Cuando ir de compras se convierte en una necesidad, cuando es imposible controlar el impulso y cuando, además, esta acción causa sentimientos de culpa, vergüenza, irritabilidad e inclusive problemas económicos graves, estamos ante una adicción. Los expertos señalan que entre un 1% y un 5% de la población europea ha convertido este trastorno en una patología. Las mujeres de entre 30 y 50 años suelen ser las más propensas a padecer adicción a las compras, pero los jóvenes están cada vez más expuestos por las presiones constantes de la sociedad de consumo.
Un 3% de la población llega a niveles patológicos
Las socioadicciones, como las definen los expertos, van en aumento: adicción al móvil, a Internet y a ir de compras son las más frecuentes y crecen a la par. Lo hacen en dimensiones que, según expertos psicólogos, comienzan a ser preocupantes. Para la doctora Vega González, psicóloga clínica de Atención e Investigación de Socioadicciones (AIS), la adicción a las compras se considera una enfermedad pese a que oficialmente no está etiquetada como tal. De todas formas, añade la psicóloga, “se trata de un trastorno de comportamiento que normalmente es sólo ‘la punta del iceberg’ de una situación que esconde elevadas dosis de depresión y baja autoestima”.
El concepto de adicción a las compras es relativamente nuevo. Se comenzó a hablar de ello en Estados Unidos, y, por lo general, se trataba de mujeres que tenían síntomas depresivos, según explica el psicólogo Javier Garcés, experto en la materia y autor del libro “La adicción al consumo: manual de información y autoayuda”. Garcés también es asesor de la Unión de Consumidores y Usuarios de Zaragoza y ha dirigido el informe europeo sobre adicción al consumo, impulsado y coordinado desde España por la Dirección General de Consumo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
En ese informe, publicado en 2000, se dan las primeras pistas de la incidencia de la adicción a las compras en Europa. Se afirma, por ejemplo, que el 33,22% de los consumidores adultos europeos “presenta un nivel alto de adicción al consumo irreflexivo o innecesario, tiene problemas graves de compra impulsiva o una falta de autocontrol económico”. Los hombres suponen el 32% de adictos y las mujeres el 34%. Dentro de la población adicta a las compras, el 3% llega a niveles que pueden considerarse patológicos. En ese sentido, los datos actuales, según explica el doctor Garcés, prácticamente no han variado.
Jóvenes vulnerables
Lo que sí ha variado es la propensión cada vez más acuciante de los jóvenes a sumirse en la vorágine del consumo incontrolable. “En nuestras consultas estamos recibiendo a mucha gente joven”, señala la doctora González. Esto se debe, según Javier Garcés, a que las nuevas generaciones han nacido inmersas en una sociedad de consumo y son “tremendamente vulnerables”. “El estereotipo marca que los adictos a las compras suelen ser del sexo femenino, en este caso una mujer de mediana edad. Pero lo cierto es que los primeros compradores compulsivos son los niños. No hay más que verlos deseando cosas que no necesitan. Es algo que no se toma en consideración, y este tipo de educación puede desembocar en futuros compradores compulsivos”, añade el Decano del Colegio de Psicólogos de Cataluña, Jaume Almenara.
Este especialista aclara que la manida frase “estoy depre, me voy a comprar algo” a veces funciona. Ir de compras no tiene por qué ser un problema. “A veces se acierta en la elección de lo que se compra y eso puede llegar a compensar la autoestima de una persona en un momento dado, pero sólo si está afectada levemente”. Si, por el contrario, existen graves problemas de fondo, explica Almenara, la situación se complica.
¿Cuándo se sabe si uno es un adicto a las compras? “El sujeto sabe que es comprador adictivo cuando no puede controlar el impulso a adquirir productos. Sea como fuere, existen personas en las que se produce un autoengaño porque se sienten culpables y avergonzados”, responde el psicólogo Valentín Martínez-Otero, del Colegio de Psicólogos de Madrid. Este especialista prefiere diferenciar los términos comprador compulsivo y comprador adictivo: “Aunque en ambos trastornos se da una conducta incontrolada, la obsesión-compulsión se refiere sobre todo a ideas, y la adicción a impulsos. La compulsión se vive por el sujeto como algo extraño y absurdo, a diferencia de la adicción, que se vive como propia pero no se domina”, afirma.
La Unión de Consumidores de Valencia tiene en su página web (www.uniondeconsumidores.org) un test elaborado por expertos en la materia con el que se pretende determinar si uno está en la senda de la adicción a las compras. En Internet abundan páginas de organizaciones de consumidores en las que se hallan varias de estas encuestas. Por lo general, se formula un enunciado al que el usuario debe responder escogiendo una de las siguientes opciones:
- Totalmente de acuerdo
- Muy de acuerdo
- De acuerdo
- Poco de acuerdo –
- Nada de acuerdo
Estos son algunos de los enunciados:
- A menudo me disgusto por haber gastado el dinero tontamente.
- Ir de compras me resulta divertido.
- Cuando me siento triste o deprimido suelo comprar para animarme.
- Las personas que me conocen creen que gasto demasiado.
