que el tiempo mejore, es preciso atender cada detalle, como prever el recorrido con antelación, consultar el estado de las carreteras y la previsión meteorológica.
Normas básicas
Muchas medidas de seguridad y prevención (como respetar los límites de velocidad o mantener el coche en buen estado) son comunes y deben recordarse siempre. Sin embargo, las diversas manifestaciones del clima ocasionan distintos problemas al conductor y exigen, por tanto, diferentes maneras de actuar.
Hielo. Para desplazarse en coche cuando hay hielo en el pavimento, es fundamental utilizar neumáticos especiales, cadenas o clavos en las ruedas. Hay que viajar con las luces de corto alcance y las de niebla encendidas, poner anticongelante en el depósito de los limpiaparabrisas y verificar que funcionen bien. Para eliminar el vaho interior por la diferencia de temperatura, se aconseja orientar la ventilación hacia el parabrisas. En el momento de conducir, se recomienda aumentar la distancia de seguridad hasta 10 veces con respecto a la convencional, reducir la velocidad (sobre todo en puentes, umbrías o cerca de arroyos y cursos de agua) y frenar suave, ya que el nivel de adherencia del pavimento puede ser nulo.
Nieve. Al igual que en caso de hielo, es imprescindible llevar siempre un juego de cadenas en el maletero. Se debe viajar con las luces de corto alcance y las de niebla, llenar el depósito del limpiaparabrisas con anticongelante y eliminar el vaho interior para favorecer la visibilidad. La DGT recomienda comprobar la eficacia de los frenos con frecuencia y no utilizarlos con brusquedad para evitar deslizamientos. Es importante aumentar la distancia de seguridad y reducir la velocidad a 60 kilómetros por hora.
Viento. También hay que reducir la velocidad y sujetar el volante con firmeza para no perder el control del coche. Los movimientos deben ser suaves en todo momento y hay que tener mucha precaución al adelantar a otros vehículos y al salir de los túneles y las zonas protegidas. Mantener la aceleración del motor ayuda a conservar la trayectoria y, en este aspecto, es muy útil fijarse en la dirección del viento a través de los árboles o la vegetación que crece cerca de la calzada.
Lluvia. El buen estado de los neumáticos es fundamental. Antes de viajar, es preciso comprobar que la presión sea correcta y que el dibujo tenga la profundidad adecuada para evacuar el agua y optimizar la adherencia. Como en el caso de la nieve y el hielo, se recomienda utilizar las luces de corto alcance, comprobar el funcionamiento del limpiaparabrisas y el estado de las escobillas. El vaho del interior se elimina con la ventilación. En cuanto a la conducción, se recomienda reducir la velocidad en un 20% como mínimo, aumentar la distancia de seguridad al doble, comprobar la eficacia de los frenos con regularidad y frenar con suavidad, a pedaladas cortas, para no bloquear la dirección. También hay que tener cuidado con las primeras gotas: aunque parezcan inofensivas, no lo son, ya que propician un firme deslizante al mezclarse con el polvo y la grasa de la calzada.
Niebla. En este escenario, la prioridad es ver y ser visto. Para ello, es imprescindible encender las luces de corto alcance y las de niebla, pero nunca las largas, puesto que se reflejan en la niebla y, por el efecto rebote, deslumbran al conductor. Los neumáticos son muy importantes y deben tener la presión y el dibujo adecuados. No sólo es importante reducir la velocidad, sino mantenerla constante. No se debe acelerar y, al frenar, hay que hacerlo con suavidad. La distancia de seguridad también debe ser mayor que en condiciones normales para evitar las colisiones y los accidentes en cadena. Si la visibilidad es muy mala, las marcas viales servirán de ayuda y de guía.
Otros consejos importantes
Las inclemencias del tiempo no siempre se manifiestan solas. Aunque a veces solo hay que lidiar con la lluvia o con el viento, por regla general, estos fenómenos se combinan o se originan de modo consecutivo. Durante un mismo trayecto, el conductor puede encontrar nieve, niebla y lluvia, hielo y viento, o un atasco de varios kilómetros que le impida circular y le obligue a permanecer varias horas a merced del clima. Por esta razón, además de las recomendaciones específicas, hay que cuidar otros aspectos importantes para evitar sorpresas desagradables.
