¿Piensas darte un baño en la piscina? ¡Presta atención! No conviene ser alarmistas, pero sí conocer que hongos, virus, infecciones y, por supuesto, el cloro son peligros que te acechan cada vez que te metes en la piscina. Tu pelo, piel, aparato digestivo, oídos y hasta tus dientes pueden resultar perjudicados, si no te bañas con el suficiente cuidado o lo haces en aguas con exceso de cloro. En este artículo te mostramos los peligros que existen en estas instalaciones, y puedes desconocer. También te damos consejos para sortearlos lo mejor posible.
1. ¿Dientes en peligro? Sí, y no solo por un golpe
La dentadura sufre en la piscina, y no solo por la eventual rotura de un diente al darte un golpe contra un bordillo. ¿Entonces? El cloro de sus aguas es uno de los peligros más ocultos que daña los dientes por defecto o por exceso. Como señala la farmacéutica Inés Álvarez, el pH de nuestra saliva está entre 6,5 y 7, y si hay poco cloro en la piscina, el pH del agua será más ácido y puede erosionar los dientes. Un exceso de cloro, por el contrario, lo que puede hacer es provocar más sarro.
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2. Problemas en la piel: dermatitis, hongos y moluscos
La piel es el órgano más extenso del cuerpo y se resiente -mucho y de varias maneras- en la piscina sin que apenas te des cuenta. Que el cloro la reseca es un mal conocido, pero no todo el mundo sabe que puede hacerlo hasta el extremo de provocar una dermatitis. Si no se trata de forma adecuada, puede provocar «grietas y heridas que precisen tratamiento médico y, a veces, incluso antibióticos», apunta la experta.
La piel también puede verse afectada por hongos, pues las piscinas constituyen uno de sus hábitats preferidos (viven en zonas húmedas y cálidas). Es muy frecuente su aparición en pies, uñas, manos e ingles, reconoce la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). Y los moluscos (pequeñas verrugas que suelen dar picor) son una infección vírica muy común en las piscinas y muy contagiosa. Si los sufres, hay que evitar rascarse y acudir al dermatólogo cuanto antes para que te dé el tratamiento adecuado.
3. Daños en tu pelo
El cloro, como sucede con la piel, reseca tu cabello y, en ocasiones, hasta produce decoloraciones. En cuanto a los piojos, no es probable que puedan pasar de un pelo a otro dentro del agua, pero sí es posible contagiarse al compartir toallas, cepillos, sombreros, gomas y lazos en la piscina. Incluso si no se comparten pero en la misma bolsa o mochila llevas objetos infectados y otros que no lo están, puedes contagiarte.
4. Broncoespasmo: si tienes asma, ¡mejor sin cloro!
Las piscinas que se tratan con cloro no están entre las instalaciones más adecuadas para las personas asmáticas. Nadar en aguas con exceso de este desinfectante puede provocar broncoespasmo (pitos en el pecho, dificultad respiratoria, tos…), pues el cloro es muy irritante y al entrar en contacto con la mucosa puede dar lugar a una crisis asmática.
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5. Diarrea
A veces un día de piscina puede terminar en una diarrea. Y sucede, casi siempre, por tragar agua contaminada. Es posible que, al meterse en el agua, alguna persona tenga restos insignificantes de heces y se produzca un contagio con las bacterias de la materia fecal. Aunque el cloro es un desinfectante potente, “puede haber un mínimo período en que las bacterias sigan vivas y el cloro aún no haya ejercido su efecto”, apunta la farmacéutica.
6. Otitis de nadador
Sufrir una otitis es un riesgo que conocen bien los asiduos a una piscina. ¿Por qué se producen las otitis de nadador? Se debe a que un oído con agua estancada o con mucha humedad es un ambiente muy favorable para el desarrollo de las bacterias y de hongos, los responsables de las otitis.
7. Conjuntivitis
El cloro, entre otras sustancias, está entre las causas de las conjuntivitis veraniegas, que por regla general cursan con picor, sensación de arenilla, lágrima y fotofobia. Pero no solo el cloro es el culpable, sino que hay otros contaminantes que también pueden dañar tus ojos. Así, la saliva o el sudor de otras personas resultan perjudiciales, como también pueden provocar irritación los componentes de las cremas y los perfumes.
Para evitar ser víctima de los peligros ocultos de la piscina, como hongos, virus o infecciones, puedes seguir estas pautas:
- Dúchate siempre antes y después de meterte en la piscina. Antes de entrar, evitarás contagiar a los demás de cualquier infección que puedas portar. Y, después de salir, te desharás de lo que puedan haber introducido los demás, del exceso de cloro, restos de cremas, etc.
- No camines descalzo, sobre todo en duchas y vestuarios. En las zonas cálidas y húmedas se propagan hongos con mucha facilidad y este simple gesto puede evitar contagios.
- Intenta no tragar agua, pues puede ser la vía de contagio de diversas dolencias.
- Utiliza gafas para bucear. No solo evitarás que el cloro dañe tus ojos, sino también que lo puedan irritar restos de otras sustancias como cremas, lociones, etc.
- Si tienes un virus o herida, no te bañes hasta estar curado, pues puedes contagiar a otras personas.