Impulso incontrolable
Para Valentín Martínez-Otero, se habla de adicción a las compras cuando existe un impulso a comprar de forma incontrolada. Además, esta acción, dice el psicólogo, es reiterada y tiene efectos negativos -sentimientos de culpa y de vergüenza, ansiedad, irritabilidad, problemas económicos, familiares-, en el sujeto. La persona vive su conducta de comprar como algo que escapa de su dominio o control.
Los sujetos que padecen adicción a las compras se enfrentan a la dificultad de recibir ayuda. Ello ocurre porque la sociedad de consumo refuerza la idea de que comprar es una actividad normal. “Se juega con una serie de estereotipos sociales”, asegura Jaume Almenara. “En un primer momento el adicto dice que controla la situación y que lo puede dejar. Pero muchas veces deben ser los amigos y familiares los que se den cuenta de que tiene la casa llena de objetos que no necesita. Hay momentos en los que la misma persona se puede dar cuenta de lo absurdo que es tener en casa tantas variables del mismo producto”, señala.
El psicólogo Valentín Martínez-Otero destaca la importancia de que el sujeto afectado reconozca que padece una adicción a las compras. En estos casos se requiere ayuda especializada y la comprensión y afecto de los amigos y familiares más cercanos. Desde el punto de vista psicológico, dice este especialista, son buenas las técnicas cognitivo-conductuales en un marco psicoterapéutico humanista. “Es positivo ayudar al paciente a reorganizar su proyecto de vida en todas las áreas importantes. Por eso la colaboración de la familia es necesaria”, asegura Martínez-Otero. Almenara, por su parte, opina que es necesario estudiar los casos concretos y observar las variables que confluyen. De todas formas, coincide con Martínez-Otero en que “la toma de conciencia por parte del sujeto es fundamental”.
Algunos expertos hacen énfasis en que cada persona esconde problemas diversos de autoestima que pueden ser claves para el comportamiento adictivo. Sin embargo y dependiendo de cada caso son frecuentes los tratamientos en grupos, sesiones intensivas individuales y sesiones con familiares directos del afectado. La terapia busca, ante todo, estabilizar al paciente y sacarlo de la sensación de vacío que a veces le acompaña.
La adicción a las compras, señala la doctora Vega González, no tiene por qué estar relacionada con otro tipo de adicciones, pero puede ocurrir. “Todas las adicciones lícitas -juego, alimento, trabajo, compras-, presentan similitudes. Esta adicción comparte con otras adicciones sociales el hecho de que las causas que llevan a perder la libertad interior son las mismas. Con frecuencia se presentan en el mismo sujeto varias adicciones hasta el punto de constituir un trastorno pluriadictivo”, señala, por su parte, el psicólogo Martínez-Otero.
Mujeres, las más adictas
Las mujeres suelen ser “de forma altamente significativa”, según el estudio del psicólogo Javier Garcés, mucho más adictas a estímulos de consumo. Ello se debe en gran parte a la atracción frecuente de éstas por las tiendas y comercios, por ver escaparates, acompañar a otras personas a hacer sus comprar y hasta ir a grandes almacenes aunque no se tenga nada que comprar. “También ha resultado evidente que las mujeres utilizan más la compra para afrontar situaciones de tristeza, abatimiento y depresión”, señala el estudio.
El mismo informe apunta como factores que contribuyen al nacimiento y mantenimiento de la adicción a las compras, lo siguiente:
- Existencia de insatisfacciones vitales, frustraciones y otros problemas psicológicos que buscan salida y se proyectan a través del consumo y de la adquisición de cosas nuevas.
- La influencia de la publicidad omnipresente que invita constantemente a la compra, presentando un mundo en el que la felicidad y orgullo de las personas dependen de los productos que puedan adquirir. Productos que, por otro lado, son siempre renovados, de forma que la atención debe fijarse en “lo que aún no he comprado” y lo que ya se tiene pierde su valor.
- La progresiva disminución de las diferencias entre clases sociales, al menos en la manera en que hace décadas existía, así como de otros signos de prestigio y consideración social, ha convertido la posesión de bienes en el principal instrumento para colmar el deseo de prestigio social y el afán por destacar ante las demás personas. El ego y la vanidad encuentran una vía de satisfacción a través del “tanto tienes, tanto vales” que es aceptado implícitamente por el uso social y es estimulado, explícitamente, por la publicidad.
En este sentido, el doctor Martínez-Otero considera “muy negativa” la influencia de la sociedad de consumo en este trastorno. “Nos hallamos en una sociedad con constantes incitaciones a adquirir productos superfluos y la consecuencia es que se ha disparado el consumo y con él sus variantes patológicas. Por otra parte, el aumento del estrés, del vacío existencial, etc., hace que un número significativo de personas busquen recompensas inmediatas, lo que constituye otra de las causas generales de las adicciones y, en particular, de la adicción a las compras”. “En una sociedad de no consumo”, añade Jaume Almenara, “no encontraremos estos trastornos”.
En la actualidad, se están creando centros específicos para prevenir problemas derivados del consumo. Desde el Centro de Formación del Consumidor situado en Cuenca y dependiente del Ayuntamiento de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, explican que su objetivo es la formación de los consumidores, especialmente los más jóvenes, en aspectos básicos como por ejemplo la forma de prevenir problemas relacionados con el sobreendeudamiento, la adicción al consumo, donde se enmarca la adicción a las compras, y los malos hábitos alimenticios. Más información en la páginawww.psicosociales.com