Las escobillas del limpiaparabrisas son las mejores aliadas para conducir en condiciones extremas
Estado del vehículo. Siempre debe ser óptimo, pero no está de más una revisión extra antes de utilizarlo. Es preciso comprobar los niveles de líquidos (en especial, del anticongelante) y verificar los frenos, la dirección, la batería y el dibujo de los neumáticos. Las escobillas del limpiaparabrisas son las mejores aliadas para conducir en condiciones extremas. Es importante analizar su estado, ya que en caso de nieve, hielo o lluvia, no se puede circular sin ellas; incluso son necesarias cuando deja de llover, puesto que los vehículos que viajan delante levantan el agua del suelo y provocan un “efecto spray” sobre el parabrisas del vehículo que viaja detrás. También hay que revisar la iluminación, el estado de los faros y llenar el depósito de combustible: además de disponer de más tiempo de calefacción en caso de emergencia, aportará peso adicional para circular en zonas resbaladizas. Cuando se va a circular por zonas montañosas o con riesgo de nieve, no se deben olvidar las cadenas o los neumáticos de invierno, ni el resto de los elementos necesarios en caso de avería. Entre ellos, el triángulo de emergencia, el chaleco reflectante, las cadenas, las herramientas y los juegos de luces de repuesto. Además, se recomienda llevar una manta y algo de alimento ante la posibilidad de quedar atascado en la nieve, a bajas temperaturas.
Preparación al salir. Cuando las condiciones del clima son adversas, es muy importante programar el desplazamiento con antelación, sobre todo si se viaja con personas mayores o con niños. Estudiar el trayecto, saber cuáles son las posibles rutas alternativas y dónde están las paradas seguras es imprescindible en caso de cortes de circulación o retenciones prolongadas a causa de la nieve. Consultar el estado y el pronóstico del tiempo es también de vital importancia para saber a qué atenerse durante el viaje. No hay que fijarse hora de llegada ni intentar recuperar el tiempo perdido tras una retención, ya que una leve distracción puede provocar colisiones por alcance; el riesgo aumenta si la vía está helada o con nieve. Por el contrario, no puede faltar un móvil cargado y un listado con los teléfonos de la aseguradora o la asistencia que se haya contratado, las unidades de emergencia (112) y el centro gratuito de informes de la DGT (902.123.505).
En marcha. Hay que evitar algunas zonas, como los lugares sombríos o arbolados en los laterales de la carretera, donde se concentran el frío y la humedad. En estos sitios, y sobre todo en las primeras horas del día, tiende a haber hielo, por ello hay que adecuar la velocidad a la zona de visibilidad y a la adherencia del suelo. Otro consejo importante tiene que ver con el descanso. Conducir en invierno aumenta la fatiga y reduce la capacidad del conductor, algo que incrementa de manera notable el riesgo. Por ello, conviene evitar los trayectos continuados durante mucho tiempo, hay que parar y descansar. Cuando se utiliza la calefacción para eliminar el vaho, aumenta la temperatura dentro del coche y eso provoca somnolencia. Conviene bajar un poco las ventanillas para que entre aire fresco. La conducción nocturna también favorece la fatiga. Se recomienda conducir con una distancia de seguridad mayor, revisar y limpiar los faros y parar para descansar ante el menor síntoma de cansancio.
Detenerse. Si no se puede continuar el viaje debido a una fuerte nevada, hay que aparcar y dejar vía libre a las máquinas quitanieves, apagar el motor y no abandonar el vehículo si no hay un refugio cerca. Cuando se aparca en zonas donde hay riesgo de heladas, siempre hay que prever la congelación de las pastillas de freno y es recomendable levantar los limpiaparabrisas, porque el peso de la nieve puede estropear los ejes. Si se sufre un accidente o se observa uno, el RACE sugiere recordar la conducta PAS: prevenir nuevos riesgos, avisar a las emergencias y socorrer a los heridos en casos de extrema gravedad. Mientras se espera a la asistencia profesional, hay que mantenerse en una zona segura.