Durante el verano, aumentan de forma notable los desplazamientos por carretera, ya que es la época preferida para disfrutar de las vacaciones. Sin embargo, antes de sentarse al volante hay que tener en cuenta diversos factores que pueden afectar a la conducción: la postura para conducir, la alimentación o la importancia de una salud visual correcta, entre otros. En este artículo se aportan cinco claves para una conducción saludable.
1. La mejor postura para conducir
Las posturas que se adoptan al volante también revisten importancia, aunque no se tienen en cuenta y, sin embargo, pueden acabar pasando factura a la salud. Desde el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Madrid se recomienda asegurarse de que la altura y distancia del asiento es la adecuada: las piernas deben quedar flexionadas de manera que dejen a los pies pisar a fondo los pedales del embrague, freno y acelerador sin verse obligado a inclinar el cuerpo hacia adelante. También el respaldo debe estar en la posición más recta posible que permita que, con los brazos ligeramente flexionados, el torso esté a una distancia mínima de 25 cm del volante.
2. La importancia de ver bien
En España, más de un millón de personas no deberían conducir a causa de su mala salud visualSi la postura es importante en la conducción, más todavía es ver bien, ya que el 90% de la reacción de un conductor depende de su salud visual. Aun teniendo una salud visual correcta, conducir de noche y/o cuando las condiciones meteorológicas son adversas (lluvia intensa, niebla o viento) pueden ser un obstáculo en la conducción. De hecho, la oscuridad provoca que la agudeza visual se reduzca un 70% y el sentido de la profundidad -que sirve para calcular trayectorias, distancias y velocidades- es hasta siete veces menor. También la percepción de los colores disminuye durante la noche. Si a todo ello se le suma cansancio y sueño, la situación empeora.
Desde la asociación Visión y Vida señalan que más de la mitad de los accidentes de tráfico (59%) podrían estar causados por una alteración de la visión. En España, según datos de esta asociación, más de seis millones de personas conducen con deficiencias visuales que afectan a su conducción y que cerca de un millón de personas no deberían hacerlo a causa de su mala salud visual. Para ayudar a revertir las cifras de accidentes, los expertos insisten en la importancia de pasar un examen visual completo para disminuir la siniestralidad en las carreteras. Sin embargo, solo más de una cuarta parte de los españoles de entre 18 y 30 años se ha hecho una revisión.
3. Comer con cabeza antes de conducir
Para conducir, sobre todo si el trayecto es largo, además de una buena salud visual, hay que estar atento y concentrado. Según lo que se ingiera antes de coger el coche, la atención y los reflejos pueden verse alterados. Por ejemplo, comer un exceso de azúcares y grasas puede provocar pesadez y somnolencia que, a su vez, generan una disminución en la capacidad de reacción. Así pues, lo mejor es escoger alimentos ricos en hidratos de carbono complejos, pero bajos en azúcares simples, bajos en grasas y que sean de fácil digestión. Pero, ¿cómo?
Para el desayuno, lo mejor es tomar bocadillos de pan integral o sándwiches, que se digieren poco a poco, y así evitar la sensación de hambre al poco de sentarse en el vehículo. Antes que optar por la comida basura, los snacks o la bollería industrial, lo conveniente es tener a mano frutos secos y fruta fresca e, incluso, algún táper con ensaladas de arroz, pasta o patata. Eso sí, para comer hay que parar el automóvil: las distracciones al volante a veces se pagan muy caras. Es buena idea tener siempre a mano una botella de agua fresca para calmar la sed y, por supuesto, nada de alcohol.
4. Conducir con calor
El calor es un factor a tener en cuenta antes de sentarse al volante y emprender un viaje
Si algo caracteriza la época estival es el calor. Y la temperatura dentro de un vehículo puede suponer hasta 15 ºC más que en el exterior, que varía según la radiación solar, el color de la carrocería y de la tapicería, la ventilación del coche y el número de ocupantes, entre otros. En condiciones de calor, conducir también puede ser peligroso, puesto que afecta a las capacidades –reduce la concentración, la atención y la capacidad de reacción ante una situación concreta– y al comportamiento –favorece la hostilidad, la somnolencia y la fatiga– del conductor. De hecho, desde la Confederación Nacional de Autoescuelas advierten que una temperatura superior a 35 ºC puede hacer que las habilidades para conducir sean similares a las de una persona con una tasa de 0,5 y 0,8 g/l de alcohol.
Por este motivo, el calor es un factor que hay tener en cuenta antes de sentarse al volante y emprender un viaje, sobre todo si se prevé una jornada larga en la carretera. Así pues, para conducir con la temperatura más idónea (entre los 20 ºC y los 23 ºC), lo adecuado es intentar estacionar a la sombra y, antes de subir, dejar las puertas abiertas, bajar todas las ventanillas para favorecer que el aire caliente salga con facilidad, conectar el aire acondicionado y esperar unos minutos para cerrar las ventanillas (primero las delanteras y después las traseras). De la misma manera, cuando el vehículo esté en marcha, dejar medio centímetro las ventanillas abiertas permite una mejor circulación del aire.
5. Enfermedades crónicas y conducción: ¿qué hay que saber?
Aquellos conductores que sufran alguna enfermedad crónica deben considerar una serie de recomendaciones para que ponerse al volante no implique un riesgo añadido. Aunque lo más conveniente es pedir consejo al médico de familia o al especialista de referencia antes de realizar rutas largas en coche, hay que tener en cuenta:
- Planificar muy bien los trayectos y los descansos, respetando el horario de comidas.
- Extremar las precauciones al volante (velocidad, distancia de seguridad, etc.) y evitar las situaciones de riesgo añadido, como conducir de noche, con condiciones meteorológicas adversas o con tráfico intenso.
- Seguir la pauta de medicación prescrita por el especialista. Los medicamentos hay que mantenerlos en un lugar fresco y seco, lejos de las altas temperaturas y de los rayos del sol.
- Llevar encima un informe actualizado de la situación clínica y del tratamiento prescrito.
- Y, por último, siempre que sea posible, conducir acompañado.