Con la llegada del otoño, todos -pequeños y grandes- regresan a las actividades cotidianas: se reanuda el trabajo y se vuelve a la escuela. Además, se producen variaciones en el clima, disminuyen las horas de luz e, incluso, se modifican planteamientos vitales. Todo ello confiere a esta estación del año ciertas particularidades que afectan de manera directa a la salud. Y el organismo debe hacer frente a estos cambios de forma gradual. El artículo explica cuáles son las cinco maneras más efectivas de prepararse para el otoño.
✅1. Reanudar la pauta de ejercicio físico
Hacer deporte y realizar actividades físicas es un modo excelente de ayudar a la salud física y mental. Reanudar la actividad física debe hacerse despacio, sobre todo si durante el verano no se ha estado demasiado activo. Está demostrado que la actividad física regular de manera moderada, además de aportar innumerables beneficios para la salud física, también mejora el ánimo, la concentración mental, el rendimiento…
Una de las mejores formas es hacer ejercicio en la calle, aunque es recomendable usar ropa que abrigue pero que transpire para no sudar ni sufrir un golpe de calor. Los ejercicios de tipo aeróbico son muy aconsejables, como andar, correr, montar en bicicleta o nadar.
Si el trabajo es sedentario, hay algunos trucos que ayudarán a mantenerse en forma: ir al trabajo a pie o en bicicleta, utilizar las escaleras y evitar el ascensor y, si se emplea el transporte público, bajar una parada antes y acabar el camino a pie.
✅ 2. Asegurarse un buen descanso
Durante el otoño, algunas personas notan un cambio en su estado de ánimo. A menudo, uno se siente más cansado de lo habitual. Esto ocurre por la disminución de las horas de luz solar, con respecto a los días de verano. Cuando el cuerpo se somete a menos de luz, segrega más niveles de melatonina, la hormona encargada de regular los patrones de luz y oscuridad. Para no acentuar la sensación de cansancio es muy importante dormir al menos ocho horas diarias, respetar los patrones de sueño y mantener unas rutinas y un horario fijo al acostarse y levantarse por la mañana. La siesta para los adultos es recomendable, pero siempre que sea corta, de unos 20 o 30 minutos.
✅ 3. Seguir una dieta variada, sana y equilibrada
La actividad física regular de manera moderada, además de aportar innumerables beneficios para la salud física, también mejora el ánimo
Los cambios ambientales que se producen durante el otoño obligan a modificar los hábitos y rutinas de alimentación para mantener el sistema inmune fuerte a fin de que pueda hacer frente a la llegada del frío. Una alimentación sana y equilibrada, basada en productos ricos en vitaminas y minerales ayudará a prevenir gripes y catarros. Es importante potenciar el consumo de alimentos de temporada, como calabaza, col, setas, judías secas, alubias, acelgas, espinacas, berenjenas y boniato. También se pueden introducir frutas del tiempo como manzanas, mandarinas, granadas, naranjas, uvas y frutas del bosque como moras, arándanos o grosellas.
✅ 4. Cuidado con el frío
Con la llegada del otoño, las temperaturas comienzan a descender y, por ello, es el momento idóneo para empezar a prepararse de cara al frío. Aunque aún no sea intenso, es mejor tomar ya algunas precauciones.
Una de ellas consiste en extremar la higiene, ya que los resfriados en esta época se transmiten a través del aire cuando el afectado tose o estornuda. Debe evitarse el contacto directo con las personas enfermas y lavarse bien las manos con agua y jabón. También debe tenerse especial cuidado con espacios cerrados o que tienen una mala ventilación, porque en ellos las secreciones permanecen durante más tiempo y, por tanto, aumenta la posibilidad de contagio entre personas.
En cuanto a la indumentaria, durante el otoño es recomendable vestirse con ropa adecuada, por capas, de manera que sea posible adaptarse a las distintas temperaturas del día (más fresco durante la mañana y la noche y más calor durante las horas centrales del día).
✅ 5. Otoño, época de vacunarse
La gripe es una de las infecciones víricas más habituales en invierno. Una buena manera de evitarla es la vacunación, y la mejor época para hacerlo es el otoño, en concreto durante los meses de octubre y noviembre. Los virus gripales cambian continuamente, por lo que es necesario que la vacuna se administre cada año. La vacunación estacional de la gripe está dirigida sobre todo a personas con un riesgo alto de complicaciones, como los mayores de 60 años, embarazadas, quienes sufren enfermedades crónicas u obesidad mórbida, profesionales de la salud y otros colectivos que atienden y cuidan a personas que pertenecen a cualquiera de estos grupos.
Cuando se administra una vacuna, se inoculan microorganismos vivos atenuados o microorganismos muertos o inactivados para que el organismo aprenda a defenderse contra él. Con la vacuna se estimula el sistema inmunitario para que fabrique anticuerpos que serán efectivos contra el virus vivo que entrará en contacto con la persona durante la época de la epidemia y, así, sabrá combatirlo. Para más información, es aconsejable acudir al centro de atención primaria y consultar con el profesional de referencia, que informarán sobre el calendario de la vacuna antigripal.