Unos 5.000 expertos se dan cita estos días en Lisboa para poner en común los nuevos datos sobre la osteoporosis, la segunda enfermedad más prevalente a nivel mundial, por detrás de los problemas cardiovasculares. Denominada la epidemia silenciosa, la patología, que afecta a unos 150 millones de personas en todo el mundo, tiene su baza en que está muy infradiagnosticada. Se estima que menos de la mitad de las mujeres europeas con pérdida de masa ósea saben que padecen la enfermedad.
La osteoporosis se caracteriza por una pérdida progresiva de la masa ósea, que provoca un debilitamiento de los huesos, haciéndolos muy vulnerables a fracturas. El impacto de estas lesiones en el enfermo, su prevalencia, costes derivados y los nuevos tratamientos serán algunos aspectos que se abordarán estos días.
La fractura de cadera es la consecuencia más frecuente de la osteoporosis. Se calcula que el 20% de los pacientes muere a los seis meses por complicaciones asociadas. Aunque sucede con menos frecuencia, las lesiones en la columna suponen un problema creciente. Entre el 20 y el 25% de las mujeres mayores de 50 años con osteoporosis tiene fractura de columna. Esta lesión acarrea un dolor muy severo y muy frecuentemente provoca incapacidad a largo plazo y serios problemas respiratorios.
La osteoporosis es más prevalente en las mujeres que en los hombres, sin embargo, la población masculina no está exenta de riesgo, especialmente en un momento en el que la esperanza de vida se ha elevado considerablemente.
Actualmente, un tercio de las fracturas se da entre los varones y se estima que en 2025 el número igualará al que se produce entre las mujeres. La prevalencia de fracturas de columna es similar entre ambos sexos; entre un 15 y un 25% a partir de los 50 años. Se sabe que el debilitamiento óseo en los hombres, al igual que en las mujeres, está directamente relacionado con el déficit de hormonas. Es por ello que los expertos presentes en Lisboa barajan la posibilidad de tratar a los hombres con estrógenos (hormonas sexuales femeninas). Otra opción para este colectivo será la aparición de nuevos fármacos con acción sobre el esqueleto, aunque sin efectos feminizantes.