Este fin de semana el reloj empieza a cumplir con el horario de verano. La pérdida de una hora de sueño, que se justifica con un ahorro de hasta el 8% en los hogares españoles, suele verse acompañada de pequeñas molestias que ocasionalmente pueden llevar a trastornos. Las personas que padecen migrañas y jaquecas son las que más frecuentemente se ven afectadas. Pero no sólo ellas. Entre la población sana las personas de conducta diurna, en contraposición con las vespertinas, son quienes mayores problemas de adaptación presentan con respecto al nuevo horario.
En la madrugada de sábado a domingo los relojes han avanzado, como cada año por estas fechas, una hora. Así viene ocurriendo en los países de la Unión Europea desde 1974 cuando, en plena crisis del petróleo, la entonces Comunidad Económica Europea decidió ensayar la adaptación de la hora oficial a las de mayor insolación en el continente. El ahorro energético conseguido con la medida, que se sitúa entre el 5% y el 8% según la fuente consultada, así como la constatación de que no se ve afectado negativamente el ritmo natural de personas y actividades, han animado a las instituciones a mantenerla de forma indefinida en los calendarios: el último domingo de marzo se entra en el llamado «horario de verano» para volver al «horario de invierno» el último fin de semana de octubre.
¿Sin efectos saludables?
Los expertos siempre han esgrimido que los efectos sobre la salud del cambio de hora son prácticamente imperceptibles y que, salvo contadas excepciones, la adaptación a los nuevos horarios es rápida y no problemática, en especial la que anuncia la llegada del verano.
La opinión más extendida es que el cambio horario aporta «más beneficios que problemas», y no sólo desde el punto de vista económico. El alcance de la actual medida se fundamentó en un estudio publicado en 1999 por la consultora belga Research Voor Beleid por encargo de la UE.
Reajustar gradualmente los tiempos de comidas y de sueño unos días antes del adelanto horario compensa los posibles efectos negativos El informe señala, entre los beneficios, los asociados con «el ahorro, la salud, la mejora en las condiciones de trabajo o los diferentes modos de vida». En particular, el documento hace referencia a «las industrias del ocio, el turismo y la salud pública» como el conjunto de sectores que se benefician de forma más o menos directa.
El adelanto horario «fomenta las actividades al aire libre», puede leerse en el citado informe. De ese fomento se infiere una mayor disponibilidad para actividades de ocio que contribuyen a un mejor estado de salud general, especialmente entre sectores de población sensibles a las bajas temperaturas que durante el invierno se ven obligados a recluirse en sus hogares. Enfermos crónicos y personas mayores son los que mayor beneficio sacan de las temperaturas más agradables de primavera y verano y del mayor tiempo de insolación.
La otra cara de la moneda
Pero no todo son parabienes al adelanto horario. Diversos estudios, que arrancan prácticamente desde los inicios de la directiva comunitaria de 1974, señalan las dificultades de adaptación que supone mover el reloj. La mayoría, no obstante, dejan entrever problemas menores asociados a trastornos temporales del ritmo biológico regido por la insolación que, ocasionalmente, pueden derivar en alteraciones hormonales.
Este tipo de alteraciones suele compensarse a los pocos días de haberse producido el adelanto horario, de modo que los ritmos de luz solar y el reloj interno que interviene en la liberación de hormonas que participan del ciclo sueño-vigilia tienden a acompasarse. Y, por lo que se está viendo, más rápidamente en lactantes y niños pequeños que en adultos. Probablemente, como rezan varios estudios, por la menor madurez de un sistema nervioso que todavía no ha ajustado sus parámetros a la influencia de la luz solar.
Entre los adultos quienes mayores problemas de adaptación presentan son los que manifiestan conductas diurnas en contraposición con los que su conducta tiende a vespertina. La conducta diurna se corresponde con sujetos que se levantan temprano y su estado de vigilia se ajusta mejor a los horarios de luz natural. Los factores ambientales, como una mayor exposición lumínica y a niveles de ruido más altos, ejercen una influencia negativa.
Una influencia que, por otra parte, parece estar mediada también por los genes. Una investigación conducida por Adrian Williams, de la Guy’s and St Thomas’ NHS Foundation Trust, halló en 2003 que las conductas diurnas y vespertinas dependen de la activación de un determinado grupo de genes.
En cualquier caso, considera Williams, la pérdida de una hora de sueño tiene un efecto transitorio que se traduce en un mayor cansancio a medida que va avanzando el día. Especialmente tras el almuerzo, cuando la mayor demanda energética de la digestión resulta una tentación demasiado grande para quienes gustan de la siesta.
Si bien los expertos coinciden en señalar que los efectos del adelanto horario son menores, de carácter transitorio y que en pocos días la gran mayoría de la población ha logrado reajustar su ritmo biológico, no todos los casos se solventan con celeridad. Los enfermos con problemas neurológicos, en particular los que se asocian con dolores de cabeza, jaquecas o migraña, suelen tener mayores problemas de adaptación. Lo mismo ocurre con pacientes bipolares o con tendencia a depresión.
En la mayor parte de los casos el efecto más notable es una agudización temporal de los síntomas. Esta fase aguda, no obstante, remite a los pocos días y raramente se considera grave.
Para prevenir estas fases agudas y, en general, para lograr una mejor adaptación a los nuevos horarios los expertos recomiendan unas pocas medidas higiénicas. Las más efectivas, según una guía publicada por la Academia Americana de Medicina del Sueño, consisten en modificar ligeramente la hora de acostarse (con 15 minutos en los cuatro días previos basta), reajustar el horario de comidas, evitar las siestas, comer de manera apropiada, beber mucha agua y mantenerse físicamente activo, tener cuidado al conducir el día del cambio de horario, y evitar recurrir a la cafeína por la mañana y al alcohol por la noche.