Con la llegada del verano, conviene revisar los elementos del vehículo que puedan verse afectados por los cambios climatológicos y el distinto uso que se hace del coche, de manera especial en los trayectos largos de vacaciones. Los neumáticos son unas de las piezas de mayor importancia en la seguridad del vehículo que más están expuestas a las variaciones de temperatura del ambiente y la calzada. En zonas geográficas con climas moderados como España, se utilizan las gomas especiales de verano durante los meses más cálidos. Estas ruedas están fabricadas con un caucho más duro, que persigue una mayor adherencia y control para adaptarse a temperaturas más altas. Conocer sus características y usos específicos, el momento en el que deben cambiarse o cómo revisarlas, resultará de gran utilidad en términos de seguridad y eficiencia y, por tanto, en lo relativo al consumo y al ahorro.
1. Tipos de neumáticos
El neumático es el único punto de contacto entre el vehículo y la calzada, de ahí su especial relevancia en la seguridad. Los fabricantes aconsejan utilizar de forma exclusiva las ruedas de serie de cada automóvil. En función de las diferentes climatologías y de las necesidades de los usuarios, pueden distinguirse las siguientes clases de gomas:
Neumáticos de verano: se utilizan de manera principal en países con climas cálidos, pero siempre que las temperaturas no bajen de los 7ºC, que es cuando su rendimiento se degrada de manera notable. Estas gomas, fabricadas con un caucho más duro, están optimizadas para condiciones no extremas, pues lo que buscan es una mayor adherencia y control, y adaptarse a temperaturas más altas. La legislación española establece que la profundidad mínima del dibujo, o testigo de desgaste, ha de ser de 1,6 milímetros.
Neumáticos de invierno: recomendados por debajo de los 7ºC, persiguen mejorar el agarre ante circunstancias extremas de lluvia, hielo o nieve. Los fabricantes de ruedas emplean un mayor porcentaje de caucho natural, más blando, de tal forma que se endurezcan con dificultad y mejoren su agarre a bajas temperaturas. Además, los surcos de las gomas son más pronunciados, sobrepasan los 5 milímetros, con el objetivo de que la lluvia o la nieve se deslicen entre esas hendiduras y el neumático no pierda adherencia. Por encima de los 7ºC su degradación es muy notable, de ahí que cuando llegue el otoño, convenga cambiar las ruedas, aunque son un 10% más caras.
Neumáticos mixtos: tal y como su nombre indica, se trata de unas gomas intermedias, que pueden utilizarse todo el año siempre que las temperaturas no sean extremas, aunque su desgaste es mayor que el de los neumáticos específicos de cada estación.
2. Ventajas e inconvenientes de los neumáticos de verano
Los fabricantes recomiendan contar con un juego distinto de gomas para cada estación, que deberá intercambiarse en el momento oportuno, pues, de esta forma, se optimiza el rendimiento, se reduce la degradación y el consumo. Las ruedas específicas para verano, con una combinación de superficie de rodadura diferente y un diseño distinto de sus perfiles, tienen una serie de ventajas respecto al resto de neumáticos durante los meses más cálidos, aunque también presentan inconvenientes:
Ventajas
- Mayor agarre: redunda en la seguridad, además de reducir el tiempo de frenada.
- Más superficie de contacto: suelen ser más anchos, lo que repercute en su agarre, pero aumenta asimismo su riesgo en caso de lluvia, cuando son más proclives a perder tracción o a patinar (aquaplaning).
- Maniobrabilidad óptima en condiciones no extremas.
- Reducción del ruido y del consumo, gracias a una menor resistencia a la rodadura.
Inconvenientes
- Menor agarre en climas fríos.
- No adecuado para hielo y nieve. Aunque evacúan mejor el agua gracias a los dibujos.
- Más superficie de contacto: pese a ser una ventaja en seguridad por su mayor agarre en condiciones de seco, calzar gomas más anchas implica un aumento en el consumo de combustible. El motor tiene que mover neumáticos con un mayor diámetro y para ello necesita más fuerza de propulsión.
Tanto la Dirección General de Tráfico (DGT) como los fabricantes aconsejan:
Ranuras: comprobar los dibujos y ranuras (mínimo 1,6 mm) de los neumáticos para asegurar una buena adherencia a la carretera y evitar el deslizamiento. Las marcas que aparecen en las ruedas, las zonas más desgastadas, permiten averiguar la causa por la que se está produciendo ese deterioro, lo que ayudará a la prevención de posibles errores o negligencias que pueden incidir en un mayor riesgo en términos de seguridad. Cuanto mayor es el desgaste, más se incrementa el gasto en mantenimiento y combustible.
Presión: resulta fundamental tener los neumáticos a una presión de aire adecuada. Si están bajos, aumenta el consumo. Lo mismo si están demasiado hinchados, ya que esto afecta la estabilidad del coche. Recomiendan comprobar la presión cada dos semanas para, de esta forma, reducir la resistencia al rozamiento y asegurar un consumo reducido de combustible, así como una conducción respetuosa con el medio ambiente.
Todo el año: las ruedas de verano pueden utilizarse durante todo el año si el uso del vehículo, los desplazamientos realizados y el clima lo permiten. Para ello, deben estar siempre en muy buen estado. Si el desgaste del neumático es importante, en caso de lluvia o nieve las gomas de verano verán reducido su rendimiento. Por el contrario, en suelo seco, su adherencia será más elevada.
Ahorro: dependiendo de la climatología, los neumáticos deberán adaptarse a cada estación. Calzar un tipo de goma para cada temporada asegura un menor desgaste, lo que redunda en la seguridad y el ahorro, pues a la larga duran más y compensa su gasto. Se recomienda llevar ruedas de verano entre los meses de mayo a octubre.